La juventud asociada con la madurez
SÁNCHEZ/GOMZIAKOV/NEBOLSIN | CRÍTICA

Le ficha
****Diálogos concertantes. Programa: Trío en Si bemol mayor op. 11, de L. van Beethoven; Sonata en La menor “Arpeggione” D. 821, de F. Schubert; Sonata para oboe y piano en Re mayor op. 166, de C. Saint-Saëns; Tres piezas para oboe, violonchelo y piano de N. Boulanger; Ocho piezas para oboe, violonchelo y piano (selección), de M. Bruch. Oboe: Ángel L. Sánchez. Violonchelo: Pavel Gomziakov. Piano: Eldar Nebolsin. Lugar: Teatro de la Maestranza (Sala Manuel García). Fecha: Domingo, 23 de marzo. Aforo: Lleno.
Con la colaboración de la Fundación Barenboim-Said, este concierto nos trajo a un par de excelentes músicos y a otro en ciernes que tendría que ir aprovechando las enseñanzas de la fundación para alcanzar un nivel más elevado que el actual en el violonchelo.
Se abrió el programa con una versión con oboe del trío Gassenhauer de Beethoven, un dechado de alegría y de melodismo aún en la senda clasicista que sirvió para que Sánchez mostrara su control total del oboe. El sonido es brillante, matizado, sin ataques ácidos ni chasquidos. Su control de la respiración y de la presión del aire, combinado con el uso acertado de la respiración circular o continua, le permitió desplegar larguísimas frases sin que el sonido vacilase ni un segundo, abriéndose y cerrándose de manera magistral y emitiendo algunos pianissimi realmente bellos. Aquí y, sobre todo, en la sonata de Saint-Saëns mostró también la agilidad de sus dedos y precisión en los pasajes más endiablados.
Gomziakov apunta buenas maneras en materia de fraseo y así quedó en evidencia en la Arpeggione, con una bella línea cantabile, pero a todo lo largo del concierto la franja superior de su sonido perdía definición, sonaba metálica y con desviaciones frecuentes de la afinación. Quién estuvo soberbio al cien por cien fue un Nebolsin dueño del color y de la articulación del sonido, a la vez que un sólido virtuoso.
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