Los mundos posibles de Daniel Alonso

El componente de Pony Bravo expone en el CAS una serie de carteles y fotomontajes que cuestionan la realidad desde los registros de la sátira

Daniel Alonso, entre su 'Cohete Giralda' (portada del primer disco de su grupo) y 'Canela en rama', con los reyes como Tarzán y Jane.
Daniel Alonso, entre su 'Cohete Giralda' (portada del primer disco de su grupo) y 'Canela en rama', con los reyes como Tarzán y Jane.
Braulio Ortiz Sevilla

01 de diciembre 2015 - 05:00

En Sevilla inundada, uno de los carteles más reconocibles de Daniel Alonso, el componente del grupo Pony Bravo juega con la posibilidad de una subida del nivel del mar y plasma una ciudad anegada en la que aún sobreviven algunos símbolos locales: Curro, la mascota de la Expo 92, el Arco de la Macarena, la Catedral... y un nazareno con gafas de submarinista. "Un cofrade va a seguir siendo cofrade aunque caiga la bomba atómica", bromea Alonso, interesado en reflejar en sus creaciones, entre otros asuntos, la idiosincrasia sevillana, a la que dedica una "crítica cariñosa" que "no busca la ridiculización, en la que no hay violencia, no se da la intención de ofender. Soy sevillano, he vivido esto y considero que tengo derecho a opinar. Y, si se hace con cierta sensibilidad, el mundo tradicional respeta lo que haces", apunta el músico, que en Giral Dj. Fotomontajes, obra gráfica & remezcla visual, la exposición que acoge el Centro de las Artes de Sevilla (CAS) hasta el 16 de enero, muestra su trabajo como diseñador, una obra que concibe "no tanto para reírse como para reflexionar sobre lo que estamos construyendo entre todos".

En la línea de fotomontajistas como Josep Renau o John Heartfield, del director Juan Sebastián Bollaín o el dibujante Miguel Brieva, Alonso elige la sátira como espejo desde el que afrontar (y cuestionar) la realidad. Aunque en sus composiciones el autor se decanta hacia una imaginación surrealista, los que inventa son, defiende, "mundos posibles", estampas que pese a su condición de inesperado pastiche -todo es posible en el imaginario de Alonso: el rostro de Chiquito de la Calzada se integra en una esfinge; Javier Arenas encarna la actitud chulesca, de "macho alfa", de Tom Jones; Julio Anguita guía al pueblo caracterizado de Gandalf de El señor de los anillos- remiten de un modo u otro al momento que vivimos. Al diseñador apenas le hace falta cambiar la cara al Clark Gable de Mogambo, o rescatar el uniforme del barco Bribón, en dos montajes con Juan Carlos Ipara sugerir el declive vivido por el monarca; una Procesión de las Azores con Blair, Bush, Aznar y Cheney alerta sobre la frivolidad de los gobernantes ante la guerra; un político que oculta bajo su aspecto humano la piel de un lagarto traslada la acción de la serie V a los escenarios del poder y explora "las máscaras, las manipulaciones" de este ámbito.

En el controlado y lúcido delirio de Alonso se cuela, además, esa Sevilla que propone desde los márgenes una estimulante revolución cultural: el creador ha ideado la imagen que acompaña propuestas tan variopintas como las del cantaor Niño de Elche, el escritor, músico y performer Fernando Mansilla, la compañía de baile Mopa o los propios Pony Bravo. Proyectos "colaborativos, que han sido preciosos de hacer" y que aportan esperanza a una ciudad que, a pesar del riesgo de inundación, parece estar aún lejos de la catástrofe.

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