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"El método de Manuel García es aún útil para cantar Rossini"

La cantante interpretará en el Teatro de la Maestranza a partir de este sábado el 'Tancredi' de Rossini, que no se representaba en la ciudad desde hace 175 años

La mezzosoprano Daniela Barcellona, en el Maestranza.
Andrés Moreno Mengíbar / Sevilla

11 de febrero 2009 - 05:00

Para el regreso de la ópera Tancredi a Sevilla, 175 años después, no podía haber elegido el Teatro de la Maestranza a una mejor intérprete. Porque Daniela Barcellona es en la actualidad la mejor mezzosoprano rossiniana, una voz de bellísimo timbre a la vez que poseedora de una técnica magistral para dotar a la música de Rossini de toda la carga expresiva que posee más allá de las aparentes acrobacias vocales. Junto a un reparto inmejorable en el que aparecen los nombres de Mariella Devia y Gregory Kunde, está asegurado el retorno del festín vocal que tantos aficionados añoraban en nuestro teatro. Las funciones se desarrollarán los días 14, 17, 20 y 22 de este mes.

-La ópera Tancredi presenta dos versiones, una con final feliz y otra con final trágico. ¿Cuál de los dos prefiere?

-Por motivos personales prefiero el trágico, porque fue con esta versión con la que me di a conocer en el Festival de Pesaro en 1999 y fue un momento muy importante para mi carrera. Incluso en el terreno musical encuentro el final trágico como una gran innovación en tiempos de Rossini, con un final que se va extinguiendo dramática y musicalmente. Es de una esencialidad y de una interioridad increíbles, aunque el final feliz [el que se escuchará en Sevilla] es más popular porque al público siempre le gusta salir contento del teatro.

-Para usted, que es una de las más conocidas especialistas en la música de Rossini, ¿cuál es el secreto de esta música?

-Ante todo pienso que hay juzgarla como algo diferente al canto barroco, porque en la música de Rossini cada nota, cada pequeño grupo de notas tiene un sentido expresivo y dramático, con la posibilidad de moverse con libertad rítmica, mientras que el Barroco me parece más esquemático y más rígido. No se puede hacer un Rossini monótono, hay que darle a cada grupo de notas su significado y reforzar así la expresividad del personaje, pues aunque las partituras están muy detalladas desde el punto de vista de las dinámicas, el intérprete debe aportar su fantasía y su personalidad.

-¿Es aún útil para cantar el repertorio rossiniano el método de canto del sevillano Manuel García?

-Mucho. Tiene ejercicios fantásticos para desarrollar algunas cuestiones técnicas fundamentales y es esencial para profundizar en la música de Rossini. Lo que pasa es que veo que en la mayoría de los jóvenes estudiantes falta voluntad para profundizar, sólo se quiere el éxito inmediato y no quieren saber nada de esfuerzo y de estudio de estos clásicos fundamentales.

-Más de la mitad de su repertorio se basa en personajes masculinos. ¿Se necesita un esfuerzo especial para meterse en una mente de varón?

-He tenido que aprender a moverme en escena como un hombre, cómo andar, cómo mover el cuerpo apoyando todo el peso sobre los pies. Mi estructura física, al ser muy alta, me ha ayudado mucho a hacer creíbles los personajes. Pero resulta cansado interpretar en escena un papel masculino, cantando y luchando como un hombre. Incluso desde el punto de vista musical es diferente la manera de interpretar los sentimientos.

-¿Cuál su momento preferido de Tancredi?

-De mis momentos, sin duda mi primera aparición y el aria Di tanti palpiti: es el primer contacto con el público. Regresa a su patria y no sabe nada de lo que ha pasado en su ausencia. Sólo en las dos palabras iniciales -Oh patria- se debe expresar con la voz el sentimiento de alegría por el retorno y también el del miedo por lo que pueda pasar con su llegada. Pero aparte de este fragmento, creo que el momento más bello es el aria de Amenaide en el segundo acto, con esa introducción orquestal tan impresionante y tan moderna.

-¿Cuál es el personaje que más le gustaría cantar en el futuro?

-Me encantaría cantar Dalila, ¡con Plácido Domingo como Sansón si fuera posible! Otros serían Amneris o Éboli, papeles que ya empiezan a proponerme pero que creo que aún debo madurar.

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