Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
Icónica Santalucía Sevilla Fest
A Icónica Santalucía Sevilla Fest solo le restaba en esta partida de póker musical que tan bien está jugando mostrar su último trío de ases. Y el primero lo descubrió ayer con Michael Bibi, en una noche muy emotiva, con el espectáculo electrónico One Life, en el que este productor londinense está celebrando su victoria en la brutal batalla de seis meses contra el linfoma del SNC -Sistema Nervioso Central-, un cáncer poco común que amenazó con cortarle las alas. Al igual que las mariposas gigantes que revoloteaban sobre Bibi durante el desarrollo de su sesión, él también se mostró espléndido después de su metamorfosis. Tras reunir justo una semana antes a 45.000 personas en el Finsbury Park de su ciudad natal, inició una gira de celebración de su recuperación cuya primera parada ha sido Sevilla, con 8.000 espectadores como testigos, y continuará durante agosto y septiembre con tres apariciones más en Francia, Italia e Inglaterra, para volver de nuevo a España, esta vez a Ibiza.
Todavía estoy en recuperación, dijo Bibi antes de volver a ponerse en marcha. Sólo estoy haciendo un número muy, muy, muy, muy limitado de sesiones y asegurándome de que sean lo mejor posible. Por lo que respecta a nuestra ciudad podemos decirle que misión cumplida. Mientras las luces bailaban y los cuerpos se balanceaban, Bibi desplegó una celebración delirantemente exuberante de la vida arrebatada de las fauces de la mortalidad. Las pantallas proyectaron imágenes dolorosas de esos días oscuros en el hospital, así como montajes de video que incluían escenas retrospectivas de la infancia del DJ. La noche fue una afirmación viva y respirable de que incluso en nuestras horas más oscuras, el espíritu humano puede emerger, no sólo intacto, sino radiante y listo para mover a los demás. Nunca renuncies a tus esperanzas ni a tus sueños, proclamó en sus redes sociales, aunque la medicina te dé solamente un 30% de posibilidades de sobrevivir, como fue mi caso.
Anoche nos brindó un set ampliado que pasaba por temas antiguos y nuevos. Aunque particularmente antiguos porque tienen para él muchos recuerdos; diferentes temas, diferentes ubicaciones, algo muy curativo y emocional. Ese es el concepto del que parte One Life: tienes una vida, vívela. Vive el momento, vive el ahora, abraza el ahora. Si estás bien y tienes capacidad para disfrutar la vida, disfrútala. Sé libre y feliz, y no te tomes las cosas demasiado en serio. En realidad, eso mismo es lo que yo llevo 67 años intentando hacer.
Michael Bibi es uno de los DJs que mejor sabe leer al público ante el que se encuentra y suele mantener un set muy espontáneo, teniendo a mano los diferentes tipos de música disponibles para ir lanzando lo que considera correcto en cada momento. Aunque anoche creo que todo lo tuvo perfectamente programado de antemano, porque de otra manera hubiese sido imposible que siguiese con las perfectas luces y los mensajes en las pantallas tan bien sincronizados con la música después de tres horas de show.
Comenzó su set con una pieza de minimal techno de la factoría de Wheats, con una bella armonía y una línea de bajos que comenzó a poner en equilibrio precario los vasos que hubiese sobre cualquier repisa del recinto; pero continuó durante un tiempo excesivo con el mismo patrón rítmico e incluso el mismo riff vocal y comenzamos a sospechar que su set iba a ser reiterativo de seguir así. Afortunadamente no ocurrió y cuando cambió al Diamonds de Rokke, el tech house se aceleró y la cosa todavía mejoró cuando comenzó a pinchar temas propios, comenzando con el Got The Fire, que quedó perfecto con los loops que le metió. Un plus añadido a la mezcla fue el saxo de Subject Study, una pieza de heavy-bass house de KinAhau, el DJ que abrió la tarde en este mismo escenario, que fue uniendo, a través de otra de las suyas, Stay Missing, en una mezcla que no sé si ya traía hecha de casa -como sospecho- o la hizo en directo, de forma espectacular; estos fueron los mejores minutos de la noche hasta ahora, que continuaron avanzando hasta dejar ya durante un buen rato el Soo Good de Blackchild, no sin meterle antes unos samples del Last Night a D.J. Saved My Life, de Indeep, en un tramo de la sesión en que se apartó del deep house para recrearse en el soul.
