MTV Sevilla: Green Day sienta cátedra en la Plaza de España
MTV EMA 2019
Los californianos hacen vibrar con sus andanadas de electricidad a los 15.000 espectadores congregados en el emblemático monumento para el concierto principal de los EMA 2019
El apoteósico concierto fue la intensa antesala de la gala que acoge este domingo Fibes
Sevilla/El concierto de Green Day en la Plaza de España fue tan poderoso que la presencia de Billie Joe Armstrong haría empalidecer a cualquier frontman de hard rock que a usted le venga ahora mismo a la mente. Y la multitud de espectadores rendidos a él disfrutó todas y cada una de las canciones de su repertorio, que cubrió la totalidad de una carrera que se remonta al nacimiento de la escena punk de Berkeley, desde el que llegó a ser la banda punkie de más éxito comercial de todos los tiempos, algo que volvieron a poner de manifiesto en Sevilla, a pesar de que los punks de la vieja guardia, que también se dejaron ver por allí, cuestionen su autenticidad.
Es más, la banda californiana demostró una madurez que la hace aún mejor que en los años de su apogeo, propicios a la excentricidad. La intensidad del espectáculo no dejó lugar a las malas críticas sobre su música ni sobre su entrega; totalmente volcado, Billie Joe Armstrong no dejó de correr por el escenario, perfectamente arropado por la base rítmica de Tré Cool al bajo y Mike Dirnt a la batería, que nos dejaron machacados.
Los tres componentes clásicos del grupo estuvieron asistidos por un teclista y dos guitarristas más para darle a las canciones el ciclópeo cuerpo que adquirieron en directo, y para interpretar con más brillantez todavía las de su disco Dookie, que lo comenzaron ya en la cuarta canción con Basket case, Billie Joe incluso utilizó la Stratocaster Sky Blue tuneada por él mismo en la que originalmente las interpretó en los años 90.
Antes de ella ya mostraron lo que va a ser su disco del año próximo con Father of all motherfuckers. Esta separación en los sonidos de sus canciones puso también de manifiesto la clara división generacional entre los asistentes: los más jóvenes babeaban de placer con las piezas más recientes, como Bang Bang, mientras que los espectadores que ya contaban con al menos tres décadas en su edad se dejaban llevar sobre todo por las anteriores al American Idiot y fueron absolutamente felices con las recreaciones del Dookie.
Las notas del Bohemian Rhapsody de Queen seguidas del Blitzkrieg Bop de Los Ramones sirvieron de introducción a un concierto plagado de grandes momentos: los fuegos que ascendieron desde el suelo cerrando Revolution y dando paso a Boulevard of broken dreams, uno de sus más potentes hits. Con Know your enemy volvieron los fuegos con más fuerza todavía y un feliz espectador cantándola en el escenario junto a Billie Joe, algo que se repitió después con una animosa chica que fue incluso la voz solista de Longview. All by myself la cantó como si estuviese en la ducha en vez de ante 15.000 espectadores para hacer las delicias de todos con una divertida versión del Shout que nos puso a todos a saltar, seguida del Waiting a toda mecha.
American Idiot marcó el sprint final, que continuó con un Jesus of Suburbia alargado a casi los diez minutos de duración y que aún así se nos hizo corto, antes de quedar todos bañados por fuegos artificiales y confeti. Con todos fuera del escenario Billie Joe aún nos regaló una versión del Good riddance sólo con su voz y una guitarra acústica. El bis que entregó la banda californiana minutos después fue St. Jimmy. A esas alturas, y mucho antes, todo el mundo estaba rendido, pletórico y sonriente, ante la entrega que derrochó Green Day.
Horas antes de semejante descarga de electricidad y adrenalina, la tarde arrancó a la hora fijada, las 18:40, con unos León Benavente muy motivados, que con Cuatro monos y sus aires kraut-rock abrieron su actuación, en la que presentaron su recién publicado tercer disco, Vamos a volvernos locos. Pero también dejaron espacio para las otras canciones que les hemos escuchado en sus anteriores citas con nuestra ciudad, Aún no ha salido el sol encadenada a Gloria, tras las que volvieron al disco nuevo con La canción del daño y Ayer salí. La banda estaba ya imparable cuando Ser brigada hizo temblar los cimientos de la Plaza de España con su espectacular mezcla de guitarra y teclados y tras ella se despidieron. Cuarenta minutos para demostrar que si alguien pensaba que el indie no puede ser punk debería haber estado presente la tarde de ayer en su concierto.
Tomaron luego el testigo, antes del apoteósico cierre a cargo de Green Day, The Struts. Cuesta creer que la banda así, con sólo dos discos en su carrera, tenga ya este nivel. Los ingleses se han especializado en abrir conciertos para las bandas más grandes del planeta: Rolling Stones, The Who, Foo Fighters, Guns ’n’ Roses, Motley Crue, Green Day ayer... Y eso, seguramente, ha hecho que absorban el ADN de los mejores y estén familiarizados con la fórmula para hacer buenas canciones, y eso lo es todo en una banda de rock. Con su presencia arrolladora en el escenario, conquistaron al público que empezó a bailar desde el comienzo mismo, con Primadonna like me y Body talks.
Luke Spiller, su vocalista, es un líder de la vieja escuela. Se presentó como si estuviese al frente de los primeros Queen o incluso de Slade e interactuó en todo momento con la multitud, haciendo sentir a cada espectador como si fuese la única persona que le importaba de entre las miles que abarrotaban el escenario habilitado en la Plaza de España. Con esas sencillas y efectivas armas, las de toda la vida, insufló combustible de alto octanaje a su actuación para sacudirnos con una sucesión de canciones tan potentes como Kiss this, In love with a camera o I do it so well, o para deslumbrarnos a continuación con la majestuosidad de Put your money on me, con toda la plaza coreando "¡oh, yeah!".
Rock de corte clásico y glam, una mezcla perfecta para que el amor en los más jóvenes, la nostalgia en los mayores y las ganas de disfrutar en general caldearan los ánimos hasta la temperatura adecuada para recibir a Green Day... Y lo que pasó desde el momento en que la banda californiana apareció en el escenario ya lo saben. Éxtasis, sudor y la energía incomparable del rock –como dictan los cánones– en el marco incomparable.
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