Nunca te sueltes | Crítica
No te sueltes cuando el mal acecha
El sevillano Manuel Mantero recoge en el segundo volumen de sus Obras completas (Rd Editores) las novelas y cuentos que ha publicado a lo largo de su trayectoria, un compendio en el que el autor ve "una postura crítica" como hilo conductor de su producción literaria.
El tomo, de más de 500 páginas, se abre con Estiércol de león, una "novela-ensayo", en palabras del especialista José Luis Gómez-Martínez, donde "abundan las imágenes intelectuales" y que "busca y privilegia al lector activo". Este relato de las miserias de un pueblo andaluz, Higuera Verde, para el que el narrador se inspiró en la localidad sevillana de Sanlúcar la Mayor, posibilita al escritor una reflexión sobre los conflictos de la España de entonces. "¿Novela ensayo? Sí, yo no puedo perder mi condición intelectual", dice un autor que entró "en la filosofía antes que en la poesía". Si bien Mantero sabe que "hay que entretener", añade que "la novela es algo más que contar, es contar e interpretar algo". Y aunque el paisaje que describe Estiércol de león ha cambiado su aspecto -"las circunstancias ya no son las mismas", reconoce-, las pulsiones humanas no han variado tanto: de hecho, augura, "siempre habrá corrupción" como la que denuncia su libro.
En Antes muerto que mudado, la segunda de las obras que incluye el volumen, Mantero reconstruye las andanzas en Cádiz del poeta inglés John Donne, un personaje "que fue rebelde, antes de volverse tan eclesiástico". El creador recurre a su inventiva para hacer avanzar la narración "porque no había noticias de su estancia", pero estas licencias están respaldadas por una intensa documentación. "Estuve un año preparando el libro, para reflejar la invasión inglesa como fue, quería contar hasta cómo fueron las mareas en esos días", cuenta sobre el realismo que quería imprimir a su ficción.
En su afán de despojar a la naturaleza humana de sus peores máscaras, Mantero se topó en numerosas ocasiones con la oposición de los censores. "Tuve problemas siempre, desde mi primer libro, en el que me obligaron a suprimir un poema. Pero es una molestia que tuvieron que aguantar muchos, no sólo yo", mantiene. Su libro Cuentos inmorales fue el más perjudicado por la prohibición del régimen franquista. "Me suprimieron unos cuantos relatos y decidí no publicarlos, porque sacarlo así, tan incompleto, era una estupidez", explica sobre unos textos que, curiosamente, iban a llamarse Cuentos morales, título que descartó porque "corría el riesgo de que los anticiparan como píos argumentos o fabulaciones ñoñas".
Ése no fue el único revés que vino de la mano de los censores. Mantero recuerda que "se actuaba por estupideces. Había un soneto mío, por ejemplo, que nombraba la palabra seno, y decidieron que no se podía publicar. También hubo un artículo donde criticaba a El Cordobés y me lo echaron para atrás, porque Franco lo defendía, y otro en el que no me dejaban poner la palabra suicidio, había que hablar de cese involuntario de la vida", rememora.
Mantero, que lleva "media vida en Estados Unidos" -ha sido catedrático en la Universidad de Georgia- asegura haber trabajado "por difundir la cultura española y la sevillana. He dirigido tesis sobre Cernuda, sobre Montesinos...", enumera. Un trabajo de divulgación al que se consagró después de ver, con rabia, cómo se ninguneaba a algunos de sus autores más admirados por su procedencia andaluza. "Juan Ramón Jiménez era muy maltratado por la crítica. Ahora está de moda decir que es grande, pero entonces no era así. Y Ricardo Molina era un poeta muy silenciado, y era un maestro: hablamos del alma de Cántico, nada menos".
El autor ya tiene preparado el tercer tomo de sus Obras completas, en el que agrupa sus ensayos y ofrecerá un trabajo inédito: un análisis sobre la idea de lo cómico, "algo de lo que se ha escrito muy poco en España".
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