Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)
Nuccio Ordine | Escritor y profesor
Autor de uno de los libros más citados del siglo XXI, La utilidad de lo inútil, el escritor, filósofo y profesor Nuccio Ordine (Diamante, Calabria, 1958) es una de las personalidades culturales más significativas del panorama internacional a la par que un hombre sencillo capaz de iluminar las relaciones entre arte, literatura e historia de las ideas a los interlocutores más diversos, ya se trate de alguno de sus grandes amigos, como el recordado George Steiner o la diseñadora Paloma Picasso, o de sus alumnos de literatura italiana en la Universidad de Calabria. El programa paralelo a la deslumbrante exposición Imago Mundi Imago Mundi sobre el poder de los libros en tiempos de barbarie y civilización lo atrajo al Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus), donde impartió una conferencia que agotó todas las entradas. Ordine defiende, como el Adriano novelado por Marguerite Yourcenar, "que mi hogar es donde están mis libros. Tengo una biblioteca de casi 30.000 volúmenes así que me tuve que construir una casa para poder vivir con ellos".
-¿Qué idea principal recoge su conferencia Medio pan y un libro?
-Hay páginas maravillosas donde Petrarca y Maquiavelo, por citar dos ejemplos, defienden que leer libros significa nutrir el espíritu de un modo muy importante. Si se fija, el léxico que usamos para nutrir el alma es el mismo que para alimentarnos. Tengo sed de conocimiento y tengo hambre de libros. Federico García Lorca nació en una pequeña localidad a unos cuantos kilómetros de Granada, Fuente Vaqueros, pero cinco años antes de ser asesinado inauguró una pequeña biblioteca en su pueblo y dijo que si él estuviera desvalido en la calle no pediría un pan, pediría medio pan y un libro. Montaigne también decía que el hombre no es sólo cuerpo y que si tenemos un pan para el cuerpo debemos tener otro para el espíritu. Sin cualquiera de los dos no se puede vivir. Aunque en nuestra sociedad lo segundo es más difícil porque la pandemia probó que no había problema para mantener abierta la panadería pero si decías que la Universidad, la escuela y la librería eran esenciales y no debían cerrar encontrabas resistencia.
-¿Cómo surgió su amor por los libros, eje de su otro influyente ensayo Clásicos para la vida?
-Nací en un pueblo pequeño de Calabria y en una casa donde no había libros. Mis padres no habían estudiado y en mi pueblo no había librerías ni bibliotecas. Años después encontré profesores que me hicieron comprender la importancia del conocimiento, sobre todo como forma de liberación personal. Para ser un hombre libre tú tienes que ser culto porque si no eres esclavo de otros que te explican las cosas. En la escuela un profesor muy inteligente me transmitió su amor por los libros y, aunque yo tenía muy pocos recursos, empecé a comprar y después, cuando ya gané dinero, busqué y compré libros, y hoy tengo una biblioteca importante que me permite trabajar en casa y ponerla a disposición de los estudiantes, que vienen aquí a hacer sus tesis doctorales.
-¿Por qué los libros nos transforman y resulta tan importante que los clásicos no desaparezcan de los planes de estudio?
-Hay muchos autores clásicos que explican que los libros son fundamentales para enseñarnos cosas y cambiar nuestras vidas para siempre. Suelo repetir a mis alumnos que no se estudia para buscar un título, al igual que los clásicos no se leen para aprobar un examen, sino porque te estimulan para comprender no sólo la vida en el pasado sino tu vida en el presente. Sin embargo, la pandemia ha supuesto un caballo de Troya para el curso telemático, que desde hace años intentaba acceder a la Universidad y generalizar las clases virtuales. Y yo pienso lo contrario: a los estudiantes debemos desintoxicarlos de las pantallas. Esta idea de que todo tiene que ser virtual es perniciosa y hay muchos neurocientíficos en Estados Unidos que están analizando esta cuestión. La tecnología es buena porque nos permite hacer cosas que antes no podíamos pero una cosa es emplear la tecnología y otra que la tecnología me emplee a mí. Hablo mucho con mis estudiantes y cuando les pregunto por qué tienen perfiles de Facebook me dicen que es la ocasión de hacer amigos, y creen que tienen 1.500 amigos porque tienen 1.500 clicks. No, la amistad es otra cosa. En una página de El Principito el zorro del desierto le explica que para jugar con él tiene que domesticarlo, y que domesticar significa "crear lazos", y eso sólo se consigue dedicando tiempo. Hoy la prisa se considera el valor principal de la sociedad pero es falso porque no todas las cosas piden rapidez. Un ordenador es bueno si es rápido pero para cultivar conocimiento y relaciones humanas tienes que poner tiempo de tu tiempo, lo que no significa perderlo, sino ganarlo para ti y los demás. Yo creo que los libros nos enseñan todo esto. Una página de El Principito te puede hacer comprender que la prisa y la indiferencia son malas y que para cultivar la amistad tienes que dedicarle tiempo.
