Hacia el negro
Crítica 'Les salauds'
Les salauds. Drama, Francia-Alemania, 2013, 103 min. Dirección: Claire Denis. Intérpretes: Vincent Lindon, Chiara Mastroianni, Michel Subor, Grégoire Colin.
Les salauds se orienta irremediablemente hacia el negro más absoluto, hacia la disolución de toda luz, desde ese primer plano lluvioso que nos sitúa en una nueva noche digital, cortesía de Agnès Godard, que preludia en sus texturas monocromáticas y metálicas una siniestra celebración del reino de las sombras.
Claire Denis (Beau travail, L'Intrus, White Material) sigue depurando aquí ese estilo elíptico, circular, seco y cortante, esa narración precisa, huidiza y sin concesiones no apta para espectadores perezosos, para reescribir o apuntar los esquemas y la fatalidad del noir sobre el sustrato mitológico de una historia que remite a la mismísima Centauros del desierto o a su reconocido remakeschraderianoHardcore, un mundo oculto.
El capitán marino y errante regresa al no-hogar sin billete de vuelta para hacerse cargo de la familia destruida, para rescatar a la sobrina perdida, para vengarse y poner orden donde habitan el secreto, la vergüenza y la ruina. El retorno del personaje de Lindon ordena mínimamente el trayecto narrativo de este filme plagado de huecos y resonancias, atravesado por el latido lento, grave y profundo de la música de Tindersticks y encabalgado según una lógica particular: la de la materia, las formas y su roce, un territorio donde la ensoñación, el deseo (el real, carnal y abrupto, o el proyectado, flotante y velado) y los tiempos circulan con un mismo espesor de ambigüedad y potencia visual.
En Francia se le ha reprochado a Denis que acabe mostrando lo que no puede/debe ser mostrardo, que deje abierta la puerta a la insinuación de terribles vínculos de amor, deseo y sangre ("Put your love in me...", dice la canción sobre las imágenes prohibidas), que no termine de condenar, en última instancia, a los bastardos.
Eso es mirar con ojo de moralista tuerto una película que se mueve en terrenos mucho más complejos, inquietantes y posiblemente inexplicables, aquéllos que emergen de las sombras de lo humano y construyen la narración a partir de la mirada y los cuerpos en un nuevo camino de sensaciones y revelaciones para el cine.
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