La musa del alcohol

'Sobrebeber'. Kingsley Amis. Trad. Ramón de España y Miquel Izquierdo. Malpaso. Barcelona, 2014. 328 páginas. 23 euros.

La musa del alcohol
La musa del alcohol
Ignacio F. Garmendia

09 de febrero 2014 - 05:00

La apología de la bebida es un género peligroso, aunque no tanto como la reprobación del alcoholismo. Ciertamente el humor, tan necesario en la vida como en la literatura, no es una cualidad que asociemos al abstemio militante, pero hay que conceder que lo que los borrachos consideran gracioso no siempre lo es en términos, digamos, objetivos. Es bien conocida la inmoderada afición al vaso de Kingsley Amis, el antaño joven airado que con el tiempo se convirtió en un conservador de manual, sin dejar de ser un escritor brillante ni ganar del todo la respetabilidad entre las buenas gentes, en parte por su mencionada afición -que desde luego no mantenía en secreto- y en parte por su carácter proverbialmente atrabiliario, pero no teníamos noticia de que hubiera escrito un libro -en realidad, una recopilación de artículos publicados en los 70 y primeros 80- sobre su dilatada experiencia como bebedor hedonista y no por ello menos compulsivo. Parece que cuando trasegaba más de la cuenta, el viejo Amis podía ser un hombre bastante difícil, pero estas páginas nos ahorran las escenas desagradables para entonar un canto alegre, minucioso y desinhibido a la embriaguez desaforada.

Con el ingenioso título de Sobrebeber, que traduce el más entusiasta Everyday's Drinking del original, los editores de Malpaso han mantenido el prólogo de Christopher Hitchens -escrito años después de la primera edición, dado que habla del "difunto sir Kingsley"- donde el ya también fallecido escritor y periodista, gran amigo de Amis hijo, definía al autor como un verdadero erudito en la materia, de quien podría afirmarse que "el alcohol fue su musa". Ello explicaría tanto sus aciertos -Lucky Jim es una de las novelas más hilarantes de la literatura inglesa, donde no falta la competencia- como tal vez sus fracasos, especialmente cuando los excesos le pasaron la inevitable factura. Presentar estos divertidos escritos de ocasión como "la obra cumbre del pensamiento etílico", al margen de la contradicción en los términos, no pasa de ser otra humorada, pero es verdad que la siempre estimulante ironía de Amis -que oficia aquí de perfecto pureta- se muestra en decenas de consejos muy precisos, por ejemplo frente a la resaca física o espiritual, a veces reiterativos pero no necesariamente disparatados.

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