La "revolución discreta" de Louisa May Alcott

Teatro

Pepa Gamboa presenta este fin de semana en el Lope 'En palabras de Jo... Mujercitas', una versión del clásico que firma la Premio Nacional de Literatura Dramática Lola Blasco

Una imagen de 'En palabras de Jo... Mujercitas'.
Una imagen de 'En palabras de Jo... Mujercitas'. / Esmeralda Martín

La ficha

'En palabras de Jo... Mujercitas'. Sábado y domingo a las 12:00 en el Lope de Vega, Entradas de 4 a 21 euros

La directora de escena Pepa Gamboa sitúa Mujercitas, de Louisa May Alcott, en un lugar destacado de su memoria sentimental. Todavía recuerda la emoción que le causaba aquella novela, en la que se adentró antes guiada por la voz de su madre, que le leyó aquella historia cuando tenía cinco años, y más tarde por ella misma, cuando dispuso de su propio ejemplar. "Eso fue a principios de los 70, y aquel mundo de mujeres de la familia March me deslumbró. La imagen de Jo leyendo un libro en lo alto de un árbol se me quedó grabada para siempre", rememora Gamboa, que después descubriría que aquel vínculo tan fuerte con aquella obra era "compartido" con otras mujeres, "algunas radicales y otras más suaves", dice al teléfono. Creadoras tan diversas como Gertrude Stein, Patti Smith, Simone de Beauvoir o Joyce Carol Oates han señalado su deuda con un texto que "marcó sus vidas".

Ahora, la directora puede expresar sobre las tablas su admiración por Alcott gracias a En palabras de Jo... Mujercitas, un montaje que se estrenó en octubre en Madrid, en el Teatro Español, y que este fin de semana visita Sevilla con dos funciones –mañana y el domingo a las 12:00– en el Lope de Vega. Gamboa le sugirió a la dramaturga y Premio Nacional de Literatura Dramática Lola Blasco, con la que ya había reinterpretado a Lorca en La pasión de Yerma,La pasión de Yerma acercarse al universo de la estadounidense. "Es una autora muy desconocida", apunta la sevillana sobre una escritora que publicó novelas góticas con el seudónimo de A. M. Barnard y que alumbró otros textos "casi eróticos", afirma Gamboa. Sobre Alcott pesa que "censuraran una y otra vez" su mayor éxito, que los editores divulgaron en versiones reducidas y edulcoradas. "Mujercitas es una obra capital. Si la lees entera, sin los cortes que le hicieron, tiene una ironía alucinante, una denuncia sutil, una enjundia que no tiene nada que ver con esa cosa cursi que la gente ve en navidades".

Gamboa, sentada a la derecha, con el equipo del montaje.
Gamboa, sentada a la derecha, con el equipo del montaje. / Esmeralda Martín

El tándem formado por Gamboa y Blasco reflexiona a través de esta peculiar adaptación, "que no es exactamente Mujercitas porque bebe también de otros textos de Alcott, aunque Mujercitas también está aquí", sobre "la valentía femenina, esas revoluciones que, aunque discretas, son capaces de cambiar una época". A Gamboa le suelen preguntar, dice, si "la función es feminista, pero yo respondo que es realista: habla de lo que pasaba en esa época, de los obstáculos que se encontraban las mujeres. No es una reivindicación agresiva, pero sí trata de esas rebeliones que no arman ruido y ayudan a transformar su sociedad. Es simbólico que Louisa May Alcott fuera la primera mujer que votó en su ciudad [Concord, Massachussets]".

"El libro, si se lee entero, sin los cortes que le hicieron, es muy grande. Te atrapa con su ironía", dice Gamboa

La pieza, asegura Blasco, "quiere dar cuenta del proceso de escritura de una de las novelas más célebres de todos los tiempos". Una creación que encierra no pocas incógnitas y en la que esa voluntad de rebeldía a veces se presenta coartada por las claves de su tiempo. "Uno no puede entender sin cierta sorna frases como: ‘Meg se había vuelto más femenina y más diestra en las artes del ama de casa, y estaba más guapa que nunca porque el amor es un tratamiento de belleza’, después de reflexiones críticas como: ‘En Norteamérica las muchachas firman primero su declaración de independencia y disfrutan de la libertad con republicano entusiasmo, pero, cuando se casan, abdican en favor de su primer vástago’. ¿Cuál de las dos es la verdadera autora? Me pregunto ¿cuál la mujer? ¿cuál la escritora?", se cuestiona la dramaturga, interesada también en la contradicción que supuso que el éxito de Mujercitas permitiera a Alcott "independencia como mujer, al mismo tiempo que perdía su alma como escritora" y cedía a las peticiones de los lectores y a las presiones de los editores. "Pero yo no diría que vendió su alma al diablo", añade por su parte Gamboa. "La novela sigue siendo muy digna, fabulosa, por algo es el libro favorito de Patti Smith".

Veteranas como Clara Sanchis y Maite Sandoval participan en la producción, pero Gamboa quería que los papeles de las hermanas March dieran la oportunidad a "chicas maravillosas pero menos conocidas" como Paula Muñoz, María Pizarro, Carolina Rubio y Andrea Trepat. "En los teatros quieren caras conocidas, pero yo me resistía a las actrices de siempre. Desde las instituciones públicas, y el Español lo es, hay que ayudar a gente nueva, hacer esa labor". La directora se sorprende ante la "sintonía" que han encontrado las intérpretes. "Parecen hermanas de verdad", opina, "también porque yo tengo un método que no es el habitual. Quiero que propongan cosas, que sientan que tienen libertad". Con ellas, en este proyecto "muy feliz, muy querido" en palabras de Gamboa, el espectador sentirá que asiste a la poderosa intimidad de unos personajes vivos. "Es como cuando unas cuantas mujeres están solas, no se las escucha, y se ponen a jugar. Así veo yo esta obra".

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