-Universidades de todo el mundo le reclaman por su defensa de los saberes humanísticos, desde Yale a París. ¿Qué retos enfrentan estos centros del saber?
-Actualmente la Universidad se empeña en vender títulos a los estudiantes y el título es importante pero no puede ser el final, la meta, porque si el estudiante cree que tiene que estudiar para ganar dinero entonces estamos corrompiéndolo. El estudiante tiene que estudiar para ser mejor. Y después, cuando sea mejor, puede ganar dinero pero con una dignidad humana y moral necesaria. Otra gran preocupación mía es que ahora todo el mundo está dominado por la tecnología y las multinacionales que se ocupan de esto. En junio las economías del G-7 acordaron que las grandes multinacionales tecnológicas como Google, Facebook o Apple paguen un 15% de impuestos en los países donde operan y no sólo donde tienen sus sedes o sus filiales. Esto se presentó en Europa como una victoria pero ¿cómo es posible si ganan millones y millones? Yo como profesor de Universidad en Italia pago un 43% de impuestos de un salario de empleado del Estado. Es inmoral. ¿Por qué tienen tanto poder? Porque la tecnología es ahora un sistema que no sólo ofrece cosas útiles sino que también está afirmando una manera de pensar la vida con los otros que es muy peligrosa. ¿Cuál es la filosofía de la tecnología? Crear consumidores pasivos. Lo vemos en la obsolescencia programada. Todo el dinero que la Universidad y la escuela invierten en tecnología, seis meses después no vale de nada, está obsoleta, y eso es un pozo sin fin. Esa lógica perversa de la obsolescencia programada me parece preocupante porque la Universidad en lo que tiene que invertir es en la formación de buenos profesores. Lo que cambia la vida de un estudiante no es un ordenador ni una plataforma sino un profesor. Cuando Albert Camus ganó en 1957 el Premio Nobel y recibió la noticia pensó dos cosas: escribir una carta a su madre y otra a su profesor en la escuela primaria de Argel. Ese profesor, Louis Germain, es para nosotros un desconocido, pero el día del Nobel Camus reconoce que sin él no sería el escritor que admiramos. Por eso hoy, en silencio, en una pequeña cabaña en África, hay un profesor que ha cambiado la vida de un estudiante y ninguno de los dos lo sabe. Eso es el milagro de la enseñanza. Los buenos profesores, y no las plataformas, son lo más importante. Un profesor tiene que mirar a los ojos de los estudiantes, si le habla a una pantalla no comprende nada.
-¿Esperaba el éxito internacional de La utilidad de lo inútil, publicado en castellano por el sello Acantilado? ¿Por qué decidió escribirlo?
-Lo escribí como el grito de alarma de un profesor que tras 20 años impartiendo literatura italiana intentaba explicar a sus alumnos -y por eso para mí es esencial darles clase en su primer año- que no están en la Universidad para lograr un título, sino para aprender a vivir y comprender las cosas. La Universidad y la escuela han convertido a los profesores en burócratas que pasan mucho tiempo en reuniones, inmersos en un sistema empresarial que no tiene nada que ver con la verdadera función de la educación. En el mundo ahora quienes dictan la programación, la agenda y la dirección de la educación son el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, agencias que persiguen crear consumidores pasivos sin pensamiento crítico. Pero no, no podía imaginar este éxito: La utilidad de lo inútil se ha traducido ya en 32 países y 22 lenguas, y ha funcionado gracias al boca a boca lo que significa para mí que los estudiantes piden valores. El problema es que los profesores hoy no hablan con los alumnos porque un profesor tiene que hacer tantas tareas burocráticas que llega al aula sin fuerza, y si tú no tienes entusiasmo para enseñar los estudiantes no se apasionarán por tu disciplina. Por eso es esencial formar buenos profesores y que esta locura de la burocracia en la escuela y la Universidad se acabe. Porque un profesor tiene que hablar con sus alumnos y estudiar en su casa. Un profesor es siempre un estudiante y el que no lo asume, es un mal profesor.
