Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Así canta nuestra tierra en navidad
Ni de Jerez ni de Triana. Sino de Málaga e hijo de un alicantino. Es posible que el primer registro por villancicos de la historia no sea del Niño Gloria ni de la Niña de los Peines sino de Antonio Grau, El Rojo el Alpargatero hijo. Este cantaor nació en Málaga en 1884 y era hijo, naturalmente, del cantaor que creó, junto a Chacón, los primeros cantes mineros. Antonio Grau tuvo una larga vida llena de peripecias profesionales, que van más allá de lo estrictamente flamenco. Fue el depositario del legado cantaor de su padre pero también compositor, transformista, empleado de correos, empresario de espectáculos, profesor de francés y director de un colegio. Vivió en La Unión, Madrid, Sevilla, París, San Petesburgo, Moscú, Odessa, Siberia, China, La India …. Fue amante de Emilia Benito y maestro de Antonio Piñana y una de las figuras fundamentales del Festival de las Minas cuyo jurado presidió en las primeras ediciones. Murió en 1968. Hacia 1907-1909 (según su biógrafo José Gelardo, o, según otras fuentes, en 1915) grabó en París un disco, junto a Enrique el Negrete, titulado Chuflas. Ditera cuyas dos primeras letras son un villancico, que es, acaso, el primer villancico flamenco de la historia. A ritmo, como digo, de chuflas, que son el precedente de las bulerías que en 1909 creó La Niña de los Peines. Grau es una de las figuras más interesantes, y desconocidas, de la historia del flamenco.
La propia Pastora Pavón incluyó villancicos en varios de sus discos, singularmente en sus primeras farrucas, en las grabaciones de 1909 mencionadas, estilo, y letra que repetiría en 1913, 1914 y 1917, en este último caso con una letra diferente, aunque también se trata de un villancico. En 1915 había registrado las bulerías tituladas Pastorcito, ¿por qué lloras?, con tres letras navideñas, incluyendo las dos que había grabado Antonio Grau anteriormente. En 1924 Amalia Molina graba en Estados Unidos, con la orquesta del maestro Lacalle, Bulerías gitanas, que incluyen el mismo villancico (Pastorcito porque lloras y Ya vienen los reyes).
En 1929 El Gloria registró, a ritmo de bulerías, los villancicos Los caminos se hicieron, Pastores que apastoráis, Cuando llegamos a Belén y el Romance de la virgen y el ciego. Tradicionalmente se considera al jerezano Rafael Ramos Antúnez, el Niño Gloria (1893-1954), el primero en cantar a compás de bulerías los villancicos tradicionales. De hecho, su nombre artístico, reproducido en discos y en carteles, se deriva de ello. Pero, aunque en algunos libros de historia del flamenco se dice que el cantaor jerezano fue el primero en grabar el villancico flamenco, vemos que no fue así. Otra cosa es que estos cantes estuvieran en su repertorio antes de que los llevara al disco. Pero difícilmente interpretó estos cantes antes de 1907-1909, por lo que, por ahora, debemos considerar como el verdadero pionero de estos cantes el ignoto Antonio Grau. Antes que El Gloria, otro jerezano, Manuel Torre, cantó a lo flamenco una canción religiosa popular como son Los campanilleros. (1908). Este cante era, en un principio, y como su nombre indica, un canto del Rosario de la Aurora que hoy en día se interpreta como villancico, esto es, como copla navideña.
Más tarde, otros cantaores siguieron la estela de estos precursores, entre otros Manuel Vallejo, Pepe Marchena, Antonio Mairena, Fosforito, La Paquera, Manolo Vargas, Manuel Sordera, Pericón de Cádiz, Bernardo de los Lobitos, Pepe Pinto, La Perla, Camarón, José Menese, José Mercé, Chano Lobato, Rocío Jurado, María Vargas, La Macanita, Fernando de la Morena, Remedios Amaya, etc. Muchos de estos intérpretes están incluidos en la monumental obra Así canta nuestra tierra en Navidad cuyo volumen 37 se grabará esa noche en directo en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Los que hicieron posible esta obra fueron Parrilla de Jerez y Juan Pedro Aladro, director de la colección hasta 2011. Ciertamente el espectáculo conocido como zambomba jerezana ha tomado un auge enorme en los últimos tiempos. Hasta el punto de que muchos artistas hacen su agosto en estas fechas girando con sus propuestas navideñas. Pero nada de eso habría sido posible sin Así canta nuestra tierra en navidad. Esta obra puso en circulación un repertorio y dio pie al desarrollo de un nuevo género flamenco, hoy en crecimiento, como es el villancico jondo.
En 1982, cuando se publicó el primer volumen de Así canta nuestra tierra en navidad, no existía la zambomba. Quiero decir que no existía como espectáculo teatral. Lo que había era un rico patrimonio musical y literario que esta colección ha recogido para la posteridad con una infinidad de composiciones populares en forma de canciones, romances, canciones seriadas, enumerativas, etc. Y esa fue la base de los espectáculos que montó Parrilla y en los que aunaba las voces clásicas de Ángel Vargas, uno de los fijos del grupo, con nuevos valores como La Macanita o Fernando Soto. Y con voces invitadas de la talla de las señaladas. Ese patrimonio se cantaba en las casas, en los patios de vecinos, en las calles y en las asociaciones vecinales. Pero, por obra y gracia de Así canta nuestra tierra en navidad hoy por hoy alimenta los inviernos de un buen puñado de artistas flamencos, principalmente jerezanos. No le faltan méritos, por tanto, a la colección. Los villancicos que incluye la serie, lógicamente, son temas de origen popular que se cantaban, como decíamos arriba, en la casa y la calle. Antonio Grau, La Niña de los Peines, Manuel Torre y El Gloria iniciaron una tendencia, que llega a su máxima expresión con la serie Así canta nuestra tierra en navidad que consiste en aflamencar lo popular, esto es, en poner la voz jonda, profesional, a algo que hasta ese momento habían cantado mayormente los no profesionales, como divertimento y forma de alabanza o para galantear. Luego surgieron compositores que escribieron villancicos para que los cantaran los flamencos como Antonio Gallardo, Ríos Ruiz y Manolo Sanlúcar, Manuel Garrido, el propio Parrilla, Fernando Terremoto, Luis de Perikín, Antonio el Farruco, José Quevedo, etc.
Un villancico, que en su origen era un "canto de villanos", esto es, de la calle, es cualquier canción popular, preferentemente de carácter pastoril, que se canta durante el tiempo navideño. Es una de las pocas tradiciones musicales españolas (e hispanoamericanas) que todavía hoy conservan su vitalidad. En el pasado se cantaban en agrupaciones conocidas por "rondas de nochebuena" en las que cantaban, por un lado, los hombres solteros y por el otro los casados. Los primeros, o quintos, incluían en su repertorio romances y canciones seriadas y de puya que utilizaban para rondar a las beldades locales. De ahí que encontremos en el repertorio navideño bastantes composiciones "profanas" que entrarían en esta categoría. Pero la mayoría están inspiradas, obviamente, en los evangelios, especialmente en las narraciones del natalicio divino. La forma de estas canciones es la tradicional de estrofa y estribillo, reservando la primera para la parte narrativa y la segunda para la parte de alabanza que, habitualmente, se dice en forma coral.
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