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"Mi obra para la Bienal de Flamenco la haré junto con Rocío Molina"

Lita Cabellut | Artista

La pintora española viva más cotizada es la autora de la imagen del festival, un trabajo performático que anticipa la exposición que traerá a Andalucía en 2021

Lita Cabellut (1961, Sariñena, Huesca) en su estudio de La Haya. / Eddy Wenting
Charo Ramos

17 de julio 2019 - 06:01

La bailaora Rocío Molina y Lita Cabellut (1961, Sariñena, Huesca) se acaban de conocer en el Flamenco Festival de Londres, adonde la pintora española más cotizada viajó desde su hogar en los Países Bajos. Tras verla en Caída del cielo, el espectáculo que ha marcado el regreso de Molina al Sadler’s Wells tras su reciente maternidad, Lita Cabellut decidió que el encargo para la Bienal de Sevilla llevaría el rostro y el cuerpo de la malagueña. Sobre su visión del flamenco, el arte y los retos que afronta Europa reflexiona Cabellut en esta entrevista concedida por teléfono desde su casa-taller de La Haya en un receso de su frenética actividad pictórica.

-Rocío Molina acaba de demostrar en sus tres improvisaciones para el Festival de Danza de Itálica el extraordinario momento coreográfico y estético que atraviesa. ¿Cómo ha sido su encuentro y cómo afecta al encargo que le ha hecho la Bienal de Sevilla?

-Fue un encuentro mágico porque cuando dos creadoras se encuentran, se reconocen y saben llegar inmediatamente al tema de la esencia y del silencio, del pararse y el decir "ya", es muy emocionante porque ves un abanico de posibilidades tremendo. Tras hablar con ella me tuve que ir a un espacio tranquilo a llorar de emoción y alegría por haberme encontrado a una persona con tanta fuerza, delicadeza y pasión por la vida. Lo que hace Rocío Molina va más allá del baile, ella se entrega por completo y cada espectáculo suyo es un vómito de emociones profundas acompañado por una técnica excelente. Porque sin dominar el oficio y la técnica, sin la experiencia de las horas, los años, los pies rotos y las manos torcidas, jamás puedes destruir para construir. Así que, sin saber una de la otra, nos encontramos las dos en el mismo punto en Londres. La esencia del arte no es mantener lo establecido sino la libertad para rehacer y crear otras combinaciones, otras perspectivas y otro foco de luz. Eso lo tiene Rocío Molina. Por eso al terminar Caída del cielo le dije que esta obra para la Bienal de Sevilla iba a ser una entente entre Rocío y Lita. Y alrededor estarán las herramientas y los materiales que vamos a necesitar las dos y la gente que precisaremos para un proyecto que va de mano en mano y por el que yo me tengo que convertir en sus pies y ella en mis manos.

-La tradición tiene un marcado protagonismo en su pintura al igual que Molina sintetiza los bailes del ayer y avanza los del mañana. ¿Qué estéticas quieren transitar en el proyecto para la Bienal?

-He visto bailar a todos los grandes y se lo comenté a Rocío, que en ella vi inmediatamente a Carmen Amaya. Recuerdo que le dije: "Rocío, eres extraordinaria porque lo que has hecho es fiarte de los méritos del pasado, has aprendido de los maestros y les has robado la esencia". Eso ya lo afirmaba Stravinsky, que un buen artista no presta, roba, y ella ha robado algo maravilloso: el respeto a la tradición y al trabajo que nuestros antepasados han construido con su lucha. Y en eso nos encontramos tanto nosotras como mis maestros clásicos, Velázquez, Rembrandt y Goya, y los contemporáneos que tanto admiro, pero sobre todo los que se dejaron la piel y no fueron reconocidos en su tiempo.

'Camarón', obra en técnica mixta de Lita Cabellut. / Gerard Rancinan

-Trabaja cada mañana en su estudio en obras de grandes formatos, no sólo pinturas sino también esculturas e instalaciones y siempre escucha la voz de Camarón de la Isla. ¿Qué le sugiere el cantaor al abordar su propia creación?

