Niña Pastori vuelve a reinar en Sevilla por Navidad
La gaditana llena Fibes con un concierto de villancicos en el que desató el fervor navideño
Las fotos del concierto de Niña Pastori en Sevilla
Lo ha vuelto a hacer. Después de llenar la Plaza de Toros de la Maestranza a finales de verano, Niña Pastori agotó la noche del miércoles las más de tres mil localidades del Auditorio Fibes en un concierto en el que se entregó a la magia de las Pascuas: “Sevilla está conmigo increíble”, se congratuló al empezar. La gaditana está celebrando 30 años de carrera y, lejos de aprovechar el parón en su gira Camino, se ha echado a la carretera para versionar villancicos populares a los que ha añadido nuevas composiciones, todos reunidos en un álbum titulado Feliz Navidad. Y lo ha hecho manteniéndose fiel a su estilo, ese que aglutina distintas estéticas e influencias -el pop, la salsa, el flamenco- bajo el poder trasmisor de su voz, siempre íntima, afinada y emocionante. Un disco que “siempre he querido hacer” y cuya grabación tuvo que intercalar en su gira de verano “y meternos en el estudio sudando a caños”.
Como es habitual en sus conciertos, un público variopinto abarrotó el patio de butacas y se arrancó por palmas de bulerías en una muestra de furor que la cantante supo aprovechar con esas muestras de naturalidad y cercanía que la definen. La primera parte condensó lo mejor del recital, en la que destacó la versión de Noche de Paz, con arreglos muy originales en los que sintetizadores y cascabeles convivían en perfecta armonía. Tiró de enjundia en Blanca Navidad, elevando la voz para aportar emotividad en un tema que se escurría sin llegar a conectar con el respetable, que sí vibró de lo lindo con Ya vienen los reyes, dedicada a los numerosos niños que acudieron a escucharla: una descarga de sabor rumbero y caribeño compuesta al alimón con Chaboli.
Hoy es Navidad es el single que precedió al disco, una fórmula conocida en la discografía de la cañaílla, balada con giros flamencos que de cambiar la letra podría encajar en su repertorio habitual. Sin embargo el momento más popular lo aportó Amor Amante, un romance donde sonaron panderetas y se recuperó la sonoridad de Navidades casi olvidadas, aquellas que hunden sus raíces en el medievo y dejan entrever en los villancicos la inadvertida presencia de elementos moriscos y judíos. Una delicia. Orillo orillo supuso la primera incursión en el flamenco tradicional, unas bulerías repleta de melodías preciosas.
Los bises arrancaron con Niña Pastori recorriendo el patio de butacas micro en mano para interpretar desde ahí Camino de Belén, que la gente coreó enloquecida en los espacios que dejaban la ristra de piropos de toda índole que recibió la cantante. Después de eso nadie quería irse. Así, con la faena hecha, volvió al escenario para desgranar al piano los Campanilleros en la versión de Manuel Torre, para pasar de inmediato a Navidad Navidad en compás de swing que levantó al público del asiento. Ya con todo el mundo en pie nos adentramos en el éxtasis navideño con el consabido popurrí de la Marimorena, hasta llegar al final apoteósico de Palillos y Panderos, con la gente arremolinada, ebria de Navidad, al pie del escenario.
Culminaba así la puesta en escena de una nueva vertiente de la carrera de la cantante, que se suma con ello al furor por la música navideña que agita últimamente el panorama español. En nuestra Andalucía, la profusión de zambombas y coros de toda índole demuestra la renovada juventud del villancico, pero cabe agradecer la aportación de la gaditana al género con nuevos matices, producciones y arreglos que actualizan un repertorio que brilló en el directo.
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