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Las otras miradas al artista

Especial 'El joven Murillo'

El creador que a lo largo del siglo XIX había sido referencia en la pintura europea se convirtió, apenas 50 años más tarde, en un autor pasado de moda. Desde 1982 distintas muestras han ayudado a rehabilitar la imagen de Murillo

Las otras miradas al artista
Ignacio Cano

19 de febrero 2010 - 07:50

No es El joven Murillo la única muestra dedicada a analizar un período de la producción de un pintor sevillano del siglo XVII. La National Gallery de Edimburgo dedicó en 1996 una exposición pionera a la etapa sevillana de Velázquez, Velazquez in Seville, en la que no solamente podían verse obras del célebre sevillano, sino otras pinturas y esculturas de su entorno, de acuerdo al interesante proyecto de Enriqueta Harris, la hispanista recientemente desaparecida. En Sevilla, coincidiendo con el centenario de la muerte del pintor, pudimos disfrutar de otra notable muestra dedicada al Velázquez sevillano y sus precedentes artísticos, impulsada por Juan Miguel Serrera y continuada por Alfredo Morales, que tuvo lugar en la Cartuja.

El Museo de Bellas Artes de Bilbao en 2000 dedicó a Zurbarán una muestra, comisariada por Alfonso E. Pérez Sánchez y titulada Zurbarán. Años finales. Las características peculiares que adquirió su pintura en sus últimos años, desde su marcha a Madrid en 1658 y hasta su muerte en 1664, la hacían merecedora de un estudio detenido.

Sin embargo, es ésta, El joven Murillo, la primera muestra que se realiza sobre un aspecto cronológico de la obra de este pintor. El artista ha sido objeto en las últimas décadas de exposiciones que han analizado su trabajo. La primera gran exhibición dedicada a Murillo fue realizada por el Museo del Prado y la Royal Academy de Londres en 1982, con motivo del centenario de su muerte. Fue una exposición antológica de gran alcance que contribuyó a rehabilitar la imagen manida que presentaba su obra desde la primera mitad del siglo XX. De ser un artista que a lo largo del siglo XIX había sido referencia en la pintura europea, apenas 50 años más tarde, se había convertido en un pintor pasado de moda. La monumental monografía de Angulo de 1981 y esta exposición contribuyeron al inicio de la recuperación de Murillo para la crítica y para el público. Por vez primera se incluyeron algunos dibujos del pintor en una muestra, pues el trabajo de Jonathan Brown, publicado en 1976 y en el que reúne los dibujos conocidos hasta el momento, permitió conocer esta faceta fundamental en la producción y en la técnica del artista.

La aportación francesa al conocimiento del sevillano por el gran público consistió en la exposición Murillo dans les Musees Francais, celebrada en París y comisariada por Claudie Ressort en 1983. Hasta 1990 no se celebra otra exposición dedicada a la obra del artista. Esta vez en Liverpool, en el Walter Art Institute, donde una exposición monográfica Murillo in focus, es dedicada a una sola obra, una Virgen con Niño, pintura de azarosa existencia que fue llevada por el mariscal Soult de la capilla del Palacio Arzobispal de Sevilla durante la ocupación francesa de la ciudad.

En 1996 se celebró en Sevilla, en la sede del Hospital de los Venerables y organizada por Focus-Abengoa una exposición dedicada a las obras de Murillo que pertenecieron a la reina Isabel de Farnesio. Selecta y exquisita muestra, comisariada por Alfonso Pérez Sánchez, que devolvía a Sevilla las pinturas adquiridas por la reina que trasladó la Corte a Andalucía entre 1729 y 1733.

Después de varios años sin proyecto alguno que atendiera de modo monográfico a Murillo, también fuera de España, en la Dulwich Picture Gallery (Londres), se celebró en 2001 Murillo. Scenes of Childhood comisariada por Xanthe Brooke y Peter Cherry, que fue posteriormente adaptada por Javier Portús en una nueva exposición –Niños de Murillo– en el Museo del Prado y la Pinacoteca de Múnich. Esta celebración parece que impulsó otras, despertando el panorama internacional, pues pronto, al año siguiente y por vez primera, tiene lugar una exposición monográfica en Norteamérica, que fue de gran interés: Bartolome Esteban Murillo (1617-1682): Paintings from American Collections comisariada por Suzanne L. Stratton-Pruitt, celebrada en the Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas.

Todas estas exposiciones, que en definitiva son manifestación visual y estética de una investigación previa, pusieron las bases para poder afrontar este proyecto dedicado a la producción del Murillo joven. La labor de los comisarios Alfonso E. Pérez Sánchez y Benito Navarrete ha levantado el mapa de los principales rasgos que definen la evolución del artista en sus primeros años, que es lo que esta exposición se propone contar. Además de recuperar temporalmente para Sevilla parte de su patrimonio, como Dos muchachos comiendo melón y uvas del Museo de Múnich, pintura que salió de Sevilla hacia mitad de siglo XVII, es decir, recientemente acabada, esta exposición permite redescubrir obras poco o mal conocidas, restaurar pinturas que sin este motivo no se hubieran intervenido y contemplar otras habitualmente fuera del ámbito de los museos. Entre las aportaciones de la muestra cabe destacar la localización de la pintura, hasta ahora desconocida, de la Vieja Hilandera, que conocíamos a través de la copia existente en el Museo del Prado.

Esta exposición, por el número y calidad de sus piezas permitirá, a través de sus 42 pinturas, contrastar y definir los principales rasgos de la producción del joven Murillo. La colección permanente del Museo de Bellas Artes de Sevilla, que muestra otra veintena de obras del pintor, permitirá además ampliar este marco con el resto de su producción.

Ignacio Cano es conservador del Museo de Bellas Artes de Sevilla.

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