Miedos del mundo moderno
Miedo. Una historia alternativa del mundo | Crítica
Paidós publica Miedo. Una historia alternativa del mundo moderno, obra del historiador británico Robert Peckham, donde se detallan los distintos miedos de la modernidad, desde la peste y las hambrunas al terror nuclear y la última pandemia.
La ficha
Miedo. Una historia alternativa del mundo. Robert Peckham. Trad. Pablo Hermida Lezcano. Paidós. Barcelona, 2024. 464 págs. 28 €
En buena medida, este Miedo del historiador británico Robert Peckham es una continuación de la excelente obra de Delumeau, El miedo en Occidente, cuyo alcance se agota con la exploración de “Un enigma histórico. La gran represión de la brujería”. A estudio cabría añadirle, para su consideración conjunta, tanto las numerosas obras de don Julio Caro Baroja, dedicadas a tales cuestiones -véase, por ejemplo, Las brujas y su mundo-, cuanto la Historia nocturna de Carlo Ginzburg, donde se consignan, como en los estudios anteriormente citados, formas latas de religiosidad, en las que el hombre y lo trascendente se comunican al amparo de las sombras. Los intereses de Peckham, sin embargo, exceden el ámbito de lo religioso, considerando los miedos de la modernidad como un paulatino abandono de dicha etapa, en la que las modulaciones del miedo responderán, de manera creciente, a intereses y violencias de carácter humano.
Peckham sitúa en la Reforma la transición hacia otro tipo de temores, constitutivos del mundo contemporáneo
Será, pues, en los capítulos iniciales, “La gran pestilencia” y “Una nueva era del miedo” -dedicado este último al cisma de Occidente-, donde Peckham sitúe la transición hacia otro tipo de temores, constitutivos del mundo contemporáneo. A tal respecto, el autor señala tanto el uso de las catástrofes naturales para para la persecución de minorías, como la utilización del cisma religioso para el aglutinamiento de un poder terrenal, del que se deduciría una larga y cruenta sucesión de guerras. Benedictow para La peste negra y Huizinga para El otoño de la Edad Media, ayudarían al lector a comprender la significación histórica de tales cambios; también La pequeña Edad de Hielo de Fagan y El siglo maldito de Parker, en lo que concierne a la volubilidad del clima y las cosechas, junto a las vastas mortandades de que se acompañaron.
En todo caso, es en los siguientes capítulos donde Peckham recoja nuevas modulaciones del miedo, en las que el factor humano adquiere un peso decisivo y un sesgo determinante. Sin posibilidad de ser exhaustivos, digamos que el Capítulo 3 destaca la teatralización del poder soberano y su fomento de un temor reverencial. En el Capítulo 4 se analiza el miedo derivado de la colonización del mundo y la confrontación con lo extraño. En el 5, Peckham aborda el episodio del Terror jacobino; en el 6, los temores y terrores asociados a la esclavitud; en el 7, el miedo y la naturaleza de las masas urbanas; unas masas glosadas por Fromm, en su desarrollo histórico, en El miedo a la libertad. En los capítulos del 8 al 12 se analizará un miedo estrechamente vinculado a la técnica: desde el maquinismo y el taylorismo, como sustitutivo del trabajo humano, a las quiebras financieras, el horror de la Gran Guerrra y el minucioso exterminio de los campos de concentración nazis y soviéticos. También, lógicamente, al terror nuclear que Peckham titula, citando a Hobsbawm, como “Un certamen de pesadillas”. Los últimos capítulos, del 13 al 15, serán los dedicados al desmantelamiento de la URSS, al terrorismo de la segunda mitad del XX y al “ecopánico” en el que hoy nos hallamos inmersos. A ello se añade un epílogo dedicado a “La pandemia y el imperio del miedo”.
Fue precisamente Hobsbawm, refiriéndose a la Guerra Fría, quien pronosticó que dicho periodo sería, para los futuros historiadores, tan extraño como la quema de brujas. En todo caso, la intención de Peckham no es tanto la de enumerar los sucesivos miedos que nos afligieron en la Edad Moderna y Contemporánea, como la de establecer una visión del miedo que incluya los aspectos constructivos que dicho temor ha tenido para el sostenimiento de la civilización actual. A este respecto, podríamos recordar que la modernización urbana de París, llevada a cabo por el barón Hausmanns, no puede deslindarse del miedo a las masas y su control de las algaradas callejeras. Tampoco cabe ignorar que la persecución de las brujas (esto ya lo anticipaba Heine en Los dioses en el exilio), no resultó extraña al gran proceso de urbanización sucedido en el XVII, como sostiene Caro Baroja. Lógicamente, en una obra dedicada a los últimos cinco siglos, no entran en consideración los miedos de El año mil que analizó Duby, y tampoco ciertos epifenómenos, incluidos bajo el rubro del terror nuclear y la Guerra Fría, como el fenómeno ovni. El resultado, en todo caso, es un completo recorrido por el terror de linaje humano, vinculado, sumariamente, a la economía capitalista en la que se ha sustentado el mundo moderno, desde que Luca Paccioli estableciera la contabilidad por partida doble finalizando el XV.
Una última consideración, relativa a la propia aspiración de este Miedo, es el sesgo cultural que se infiere de sus páginas. Con esto nos referimos al uso de la historia cultural como disciplina apropiada para tales cuestiones, donde cristalizan multitud de factores, en apariencia ajenas al asunto tratado. En tal sentido, Peckham ha prestado mucha atención a los neologismos asociados a los nuevos miedos; y en consecuencia, al proceso en el que el nombre y lo nombrado se solapan para acuñar la figura completa de un hecho novedoso. Palabras como refugiado, psicópata, masa, agorafobia, pánico, cinémaphobie, adquieren aquí su carta de naturaleza o un más preciso significado. De tal manera que la “siderodromofobia” o miedo a los ferrocarriles alberga dentro de sí la doble noticia de un nuevo modo de locomoción y de la importancia -incluso traumática- que dicha novedad arroja sobre el mundo moderno. Recordemos, en fin, que la palabra “masa”, en términos culinarios, es aquello susceptible de amasar. Vale decir, de moldear y transformar por una fuerza externa a lo amasado. Esta vida amorfa de las multitudes adquirirá en Peckham, necesariamente, un singular relieve histórico.
También te puede interesar