Tras un punto y aparte, cambió el tercio y se metió en terrenos de reguetón electrónico a través de Bodeler, uno de los DJs de su sello Solid Grooves, de quien pinchó En la Selva, primer guiño a los espectadores sevillanos/españoles/latinos de los varios en que dejó sonar el castellano en las piezas que lanzaba: la Fama de Yandel, Qué calor de Major Lazer con J Balvin… fue entonces cuando la sesión se convirtió en docudrama. En las pantallas veíamos como se desarrollaba su lucha con la enfermedad mientras aparecía escrito en grandes letras: Si la vida te da limones, haz limonada, marcando el momento perfecto para que Bibi pinchase Lemonade, otro de sus propios temas, que enlazó, de nuevo de forma magistral con La Murga, también suyo, haciendo aparecer sobre el escenario a dos trompetistas para que tocasen en vivo la parte de ese instrumento sampleada en el original. El efecto fue sensacional. Siguió aún en castellano con Estamos aquí, de Pawsa, en otra declaración de intenciones sobre su victoria en la lucha con la enfermedad. La fue silenciando para volverle a subir el volumen y que sirviese de banda sonora a los nuevos mensajes de las pantallas: navega a través de la tormenta, vuela libre como una mariposa, y que la alegría estallase con los samples de I Will Survive inmersos en el It Just Won’t Do, lanzado en dos o tres de sus diferentes remezclas. A estas alturas yo había decidido ya que de todos los DJs que he visto aquí en directo este año, Bibi es el que más me gusta. El Sueño de Dennis Cruz nos llevó a un momento extraño porque parte del público comenzó a entonar el loooolololololoooolo del Seven Nation Army, pero no se apuntaron los demás; se ve que ese canto es cosa de rockeros y futboleros solamente.
Las pantallas, mientras tanto, seguían enviando mensajes motivacionales: mira a tu izquierda mira a tu derecha, sonríe a tus amigos, quiérelos. El Somebody New de su paisano Treasure Series estuvo tanto tiempo sonando que no llegamos a odiarlo porque de vez en cuando iba metiéndole samples que lo hacían llevadero, sobre todo fue muy celebrado, al menos por mi parte, no tanto por la de la gente, para la que me temo que pasó desapercibido, el de una bonita remezcla del Bittersweet Symphony de The Verve. Su propio Otto’s Chant también estuvo un buen montón de minutos atronando, manteniéndolo hasta que todo parecía que llegaba a su fin. Pero solo fue el primer amago de hacerlo. Cuando parecía que la sesión iba a terminar, Bibi volvió a venirse arriba con el Intergalactic de Clocksy para, con otro puente de maravilloso sonido de saxo, enlazarlo al Man With the Red Face de Mark Knight y ya nos temíamos que íbamos a estar aquí hasta la hora del chocolate con churros porque se volvió a meter en un bucle de piezas suyas, Different Side, Hanging Tree… la sesión se hizo más ácida y cuando llegó al Won’t Forget You de Shouse Bibi incluso se permitió quitar el sonido totalmente y dejar que fuese el público quien cantase a coro el nombre de la pieza. Y, para mi asombro, la gente se lo sabía. Ahora ya sí que teníamos que llegar al final, con el ánimo a gran altura. Pero todavía nos tenía una sorpresa reservada para levantarlo más; en el Raw Cuts de Kettama incluyó un sample del Smells Like a Teen Spirit, en la singular remezcla de Actual Phantom, para que la gente fuese pegando el oído y después lo dejó estallar del todo en la versión de los propios Nirvana, aunque con un acompañamiento house de fondo. No me gusta emplear la palabra bestial para describir esta clase de cosas, pero ahora mismo no encuentro un calificativo mejor. El final que eligió para, esta vez sí, terminarlo todo definitivamente, no pudo ser más definitorio: Music Is The Answer; la música es la respuesta. A todo.
Antes que Michael Bibi ocuparon el escenario otros dos DJs, con sets de dos horas cada uno, a las siete y a las nueve. El primero fue KinAhau, al que ya mencioné antes, un mejicano apadrinado por Bibi y su socio Pawsa, que lo cobijaron en su sello discográfico, con el que la estrella de la noche incluso grabó Different Side, una de las piezas que luego incluiría en su propio set, como antes señalé también, pero que a mí en realidad me aburrió bastante con un house machacón sin apenas matices resaltables, con piezas de Federico Locchi y Luca Donzelli, entre bastantes otros. Mucho mejor fue la sesión de Cuartero. Este DJ malagueño lanzó sobre nosotros un groove & bass tremendamente funky al principio, con mezclas muy ácidas que, si bien fueron degenerando hacia aires más verbeneros, a partir del Weaponized de su compañero de velada, KinAhau, volvió al redil. Algo chungo debió ocurrirle a su equipo, que de pronto enmudeció y nos temimos lo peor hasta que volvió la música con el Bumpin’ de DXNBY, para seguir con gente que eran disparos seguros, como Josh Baker o Blackchild, volver de nuevo al funk con Levi Swarn y hacer un amago de irse tras perforarnos los tímpanos con los agudos a tope del Deep Inside de Hardrive. Pero decidió que todavía era hora de fiesta, pinchando el Party Time de James View que, curiosamente, repitió después Bibi en su sesión. El freno ya estaba echado y con Jus Dance, de Mr. V, en dos remezclas diferentes, llegó el final definitivo. Tras él aprendimos con Michael Bibi la exacta dimensión de la famosa locución latina de Horacio: carpe diem.
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