Reencuentro en el multiverso

Película de guionista astuto y algo trilero, Miocardio va quitando capas a su estructura de cebolla sobre la premisa de una entrevista a un narrador poco fiable. El personaje de Luis Callejo, novelista en promoción, se pone delante de un equipo de televisión para contar su argumento: la historia del reencuentro de una vieja pareja después de muchos años en el piso de este.

A partir de ahí, Miocardio mira de reojo al día de la marmota en la repetición de ese reencuentro y en las sucesivas variaciones y permutaciones de tono, ritmo y actitud entre los dos viejos amantes: del histrionismo de la comedia excéntrica a una paulatina intimidad emocional que permiten a Vito Sanz y Marina Salas hacer todo un despliegue de registros y tics en lo que se antoja el ejercicio soñado de todo actor nacional.

La cinta de José Manuel Carrasco (El diario de Carlota) parece así un divertimento de dialoguista afilado sobre las fases del recuerdo, la idealización del pasado, las trampas de la auto-ficción o las crisis del presente, un juego de variantes, matices y posibilidades sobre el autoengaño y la sinceridad. Empero, el asunto, aunque breve, se guarda un as en la manga para resituar toda esa pequeña guerra de sexos, caracteres, recuerdos y renuncias en una clave de última hora que empaña de lágrimas y afectación todo el recorrido.