La música de cine según Frisell
Bill Frisell reinterpreta en su nuevo disco grandes composiciones de la historia del séptimo arte, desde Bernstein a Morricone pasando por Barry, Herrmann, Legrand, Nino Rota o Mancini.
When You Wish Upon a Star. Bill Frisell. Okeh, 2016. 67 minutos. 17,95 euros.
Son ya muchos los proyectos relacionados con el cine en los que se ha embarcado el gran guitarrista norteamericano Bill Frisell (Baltimore, 1951), en una brillante trayectoria de más de tres décadas por los senderos de la vanguardia del jazz contemporáneo. Proyectos que incluyen espléndidos y poco ortodoxos acompañamientos musicales de filmes mudos de Méliès o Buster Keaton, la inclusión habitual de temas procedentes del cine, arreglados a su particular manera, en muchos de sus discos, su participación como solista en bandas sonoras (Descubriendo a Forrester y Psicosis, ambas de Gus Van Sant, Million Dollar Hotel, de Wim Wenders, o Walk the Line, el biopic de Johnny Cash dirigido por James Mangold) o la composición expresa de música para películas, documentales y series de TV como La Scuola, The Great Flood y Tails from the Far Side.
When You Wish Upon a Star supone, empero, el primer proyecto discográfico íntegramente formado por piezas y temas ciertamente populares procedentes del cine y la televisión, libremente adaptados al formato cuarteto y quinteto con el propio Frisell a las guitarras y pedales, Thomas Morgan al contrabajo, Rudy Royston a la batería y la percusión y Eyvind Kang a la viola, con la participación vocal de Petra Haden, hija del gran Charlie Haden, en cinco de los 16 cortes que conforman el disco editado por el sello Okeh.
Elmer Bernstein, Ennio Morricone, John Barry, Bernard Herrmann, Johnny Mandel, David Raksin, Michel Legrand, Nino Rota, Henry Mancini o Leith Harline son algunos de los nombres estelares de un exquisito repertorio que incluye algunas de sus más conocidas composiciones.
Del primero elige Frisell dos temas y variaciones de su memorable score para Matar a un ruiseñor, quintaesencia de la vertiente más intimista y melancólica del compositor, transfigurada en una pieza minimalista de cámara con protagonismo de la viola, suavemente acurrucada por los contrapuntos y las texturas de la guitarra pedaleada. En el caso de Barry, el tema escogido es el de Sólo se vive dos veces, el James Bond de 1967 dirigido por Lewis Gilbert. La voz de Petra Haden sustituye aquí a la original de Nancy Sinatra para llevarse el hermoso tema a un territorio pausado, despojado y elegante.
Morricone resiste casi cualquier adaptación, como se demuestra en las tres piezas de Érase una vez el Oeste que Frisell versiona para el disco. El memorable tema principal del filme, As a Judgement y Farewell to Cheyenne conforman una suite en la que los sonidos del viejo y el nuevo western se cruzan acompasados por el vocalise de Haden que rememora con respeto y aires elegíaco el que popularizara la gran Edda Dell'Orso. Frisell despliega aquí también su sentido de la tensión y el tempo trabajando los silencios, las pausas y registros más graves de su guitarra y se permite incluso la licencia de introducir un ritmo de reggae que tal vez no disgustaría al maestro romano.
Si algo no le falta a la música de Herrmann para Psicosis es tensión y expresionismo. Frisell ya se encargó de pespuntear su guitarra y modular sus pedales en la nueva banda sonora para el incomprendido remake que realizó Gus Van Sant en 1999, y aquí retoma aquellas relecturas en un par de cortes de aire grotesco, el que recupera la incisiva y persistente música los títulos de crédito y un segundo de cualidades más ambientales.
El mítico Moon River de Mancini, de Desayuno con diamantes; The Shadow of Your Smile, compuesta por Mandel y Webster e incluida en The Sandpiper; When You Wish Upon a Star, de Harline y Washington, del filme de Disney Pinocchio; o el tema de El Padrino, de Nino Rota, no dejan de cosechar versiones y reinterpretaciones en su condición de standards clásicos. Para las tres primeras, Petra Haden modula la afectación justa para llevarse a tu terreno dos melodías perfectas y melancólicas apenas sostenidas por la voz, el contrabajo y una guitarra cristalina. En el caso de la música del filme de Coppola, Frisell desarrolla la suite más larga del disco dejando amplio espacio para la improvisación y el dramatismo en un tempo especialmente ralentizado, algunos apuntes circenses y una viola en registro lamento.
Si bien Laura fue su gran hit para el cine clásico, la banda sonora de Cautivos del mal, dirigida por Vincent Minnelli, también se cuenta entre las aportaciones más elegantes al cine de David Raksin. Su' tema central es abordado por el quinteto en un tono liviano que depura la musculatura orquestal para desnudar el brillo melódico del original.
Y no podía faltar tratándose de Frisell una visita al viejo Oeste como mitología de la cultura popular norteamericana, escuchado bajo el particular filtro de su sensibilidad y su gusto por la deconstrucción. La tarareable sintonía de David Rose para la serie de televisión Bonanza o el tema Happy Trails, que también popularizara Roy Rogers para un programa de radio, un show televisivo y un filme en los años 40 y 50, completan un disco que lleva la vieja música de cine a una nueva, revitalizada y estimulante dimensión sonora.
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