Olga Pericet: “El verdadero premio es el respeto de los compañeros”

Flamenco

La cordobesa asiste este lunes a la gala de los Max, nominada como intérprete de danza y coreógrafa por su trabajo en la obra ‘La materia’

El talento andaluz en los Premios Max

Olga Pericet (Córdoba, 1975), fotografiada hace unas semanas en Sevilla.
Olga Pericet (Córdoba, 1975), fotografiada hace unas semanas en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

“En el cuerpo de esta bailaora fuera de lo común, menudo y sonoramente expresivo”, escribía Rosalía Gómez en este periódico a propósito de La Leona, el anterior montaje de Olga Pericet, “sabiduría y osadía se mezclan a partes iguales. En él bullen culturas arcaicas, flamencas y nos atreveríamos a decir que posflamencas. Y todo bajo la bandera de la libertad”. 

Una libertad que la cordobesa vuelve a defender en La materia, segunda parte de la trilogía dedicada a las guitarras del luthier Antonio de Torres y un trabajo por el que Pericet opta a dos Premios Max, que se entregan este lunes en Tenerife: es finalista como intérprete de danza y en coreografía, una nominación que comparte con su aliado en esta obra, Daniel Abreu. 

Si en la primera entrega la bailaora se mostraba fiera y expansiva, en este nuevo capítulo viaja al interior. “Las guitarras de Antonio de Torres tenían tanta historia que me permitían explorar distintos estados de ánimo, y personalmente estaba en un momento como para dentro. La Leona era una fuga de ideas hacia fuera, bastante surrealista, y esta vez quería ver el instrumento desde la boca. Quería ir más adentro, más hondo, a cuando el instrumento era madera”. 

Pericet se inspira en una frase de Atahualpa Yupanqui: “Antes de ser instrumento la guitarra fue árbol y en él cantaban los pájaros”. La artista sentía que esa sentencia la adentraba en una travesía hacia el origen, le sugería un encuentro con la esencia. Bailar como una gruta donde el paseante está a solas consigo mismo, pero también resuenan ecos ancestrales. Una intimidad que rumia sus pensamientos como si acariciara madera pulida. “No quería que la obra fuera esta vez una explosión de cosas, sino que el espectador lo viera todo también con una mirada interna”, dice Pericet, que halló la réplica perfecta para su propósito en el baile “sobrio y a la vez profundo” de Daniel Abreu.

Una imagen de 'La materia'.
Una imagen de 'La materia'. / M. G.

“Me gusta compartir el flamenco, mi universo, y ver cómo lo reciben otros ojos”, comenta esta creadora reconocida, al igual que Abreu, con el Premio Nacional de Danza. “Creo que hemos conseguido un discurso nuevo, y mira que he colaborado con gente. Corporalmente, cuando empezamos a unirnos, hubo mucha electricidad. Parecía que nos conocíamos de antes”, rememora Pericet sobre este intercambio que entre otros escenarios ha pasado ya por el Teatro Central, donde se programó en el ciclo Andalucía flamenco. “Él se puso los zapatos, aunque al principio era un poco reticente. Yo le decía: Aunque no los saques yo te los quiero regalar. Y él, por su parte, me proponía: No te voy a poner descalza, pero sí vamos a probar otro tono muscular. Partíamos de lugares diferentes, y sin embargo está siendo un diálogo muy de verdad”.  

En su empeño, el dúo se acompaña de la guitarra de José Manuel León, el bajo de Juanfe Pérez y la percusión de Javier Rabadán. “Siempre los nombro, porque sin un equipo no se puede levantar un espectáculo. No me gusta definir La materia como una creación de Olga Pericet, porque la creación es de todos”, sostiene la bailaora, que abandera, como se puede leer en su biografía, “un flamenco de opuestos: oscuro y luminoso, femenino y masculino, inquietante y bello”.

Hay muchas Olgas. Olga no es solamente bailaora. Aprender de otras disciplinas me ha convertido en un híbrido”

“Lo de los contrarios me gusta y me define”, asegura Pericet en persona. “Yo soy bastante bipolar. Si tengo una idea, siempre pongo a su lado la contraria, porque queda un espacio muy grande entre ellas en el que me puedo mover, en mi caso físicamente, con el cuerpo. Me interesa jugar con los dos polos, pero sin quedarme en un extremo. Me atrae la experimentación, pero no me gusta provocar”, asegura esta artista inquieta que, desde los comienzos, con propuestas como Rosa, metal, ceniza, ya tanteaba distintas versiones de sí misma como coreógrafa e intérprete. “Es que hay muchas Olgas. Olga no es solamente bailaora, aunque mi especialidad sea eso, y el flamenco sea donde he empezado. En el camino me fui encontrando con otras disciplinas, y me fui convirtiendo en un híbrido. Era una apuesta arriesgada, pero no estoy sola. Me emociona ver a compañeras que tienen unos diez años menos que yo, y que se reconocen en lo que yo hago”, expone conmovida.

Porque la andaluza siempre avanzó por la senda de los valientes. Desde la distancia recuerda cuando creó junto a Daniel Doña y Marco Flores la compañía Chanta la Mui. “Fue novedoso, lo veían extraño. No nos querían programar en festivales porque al no haber música en directo no nos consideraban flamencos. ¡Y eso que sonaba Agujetas!”, evoca entre risas. Fue Enrique Morente quien les dio su bendición: “Compartimos una gala con él en el Teatro Albéniz y él se quedó a vernos actuar. Cuando terminamos, nos dijo: Este flamenco es fantástico. ¡El maestro nos otorgaba la etiqueta que nadie quería darnos!”.

Pericet sabe ya lo que es ganar en los Max: tiene dos como intérprete por Pisadas y Un cuerpo infinito, y uno compartido con la compañía de Teresa Nieto por la coreografía De cabeza. “Los premios son circunstanciales, para mí el verdadero premio es ver un teatro lleno de compañeros, de distintas edades y distintas disciplinas. Me siento querida, y me siento libre, que es algo a lo que siempre aspiré. Cuando actúo”, concluye, “no llevo una fórmula, sino lo que soy”.

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