-A Camarón lo descubrí ya en Holanda cuando tenía 19 años. Camarón y Goya son mis dos maestros españoles: Goya por su compromiso con la sociedad, por su inteligencia, por su compasión y paciencia. Y Camarón por enseñarme a morir y volver a nacer, porque tuvo que romper para poder construir algo inmenso como La leyenda del tiempo pero a la vez sabía que todos somos la consecuencia del pasado y, por eso, colectivamente grandes. Sin rupturas el arte se asfixia, hay que dejarlo libre para que se construya con todas esas perspectivas, carga genética y conocimientos. Goya, Camarón y Rembrandt, al que siempre tengo presente, me enseñaron esto.

-¿Tendrá libertad Rocío Molina para incluir a los compañeros de viaje que desee en el proyecto?

-Voy a dejarle a Rocío Molina toda la libertad para que elija qué bailarines la pueden seguir y apoyar. Todos somos instrumentos del arte y si tienes que montar una orquesta tienes que hacer una en la que haya unidad y humildad para conseguir llegar al objetivo. Me fío totalmente de ella. Yo no tengo conocimientos exhaustivos de flamenco, para mí ella es una de las grandes bailaoras del momento y por eso quiero que hagamos juntas este proyecto. A quien Rocío Molina elija lo aceptaré como ella aceptará que yo decida los materiales necesarios para construir esas performances. No excluyo a nadie pero tampoco incluyo. Esto ahora es Rocío y Lita, o Lita y Rocío.

-En los últimos años trabaja en nuevas series, técnicas y métodos, como mostró en el Museo Goya de la Fundación Ibercaja en su primera exposición de su obra reciente en Aragón. ¿En qué línea se enmarcará su creación para la Bienal que, como ya se avanzó, va mucho más allá del diseño de un cartel?

-Será un trabajo performático, vamos a hacer un espectáculo donde la performance se va a integrar visualmente con el baile, la música y esos puntos de silencio. Rocío Molina le va a dar movimiento a mis texturas y yo le voy a dar color y profundidades a su movimiento. Tiene que ser algo muy orgánico, sin principio ni final, donde no haya un ego de Rocío o Lita sino una unidad visual y rítmica en la cual todo se funde, incluido el silencio.

Retrato de la artista en su estudio ante una de sus obras de gran formato. / Gerard Rancinan

-Tras ser la artista española más cotizada del mercado del arte ha iniciado un camino distinto en el que literalmente rompe sus cuadros, como pudo verse en el Museo Goya. ¿Qué materiales incluirá en su obra para la Bienal?

-Van a ser muchos materiales, llevo dos años ya en los que mi trabajo incluye el partir los cuadros y esta práctica se va a integrar en una de las performances, donde yo pinto y Rocío transforma. Será un proyecto de mucho simbolismo y el maestro que nos cogerá de la mano e hilvanará todas las intervenciones será Federico García Lorca, a quien admiramos tanto las dos. Tiraremos del hilo de su alma, mente, inteligencia y locura, de ese surrealismo tan cuerdo y sabio que Lorca tiene.

-Incluir a Lorca en su trabajo le permitirá ahondar de un modo más especial en su pasión por el pueblo gitano [Lita, de orígenes humildes, fue adoptada por una adinerada familia catalana].

-A mí de la obra de García Lorca me gusta todo pero es verdad que para mí ha sido muy importante el Romancero gitano porque habla de mis vivencias y del duende de un modo tan poético y verdadero, tan crudo. El mundo gitano estará presente en mi obra pero el duende no es sólo del pueblo gitano, está por encima de razas y regiones, de todo lo que hemos construido para poder identificarnos con algo. Nadie ha tocado como Paco de Lucía, que era payo como lo es Rocío Molina, que tiene el duende incrustado. Para mí el reto más importante de este encargo de la Bienal es poder participar con la gente que conoce al duende, que lo ha besado y lo ha tocado. Yo pinto muy flamenco, soy muy flamenca como pintora y si ves cómo parto mis cuadros la esencia está ahí, tiene más que ver con romperte la camisa. Carmen Amaya se subía al escenario convencida de dejarse su vida allí arriba cada noche.

"Nos creemos carceleros del arte, que es cambio y movimiento. Prefiero arruinarme a morirme de aburrimiento"

-Acaba de debutar en la ópera trabajando en la producción de Carlos V de La Fura dels Baus. ¿Qué ha supuesto esa incursión?

