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Hermanos Machado
"El tiempo ha mejorado afortunadamente y ya no sufrimos calores tan estupendos", escribe en 1892 un joven Antonio Machado a su padre, que se ha instalado en Puerto Rico para emprender una desafortunada y breve aventura como registrador de la propiedad. En la carta, que el muchacho redacta el verano en el que cumple 17 años, se percibe el afecto que une a los miembros de la familia -"esperando noticias tuyas para escribirte más largo y enviarte algún trabajillo que escribiré solamente para ti, se despide tu amantísimo hijo", le dice el firmante a su progenitor- y se detalla un orden doméstico en el que el vástago y su hermano Manuel se dedican a estudiar "con doble interés para aprobar en septiembre".
La misiva, el primer documento escrito que se conoce de la vida de su autor, forma parte de la exposición Los Machado vuelven a Sevilla, con la que se inaugura este jueves el nuevo centro que la Fundación Unicaja abre en la Avenida de la Palmera de Sevilla y en la que se mostrará el legado de los hermanos Machado, compuesto por 4.570 páginas y fotografías y adquirido por la entidad que preside Braulio Medel entre 2003 y el pasado año.
Seleccionar el material que se verá en esta cita "ha sido un proceso fatigoso, por la cantidad de documentos que hay, pero también muy gustoso", asegura el escritor Antonio Rodríguez Almodóvar, comisario de esta exposición junto al profesor de la Universidad de Jaén Rafael Alarcón Sierra.
Piezas teatrales inéditas o adaptaciones de Calderón de la Barca y Lope de Vega en las que se embarcaron conjuntamente Antonio y Manuel; unos versos sueltos con los que Antonio celebraba el resplandor de su ciudad natal, "Entra la luz dorada de Sevilla / abierto el corazón al mundo", que remiten inevitablemente a aquellas conmovedoras líneas que se encontraron en su gabán después de su muerte, "Estos días azules y este sol de la infancia"; más de una veintena de cartas que se cruzan los diferentes miembros de la familia, entre ellas una dirigida por Leonor a su suegra, Ana Ruiz...
La "mayor colección de manuscritos" machadianos ilustra la inquietud intelectual y la variedad de intereses de los dos hermanos, que se cartean con Gregorio Martínez Sierra, José Ortega y Gasset o el hispanista Archer M. Huntington y se inspiran para sus creaciones en personajes tan dispares como Adriana Lecouvreur o el bandido Candelas. "Este último protagoniza lo que parece un guión cinematográfico que escribió Manuel", explica Rodríguez Almodóvar, que ya investigó los fondos adquiridos por Unicaja en 2003.
El conjunto incluye textos que habían permanecido inéditos hasta ahora, como las obras La Diosa Razón o Las tardes de la Moncloa, "y otros que se conocían, pero cuyos manuscritos tienen el valor de lo autógrafo: se pueden rastrear las correcciones, las tachaduras", prosigue Rodríguez Almodóvar, que destaca también entre los documentos destacados de la exposición la misiva del joven Antonio a su padre. "No tenemos constancia de que esa carta llegara. Está escrita en un contexto un poco incierto, y la peripecia de Machado Álvarez en Puerto Rico fue muy complicada. Va allí a recuperarse económicamente, pero pronto le pilla la enfermedad", relata. El padre, de hecho, moriría unos meses más tarde, en 1893 y con 47 años, tras haber regresado con los suyos a España.
Los Machado vuelven a Sevilla abrirá sus puertas la misma semana en que se cumple el 80 aniversario de la muerte de Antonio en la localidad francesa de Collioure, pero la mayor contribución del patrimonio, especialmente de las últimas adquisiciones, pasa por arrojar luz sobre la figura de Manuel, del que han aparecido borradores de sus escritos en prosa y de algunos poemas. "El taller de Antonio estaba más o menos localizado en el primer legado, el que se compró en 2003, pero con estas nuevas adquisiciones nos hemos llevado la grata sorpresa de que había muchos textos de Manuel", expone Rodríguez Almodóvar. Del mayor de los hermanos se conservan anotaciones sobre los cantes flamencos, estampas folclóricas de Sevilla, impresiones sobre Oscar Wilde o Goya. "Y seguimos con el rastreo. Lo de Manuel es inacabable: son montones de cuadernos, de hojas sueltas, las que dejó. Escribía en cualquier sitio", observa el especialista, que trabaja aún en la catalogación de los fondos. Por fortuna, aguardan aún nuevos capítulos que prolonguen la memoria de los Machado.
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