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Israel Martínez. Catedrático de violonchelo
Israel Fausto Martínez Melero (Cuenca, 1977) ocupa desde 2003 la cátedra de violonchelo del Conservatorio Superior de Sevilla. Acaba de presentar un doble disco con las Suites de Bach, parte de su tesis doctoral sobre la más importante colección dedicada al instrumento.
-¿Por qué Bach?
-Allen Winold, que fue mi profesor de historia de la música en la Universidad de Indiana, había hecho un importante trabajo de análisis sobre las Suites y me animó a profundizar en las obras. Bach es mi compositor preferido y sobre las Suites hay tantas ediciones y tantas grabaciones que con el tiempo se han creado inercias y lugares comunes. Así que pensé que había un espacio importante para profundizar en el análisis de estas obras fundamentales del repertorio.
-¿Cuáles han sido las líneas fundamentales de su trabajo?
-La tesis se divide en varias partes: la primera consta de un análisis de los elementos básicos de interpretación en el Barroco y un estudio de cómo estos se adaptan a un instrumento y un arco moderno; la segunda trata del análisis armónico y formal de las obras, para los que arranco del trabajo de Winold; la tercera es un estudio comparativo de las ediciones que hay de la colección, unas 200, desde la primera, que es de 1824; y la cuarta un estudio comparativo de grabaciones. Luego, a partir de mi grabación de las obras he hecho una edición propia, que parte de la de uno de mis maestros, Janos Starker, que es de 1971, aunque revisada en el 89.
-¿Cómo afrontó los problemas prácticos de la interpretación?
-Toco con un violonchelo y un arco modernos, lo que condiciona en buena parte mi visión de las obras. Coincido con Starker en muchos aspectos relacionados con la digitación o la articulación, aunque también hay algunas divergencias.
-¿Cómo valora las aportaciones del historicismo a la interpretación de estas obras?
-Fundamentales. Yo no soy un músico historicista, ni pretendo serlo, pero los historicistas han aportado una información vital de la que nos hemos beneficiado y nutrido todos los músicos, aunque sobre algunos dogmas que se han creado en torno a parámetros como el vibrato, la articulación o la ornamentación habría mucho que discutir. Hay desde luego incertidumbres que nunca resolveremos. La obra de Bach tiene una gran coherencia, pero deja a la vez mucha libertad a la hora de tocar. Es una música que exige de los intérpretes una profundización superior a la de la mayoría de sus contemporáneos.
-¿Hablamos del estado de la formación musical?
-Hablemos. Es un milagro que salgan profesionales de nuestros conservatorios. Mire, yo saqué mi puesto en Sevilla sin tener que demostrar ante nadie mis cualidades docentes. El sistema de elección del profesorado es nefasto. La inestabilidad de los profesores es también un lastre: al Superior me llegan alumnos que han tenido hasta nueve profesores diferentes. Así es imposible. Las carencias de los centros son terribles: en el Superior de Sevilla no tenemos ni auditorio. Luego está el asunto de la OJA.
-¿Qué piensa de la remodelación puesta en marcha?
-Un disparate. La OJA es el proyecto cultural y educativo más importante de Andalucía, sin parangón además en España: fíjese que en ocasiones la OJA ha aportado el 50% de los músicos de la Joven Orquesta Nacional de España. Los chicos reciben en la OJA exactamente lo que requieren para acercarse al mundo profesional real, y todo eso no puede mantenerse sin una cabeza rectora, que esté de forma cotidiana controlando el progreso de los chavales. Por mucha voluntad que pongan los miembros de esa anunciada comisión artística, ¿de dónde sacan tiempo Pedro Halffter, Edmon Colomer o personas que viven incluso fuera de España para pensar en las necesidades reales y diarias de estos chicos? La comisión es una huida hacia adelante. Y mientras, sigue el gran agravio comparativo con la Academia de Estudios Orquestales, el gran timo educativo de Andalucía.
-¿Tan grave le parece?
-Como idea es fantástica, pero su plasmación real ha sido un dislate. Para empezar, una Academia de Estudios Orquestales sin orquesta es un contrasentido. Pero es que además se ha dilapidado el dinero de forma increíble, por lo que pienso que en muchos casos se ha hecho para justificar un presupuesto: alumnos míos que han pasado por la Academia y han tocado luego en la Orquesta del Diwan, de repente recibieron becas por miles de euros para arcos e instrumentos que no necesitan, se han contratado estancias en hoteles de cinco estrellas, el cátering del Benazuza... En Amsterdam, la Orquesta del Diwan se quedó, en pleno, en el Hilton. En ese hotel yo he tocado con una orquesta danesa, profesional y de gran prestigio en Europa, y nos alojamos en otro sitio. Es un mal ejemplo para los jóvenes, ese no es el mundo real de la profesión. Volviendo a la Academia, conozco a algunos de los profesores berlineses y son estupendos, pero muchos se toman sus visitas a Andalucía como jornadas para relajarse de la dura vida profesional en Berlín, como auténticas vacaciones.
-¿Ve entonces justificadas las protestas de los miembros de la OJA?
-Absolutamente. Con Michael Thomas, la OJA ofrecía a estos chicos la mejor escuela posible en el plano artístico, docente y humano. Ahora nadie sabe lo que pasará. Fíjese en las convocatorias de audiciones para OJA y Academia. A pesar de que en la Academia ofrecen caramelitos, como las becas de instrumentos, son muchos más los chicos que aspiran a ingresar en la OJA. Es incomprensible que el único proyecto educativo andaluz que funcionaba se ponga en peligro de esta forma. Espero que reflexionen los que tienen que hacerlo y se esté aún a tiempo de rectificar.
-Usted fue codirector de las dos primeras ediciones del Festival Turina. La tercera edición, que debía celebrarse este año, parece en riesgo.
-Sí, mis últimas noticias de Benedicte Palko, su directora, son desalentadoras: está a punto de tirar la toalla. El Ayuntamiento ha reducido un poco su colaboración, pero la de la Junta no llega. Y es incomprensible, porque como tal es el único festival de música de cámara que hay en España. Además ahora, con la desaparición del ciclo de Cajasol y del ciclo de Los lunes con nuestros músicos, la música de cámara queda muy disminuida en Sevilla. En el Festival Turina se combinan la parte docente, que incluye clases magistrales y cursos, con conciertos de alto nivel que ofrecen extraordinarios músicos que aceptan venir a trabajar muchas horas al día por cachés ridículos. Y eso es en parte por el atractivo que tiene la ciudad de Sevilla, un potencial que no se aprovecha lo suficiente.
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