-En su obra reflexiona a menudo sobre cómo la ignorancia y el fanatismo amenazan al libro, y en la exposición Imago Mundi hay toda una sección dedicada a su destrucción, con capítulos recientes como la quema de la biblioteca de Sarajevo.
-En la Historia hemos vivido esa paradoja. Los libros son frágiles y no se pueden defender, son incluso considerados inútiles, pero el poder tiene miedo de ellos y cada vez que hay una dictadura o una imposición los libros son quemados. Eso te explica que el libro es un instrumento para la libertad y el poder lo sabe y tiene miedo de él. Porque el poder no quiere instrumentos que te permitan elegir a ti, quiere elegir él, piensa que lo mejor es instaurar un pensamiento único y la Historia está llena de ejemplos así, desde la quema de libros por los nazis al fundamentalismo religioso de cualquier confesión, pues no está de más recordar que la Biblioteca de Alejandría fue destruida por los cristianos. Personalmente creo que un mundo con una sola lengua, una religión y una única visión del mundo es un mundo horrible. Imago Mundi se abre con magníficas obras que reflexionan sobre el mito de Babel, y me gusta recordar que hay autores que sostienen que Babel no es un castigo sino una riqueza de la Humanidad. Yo también creo, como ellos, que la multiplicidad de las lenguas, las religiones, las culturas y los colores de la piel enriquecen la sociedad. Soy un hombre del sur, el resultado de la cultura griega, latina, normanda, francesa, española, árabe… Andalucía también es el reino de la mezcla. El peligro de la locura que gana terreno en todo el mundo es la identidad. Tras la caída del Muro de Berlín y el final de la guerra fría entre ideologías la contraposición se ha creado sobre la identidad, que es mucho más peligrosa: porque la ideología puedo elegirla pero hablar una lengua o tener una religión son cosas impuestas por la casualidad de la vida, si nazco en Afganistán en una comunidad talibán yo probablemente lo sea también. Esta visión rígida de la identidad es una mentira y la literatura nos aporta ejemplos de que esto no es así. Plutarco, por ejemplo, nos habla de la vida de Teseo, fundador del mito de Grecia, que mata al minotauro en Creta y crea una nueva vida para Atenas, que hasta entonces debía pagar un tributo de sangre sacrificando jóvenes al monstruo. Teseo regresó en un barco que llegó a Atenas como símbolo de esa victoria y permaneció en el puerto. Con los años parte de la madera se pudrió e iba siendo sustituida por otra más resistente. ¿Sigue siendo el barco de Teseo aunque no quede una sola tabla original? Sí porque la identidad no es estática, nuestra vida es la suma de todas las cosas, y estudiar la literatura permite comprenderlo.
-Le gusta recordar esta cita de Borges: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído". ¿Qué títulos ama ahora de un modo especial?
-En cada momento de la vida tú tienes un libro particular y otros que varían. He amado mucho el Orlando Furioso de Ariosto que es uno de los libros que no se quema en El Quijote. Me gusta mucho la poesía y adoro a Cavafis y a Antonio Machado, a Horacio y a Lucrecio. Dos versos de Machado, "Caminante no hay camino/ se hace camino al andar", explican que la grandeza de un poeta es hacerte ver lo invisible, decir algo que tú tienes en el corazón. De Séneca las Cartas a Lucilio son maravillosas. A mis estudiantes siempre les digo que la hora de latín puede ser de ciencia, de filosofía o de literatura, porque los conocimientos no son islas separadas sino que están conectados entre sí. Ítaca de Cavafis y los versos de Machado nos hacen comprender que lo importante no es llegar sino el camino que tú estás haciendo para ir a Ítaca. La escuela y la Universidad hacen creer que Ítaca es el título pero ese pedazo de papel no sirve para nada si no tienes conciencia de todo lo demás.
También te puede interesar
Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)
Marco Socías | Crítica
Guitarra elegante y elocuente
Lo último