Cuando los niños son los Reyes Magos

Finaliza la campaña de los Recaudadores Reales en el Alamillo con más de 7.000 juguetes recogidos

Un grupo de volunarios y trabajadores de la campaña, en el salón donde se arreglan y limpian los juguetes.
Manuel Conradi

03 de enero 2008 - 05:00

A pesar del tiempo desapacible, hubo ayer familias, padres e hijos, que fueron al Parque del Alamillo con sus juguetes. No para estrenarlos o jugar con ellos, que no estaba el día para eso, sino para aportarlos al a campaña de los Recaudadores Reales que, un año más, ha organizado el Parque para alegrar las Navidades de los niños más desfavorecidos.

Claro que esta iniciativa, explicaba Adolfo Fernández Palomares, director del Parque, no hubiera sido posible "sin la solidaridad de lo sevillanos y la colaboración de los miembros de la Asociación de Amigos del Alamillo, que han estado aquí trabajando todas las Navidades, mañana y tarde".

Incluso ayer, que era el último día de la campaña de recogida, las salas del cortijo del Alamillo se asemejaban a lo que en las películas americanas describen como el taller de Santa Claus: un salón repleto de juguetes y una veintena de personas reparando, limpiando y clasificando muñecas, bicicletas, puzzles o peluches.

"De los aproximadamente 130 miembros de la asociación de Amigos del Alamillo", comentaba Saturnino Ramos, tesorero de la misma, "colaboran voluntariamente con la campaña unos 30 ó 40. Unos están todo el día, otros una mañana o una tarde, según la disponibilidad del tiempo". Este año, los Recaudadores han estado encarnados por el delegado de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla, Emilio Carrillo; el periodista y presentador de Canal Sur Jesús Vigorra, y Manuel Álvarez, arquitecto y miembro de la Asociación de Amigos del Parque del Alamillo.

El balance ha sido muy parecido al de otros años: más de 7.000 regalos que será repartidos entre unos 2.000 niños de distintos colectivos -inmigrantes, menores en riesgo de exclusión social, hospitalizados...- a través de diversas ONG.

Aunque se pide que los juguetes sean nuevos o estén en perfecto estado, no siempre es así. "Hay de todo", decía María Jesús Gómez, voluntaria desde hace cuatro años. "Desde los que están nuevos a los que hay que desechar porque están en muy mal estado". A algunos, como el perrito de peluche que está cosiendo Rosa Guallart, les basta "una puntada y ya están como nuevos".

Para Soledad Bracho, es mejor reciclar que regalar juguetes nuevos, "porque en éstos la gente no suele gastarse demasiado dinero y si los arreglas, se pueden regalar juguetes de categoría".

Además de los voluntarios, el parque ha contratado a varios trabajadores que son los encargados de arreglar y poner a punto los juguetes más complejos. "Nosotros no sabemos ni cómo funcionan", apunta Saturnino.

Aunque los juguetes electrónicos, aparte de algunos ordenadores a pilas para niños pequeños, "apenas llegan, lo que es un problema para los niños mayores", afirma María Jesús, quien también ve con cierta desazón como ha disminuido considerablemente el número de libros donados, "lo que es muy mala señal".

Por lo demás, y aparte del belén que ha montado la Asociación, la sala es un verdadero sueño infantil. Hasta el punto que hay algún pequeño, recuerda Saturnino, al que no sólo le cuesta regalar los suyos, sino que al ver tantos quiere que les den alguno.

No es el caso de Miguel, quien asegura rotundamente que no le da ninguna pena regalar tres juguetes -una bicicleta, un perro electrónico...- a cambio de los tres que recibe cada Navidad. A sus 7 años, lleva cinco participando con sus padres, José María e Isabel, a los que acompaña cada año al Alamillo, "porque queremos que aprenda que hay que compartir", dice su madre.

A Manuel también le acompañaban dos de sus tres hijas, a las que quiere acostumbrar "a que no tengan demasiados juguetes, y que comprendan que hay niños que no los tienen. La pequeña es muy chica y todavía no se entera, pero la mayor ha venido muy concienciada".

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