-Creo que todo es lo mismo. Cuando eres un artista y te has hecho un maestro en la técnica que has elegido, puedes hacer una ópera sobre Carlos V. Realicé todo el escenario, la escenografía, el vestuario y las luces porque podía hacerlo en ese momento, no porque tuviera experiencia en la ópera. Se trata de usar los materiales al servicio de algo más grande que nosotros mismos, ahí es donde todo se hace posible. Pero para eso tienes que desaprender, salirte de tus casillas. Eso es lo más difícil: librarte de las convicciones y condicionamientos que se van formando alrededor de tu carrera.

-Durante años sólo Miquel Barceló y el recordado Juan Muñoz superaban sus precios en los mercados y ferias internacionales, donde un cuadro suyo rondaba siempre los 100.000 euros. ¿Se ha liberado Lita Cabellut de la presión de marchantes, galeristas y, sobre todo, clientes fieles?

-Nos instan a seguir haciendo lo mismo porque a la gente le gusta y lo reconoce. Pero el verdadero arte no es un espectáculo. Nos creemos carceleros de algo que siempre está cambiando y en movimiento. A mí lo que más me horrorizaría es que el miedo a la transformación y el aburrimiento se hicieran conmigo, prefiero arruinarme que morirme de aburrimiento.

'Magdalena', otro de sus lienzos predilectos. / Gerard Rancinan

-¿Cómo pinta Lita Cabellut en este momento?

-Pinto con las manos, con los pies, con el cuerpo, parto el cuadro con los puños pero también tengo mi pincel de tres pelos. Para ser libre tienes que ser maestro en lo que has decidido ser en tu vida y por eso dominar la técnica es tan importante. Yo me levanto a las siete, y a los ocho, tras tomarme el café y el zumo, ya está Camarón sonando a tope en el taller y empiezo a trabajar junto con mis asistentes. Ellos van recogiendo lo que voy tirando, trabajo con mucha emoción y luego tras el estallido viene el ordenar, el poner las cosas en su sitio, el controlar y pintar el detalle con el pincel de tres pelos, que es el equivalente a cuando Rocío Molina se queda parada y en silencio, concentrando toda la energía en un punto.

"El mundo gitano estará presente en mi obra pero el duende está por encima de razas y regiones"

-Su obra es muy matérica y en algunos momentos se ha destacado la huella del maestro catalán Tàpies así como la de Pollock por el papel que concede a la acción.

-Sí, en mi trabajo he aprendido de todos ellos, de Tàpies mucho pero también de Lucian Freud. Les he mirado y observado hasta intentar entender qué es lo que hacían. Pollock sabía que había que morir para renacer, la visceralidad a la hora de afrontar su obra ha influido mucho en mí.

-Sorprende el contraste entre su posición poderosa en los mercados, con clientes en Abu Dhabi o Washington, y su reivindicación de una cultura artística ácrata. ¿Qué tendencias le parecen más representativas de la escena actual?

-Asistimos a una revolución en el contexto de la crisis económica. El arte se mueve en la incertidumbre pero hay señales de transformación. Cuando el arte se vuelve mundano y se deja domesticar por el mercado dejamos de reconocer su fuerza. Y hay una gran necesidad de arte, lo vemos con los graffiteros, que son los poetas visuales de hoy y están llenando las calles de color y de mensajes. Es la suya una transformación urbana y visible y las galerías e instituciones tendrán que adaptarse a lo que la gente en la calle desea, necesita y pide.

"Europa tiene que darse cuenta de que el populismo es como el viento, que hace prender el fuego"

-Desde Holanda, donde tiene su hogar, se ha pronunciado alguna vez contra el auge de la extrema derecha y de las posiciones más intolerantes. ¿Cómo se puede redimensionar desde el arte el proyecto común europeo?

-Europa y el mundo tienen que ser conscientes de que el populismo es como el viento, que hace prender el fuego, y de que la única manera de prevenir y calmar la brutalidad es a través del conocimiento, la educación y la ética. Porque todos somos racistas, todos queremos tener la razón, y eso sólo se puede rectificar con la educación, desde la escuela.

-Nunca ha expuesto en Sevilla y sería un epílogo formidable al proyecto de esta Bienal de Flamenco que dirige Antonio Zoido que se mostrara una antológica de su obra. ¿Existen negociaciones para que Lita Cabellut exponga al fin en Andalucía?

-Puedo avanzar que estamos preparando una gran exposición en Andalucía para 2021 porque donde están los flamencos está mi alma y ahí tienen que estar también mis cuadros.

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