Los nombres del exilio

Acantilado rescata la magna obra que el escritor y psiquiatra catalán Josep Solanes dedicó a reflexionar sobre la experiencia del destierro.

Refugiados españoles cruzan la frontera francesa al final de la Guerra Civil.
Ignacio F. Garmendia

19 de junio 2016 - 05:00

EN TIERRA AJENA. EXILIO Y LITERATURA DESDE LA 'ODISEA' HASTA 'MOLLOY'. Josep Solanes. Acantilado. Barcelona, 2016. 336 páginas. 18 euros

Desconocido fuera del ámbito de la psiquiatría, Josep Solanes i Vilaprenyó (1909-1991) responde al modelo de médico humanista que durante siglos ha llevado a muchos hombres de ciencia a trascender los límites de su disciplina para interesarse por la literatura o la filosofía, de acuerdo con un patrón intelectual cada vez más infrecuente en nuestro tiempo de especialización a ultranza. Nada sabíamos de él hasta la edición de este libro que aparece publicado un cuarto de siglo después de su muerte en Venezuela, el país que lo acogió tras su salida de España -luego de una década de residencia en Francia, donde completaría su formación- y en el que desarrolló casi toda su carrera profesional, de la que se informa en una nota biográfica que lo define como maestro en calidad de docente, investigador o practicante y relaciona sus aportaciones al estudio del exilio con las de autores como Eugène Minkowski o Karl Jaspers. Prologado por la profesora Mònica Miró, que ha llevado a cabo un meritorio trabajo de rastreo para restituir la figura y la trayectoria del autor catalán, En tierra ajena es la obra de toda una vida donde Solanes, que escribió decenas de artículos sobre la materia, cifró su ingente conocimiento a propósito de un tema al que no podía ser ajeno y que en su aproximación une, como dice Miró, lo conceptual y lo vivido.

Ese trabajo de rastreo nos presenta al hijo de una familia de farmacéuticos, nacido en una comarca agrícola de Tarragona, que estudió medicina en Barcelona como discípulo de Emilio Mira y López, trabajó antes de la Guerra Civil en un hospital de Reus, militó en el POUM y formó parte, con el grado de capitán, de los Servicios Psiquiátricos Militares del IV Cuerpo del Ejército Republicano, antes de abandonar España en la desbandada que siguió a la victoria de los nacionales. Durante la contienda había orientado sus investigaciones al estudio de los efectos postraumáticos de los combates y las psicopatologías asociadas a la guerra, pero ya en la etapa francesa, al tiempo que colaboraba con las publicaciones catalanas que se editaban en el país vecino, empezó a interesarse por la temática del exilio y lo siguió haciendo después de su marcha definitiva a Venezuela en 1949, donde alternó la práctica médica y la docencia universitaria y fue reconocido como un experto de proyección internacional. De su vigor habla el hecho de que presentara, ya septuagenario, una tesis de doctorado en filosofía (Universidad de Toulouse-Le Mirail, 1980) que por lo demás incidía en el mismo objeto de estudio.

Revisada y ampliada durante décadas, a lo largo de medio siglo de dedicación ininterrumpida, la magna obra de Solanes tuvo una primera aparición, póstuma, en la editorial venezolana Monte Ávila, con el título de Los nombres del exilio (1993) que sigue dando nombre a una de las secciones. En tierra ajena es por lo tanto la primera edición española de un trabajo 'fundacional' que Miró califica como "libro de libros", parangonable a los de Claudio Guillén o María Zambrano, nacido de las vivencias particulares interiorizadas y enfrentadas a las de muchos otros desterrados de cualquier época, pues el autor aborda el fenómeno sin límites de ninguna clase y desde una vasta perspectiva que abarca la psicología, la antropología, la metafísica o la literatura. Entre "la vecindad psicológica con el pasado (la nostalgia) y la vista puesta en el regreso (la esperanza)" se sitúa para Solanes, como explica Miró, la experiencia 'radical' del exilio, que lo es precisamente porque separa de las raíces e introduce a los desarraigados en un mundo extraño, una "inmensa sala de pasos perdidos".

Resultado de múltiples lecturas, de un saber enciclopédico aliado a la capacidad de síntesis, de la familiaridad con teóricos y pensadores pero también con las obras o los itinerarios de los escritores y los poetas, En tierra ajena descarta el "enfoque clínico" que Solanes asumió en sus primeras aproximaciones para cifrar en la alienación que comporta el destierro una imagen -un paradigma, un modelo universal- de la condición humana. Las representaciones naturales, el rico vocabulario de la ausencia, el espacio o 'desespacio' y el tiempo o destiempo del exilio, las personas y personajes que lo encarnaron y sus diferentes mentalidades, el 'des-exilio' del que habló Zambrano o las distintas variables del regreso, que en el caso del autor nunca se produjo, son algunos de los temas tratados por Solanes en capítulos cortos, condensados, netamente ensayísticos, caracterizados por la erudición, la buena escritura y un gusto muy marcado por la precisión del léxico y los matices asociados a unas u otras palabras. El valioso legado literario de la España peregrina se enriquece gracias a este libro hermoso y felizmente rescatado en el que uno de sus hijos menos conocidos reflexionó sobre una experiencia tan antigua como la humanidad que sigue siendo hoy -nos lo recuerdan los refugiados o los inmigrantes de los que también habla Solanes- tan actual como siempre.

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