Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
Las Tres Gracias del presupuesto andaluz y Séneca
FELIPE BENÍTEZ REYES | ESCRITOR
La editorial sevillana Renacimiento acaba de lanzar la tercera edición de La conspiración de los conspiranoicos, la desopilante y gozosa novela que Felipe Benítez Reyes escribió en los días más cetrinos y confinados de la pandemia de coronavirus y con la que, contraviniendo el estado anímico general, rindió homenaje a las maneras narrativas golfas y callejeras de sus inicios, y a aquellos paisajes cercanos en los que el autor de Humo aireaba su visión del mundo y su simpatía por los perdedores, sin dejar de deslumbrarnos con su prosa inigualable.
La conspiración de los conspiranoicos sitúa también su acción en la capital gaditana, en escenarios muy reconocibles de la Tacita de Plata, como el Café de Levante, el Bar Brim -la mítica cafetería de la calle Compañía, junto a la Plaza de las Flores- o el Liba. Es precisamente en uno de esos locales, el Brim, que carece de wifi y cuyo pasillo estrecho dificulta incluso la cobertura del móvil, donde cinco aficionados a las teorías alternativas se reunirán cada semana para intercambiar pareceres sobre la pandemia y dar rienda suelta a las teorías más descabelladas y a las suposiciones más extravagantes, valiéndose de lo que tanto escasea en la hiperconectada sociedad actual: la clandestinidad, el anonimato.
-Las vacunaciones se aceleran, parece que la pesadilla podría quedar atrás en un plazo prudente. ¿Qué siente al saborear la buena recepción de la novela? ¿Por qué se decidió a escribirla en unos meses tan complicados y tan poco dados al humor?
-El primer sorprendido por haber escrito esta novela soy yo. Al principio de esto, las teorías conspiranoicas me irritaban, porque lo que menos necesitábamos era un complemento de chaladura para la enorme calamidad que se nos venía encima. Pero un día, sin saber cómo ni por qué, decidí convertir esa irritación en inspiración y me puse a escribir un relato protagonizado por unos cuantos de esos iluminados. La trama fue alargándose con las noticias del día a día y me di cuenta de que allí había una novela.
-¿Están basados en personas reales los negacionistas de su libro? Porque desde que lo publicó a finales de 2020 hasta hoy las redes sociales han popularizado argumentos y personajes tan estrafalarios que quizá ahora hasta le parezca haberse quedado algo corto.
-Tenía localizados en las redes sociales a varios conspiranoicos profesionales que me sirvieron de guía y de bibliografía. Cada mañana leía los disparates que ponían en circulación, lo que me ahorró mucho trabajo de búsqueda, ya que resultaron ser infalibles e infatigables a la hora de difundir las teorías más descabelladas que circulaban por ahí, que no son pocas, ya que, con una pandemia por medio, el conspiranoico está en su apogeo.
-Cualquier lector se asombrará al escuchar las ideas que discuten en sus tertulias los protagonistas de su novela pero, al final, no puede evitar cogerles cierto cariño, porque si algo nos enseña la vida es lo contradictorios que somos los seres humanos. ¿Cómo trabajó ese material para lograr que al lector le fuera imposible conectar de algún modo con ellos?
-Las opiniones e ideas de los personajes de mi novela son ridículas y cómicas por sí mismas. Lo difícil era no caer en la tentación facilona de caricaturizar a unos personajes ya de por sí caricaturescos. No quería llevarlos al esperpento. Tanto es así que incluso a veces les concedo el privilegio de dudar de sus propios desatinos. Son unos chalados, pero no unos monigotes. Y es que conviene que el novelista, aunque sus personajes sean unos fantoches, los trate con respeto.
-¿Qué le resultaba más llamativo y chocante de los conspiranoicos y negacionistas reales en los que se inspiró para armar esta fábula?
-Lo que me resulta más curioso es que el conspiranoico tiene una capacidad infalible para simular un sustento racional para sus teorías. Aparenta una seguridad absoluta en sus deducciones y una suficiencia intelectual que excluye cualquier duda en su proceso deductivo. Todos somos conspiranoicos con respecto a según qué, porque tampoco vamos a ponernos estupendos. Debe de tratarse de un defecto de fábrica de nuestra mente. Todo depende del grado, supongo.
-Todos conocemos ahora a alguien que se niega a vacunarse, no sólo por temor a los efectos secundarios, y no hay opinión médica o sanitaria que logre convencerlos y desmontar sus argumentos. ¿A qué fórmulas recurren los negacionistas para mantenerse tan firmes ante virólogosy científicos?
-El negacionista es irreductible. Lo suyo no es el debate, sino el dogma. Resulta fabuloso leer en las redes sociales a un individuo que avisa a la Humanidad de que las vacunas que quieren ponernos tienen un componente T/RSJD8-pro, por decir algo, y te vas al perfil del individuo y resulta que es un vendedor de muebles o un fontanero, y te preguntas: "Pero ¿cómo puede saber este hombre tantísimo de ciencia?". Por lo general, recurren a figuras de autoridad. Por ejemplo, si alguien que dice ser un médico rural en Ecuador afirma que la hidroxicloroquina cura el coronavirus, de inmediato el conspiranoico lo asciende a eminencia científica mundial. En cambio, si un virólogo afirma algo que no concuerda con las teorías pintorescas del conspiranoico, de inmediato lo acusa de ser un sicario del Sistema y un lacayo de Bill Gates.
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