Niño de Elche: "Cada vez hay menos gente extrañada con lo que hago"
Bienal de Flamenco
El cantaor presenta en unas horas 'Memorial' en el Lope de Vega y en una semana volverá a la Bienal para acompañar a Rocío Molina
Francisco Contreras Molina, Niño de Elche, una de las figuras más libres e inclasificables del cante, afirma que "nunca" tuvo la sensación de hacer un camino en solitario. "Siempre encontré a gente que me apoyaba", expresa horas antes de Memorial, el concierto que va a dar este viernes y con el que la Bienal volverá al Lope de Vega. "En el mundo del flamenco clásico sí me sentí solo, porque estábamos educados en un formato antiguo, y pocos cantaores entendían lo que hacía. Pero cada vez me topo con gente más afín, o por lo menos no tan extrañada con las cosas que hago y con lo que digo, que también es un territorio de construcción y de creatividad para mí", expone este cantaor que defiende que los huesos y los músculos también poseen memoria. "Yo concibo al cantaor como un sujeto físico, eso en mis espectáculos siempre ha estado muy presente. Cuando hablo de la memoria, hablo también desde ahí, no se trata sólo de recordar cantes, es también recordar formas de relacionarse, formas de estar en el escenario", sostiene.
Niño de Elche publicará este otoño su nuevo disco, Mausoleo de celebración, amor y muerte, un lanzamiento que se acompaña de esas frases jugosas que caracterizan al intérprete: "El flamenco ha muerto. Erijamos un mausoleo para mantener y honrar los restos que han quedado de un flamenco que ya no existe". Pero el ilicitano tiene otros motivos para la celebración: ya superó sus bodas de plata en la profesión, una fecha por la que volvió a reunirse con el primer guitarrista que le acompañó en el escenario, Paco Javier Jimeno. "La experiencia fue muy bonita, recordábamos nuestros encuentros en los concursos, que es donde empecé, pero también algunos recitales en los que me acompañó… ¿Que qué le diría a ese chaval que comenzaba en esto, a mi yo del pasado? Pues tengo poco que decirle [ríe]. Pasado el tiempo, pasados nosotros por el tiempo, es difícil decir algo. Bueno, lo animaría, le diría que su posición en el flamenco no estuvo tan mal encaminada como habría creído por las inseguridades, los miedos que él tenía".
El artista protagonizó hace un año la película Canto cósmico, dirigida por
Leire Apellaniz y Marc Sempere-Moya, un retrato de su búsqueda de la libertad y la incomprensión que había encontrado en el camino. "Pero es una visión hasta el momento en que se grabó", matiza, "si mi mirada, mi visión de esto, se quedara así sería mal asunto. Todos los formatos fonográficos, cinematográficos son fotografías al fin y al cabo, rastros de un tiempo, y yo me los tomo como tales, me relaciono con ellos desde ahí. Acepto lo que he sido, lo que ya no soy, es un trabajo personal interesante".
Sobre su regreso a la Bienal, Niño de Elche no lo ve como un "desafío", y considera que el encuentro "tiene cierta relevancia, pero no hablamos de festivales que tengan un foco internacional, es una de las críticas que siempre le he hecho a la Bienal, y los directores, los pobres, pueden hacer lo que pueden hacer al respecto. Pero ojalá eso cambie y la Bienal coja ese carisma de festival internacional, que entre en la dinámica de coproducciones. No es venir a un festival de pueblo, ni mucho menos [ríe], no sería yo tan atrevido, pero es una plaza importante dentro del flamenco. Y yo me defino como un ex flamenco".
El próximo día 30, Niño de Elche regresará a Sevilla con Carnación, el espectáculo de Rocío Molina que ambos presentaron en la Bienal de Venecia. "Con Rocío me he entendido muy bien. Hizo una propuesta con mucho fundamento, estoy muy contento de haberla acompañado porque hablamos de otro concepto, de otra cosa, de otras dimensiones. Cuando alguien te aporta y te invita a otra dimensión es un regalo, y así veo trabajar con Rocío. Es un espectáculo donde nos exponemos bastante, físicamente, pero ha sido una suerte compartir esta aventura".
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