La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
Ismael Diadié Haidara, patriarca de los Fondos Kati
Nacido en Tombuctú (Malí) el 15 de marzo de 1957, Ismael Diadié es el decimosegundo patriarca de la familia Kati. Estudió Arte Dramático y Filosofía y fue discípulo del Nobel Albert Camus. Ha publicado libros de poesía, historia y filosofía y desde que tenía 25 años es propietario y responsable del Fondo Kati, que engloba 12.714 manuscritos fechados entre los siglos X y XIX. Tiene la misión de gestionar y proteger esta codiciada biblioteca cuyos documentos, inéditos la mayoría de ellos, hablan en sus márgenes sobre Al-Ándalus, el sur de Francia, los Imperios de Gana, de Malí, del Songhai y de la familia Kati. Todo esto hace que el Fondo Kati sea una biblioteca que no llega a alcanzar la paz y la tranquilidad tan anheladas por el padre de los godos islamizados de África, Ali b. Ziyad al-Quti, el lejano descendiente del Rey Witiza, ya que se ha dispersado en numerosas ocasiones, y vuelve a estarlo ahora. En el exilio desde la caída de Tombuctú en manos yihadistas el año pasado, Diadié ha pasado por Francia y Suiza y este fin de semana visitó Jerez, donde ha encontrado un fuerte apoyo económico y moral para la salvaguarda y digitalización de esta colección, que podría exponerse en la ciudad próximamente.
-¿Qué son los Fondos Kati?
-Primero hay que saber quién es Mahmud Kati. Fue el primer historiador cuya obra (Tarik-El-Fettash o Crónica del viajero) ha sido reconocida por la Unesco y reeditada bajo sus auspicios como obra representativa de la humanidad. Fue además muy amigo de León El Africano. Mahmud fue quien creó la biblioteca de los Fondos Kati uniendo los manuscritos de su tío el emperador Askia y los que trajo su padre de Toledo, Ali b. Ziyad al-Quti, ciudad desde la que se exilió este último en 1468 y que le llevó a un largo peregrinar hasta Tombuctú, pasando, hay que decirlo, incluso por Jerez. Allí se casó con la sobrina del rey Askia. Yo soy el decimosegundo descendiente de la familia.
-Son unos fondos muy codiciados. ¿Por qué?
-Pondré un ejemplo. Cuando llegaron los franceses a Tombuctú en 1893 lo primero que hicieron fue buscar la biblioteca. No pudieron dar con ella. En 1896 se publicó en Francia el primer artículo sobre la importancia de Mahmud Kati y en 1911 se descubrió una copia de un manuscrito de Mahmud que fue todo un acontecimiento. En 1914 se hizo la primera descripción, traducción y edición de esa obra (Tarik-El-Fettash) y se ha reeditado más tarde bajo el auspicio de la Unesco. Desde entonces esa obra ha sido el pilar de la historia de África. Hace poco los islamistas invadieron Tombuctú, en 2012, y la biblioteca, que está en un edificio subvencionado por la Junta de Andalucía, ha vuelto a peligrar y hemos dispersado los fondos. He hecho lo mismo que hizo mi bisabuelo con los franceses. La Unesco protege este patrimonio y los invasores lo primero que han hecho es acorralarlo. Los manuscritos más antiguos de toda el África negra están en los Fondos Kati. Los escritos originales de Mahmud Kati, que son Patrimonio de la Humanidad, están en el fondo, y los historiadores de los cinco continentes han trabajado sobre este personaje sin ver ni una vez un texto original. Y por primera vez se descubren más de 12.000 legajos de él y de sus descendientes. Es algo que pone los dientes bastante largos a nivel internacional. Cuando se lanzó el proyecto Memoria del Mundo de la Unesco en 2012, se hizo con imágenes del Fondo Kati. Esto ayuda a hacerse una idea de la importancia que tiene.
-Entonces no se conocían públicamente estos documentos...
-No hasta que hice pública su existencia junto a los escritores José Ángel Valente, Juan Goytisolo, José Saramago y Antonio Muñoz Molina, entre otros, a través de un manifiesto. La gente sólo había oído hablar y ha conocido el manuscrito descubierto en 1911. Pero nadie ha visto esta biblioteca. Yo soy el primer patriarca que ha hecho público este fondo, que siempre ha estado escondido.
-¿Qué cuentan esos manuscritos que son tan secretos?
-Esta biblioteca, del lado europeo o español, cuenta la historia de una familia que reinó en España hasta el siglo VIII y de una familia que ha tenido una función importantísima en España, y que ha ido acumulando su propio patrimonio y biblioteca que va hablando desde Al-Ándalus, de aquel tiempo, hasta prácticamente de toda España y el sur de Francia. Se habla de todo, de propiedades de tierras, de la historia de antes de los Reyes Católicos... La historia de España está aquí y la de parte de Francia y de África, escrita de primera mano, como las cartas imperiales, documentos sobre la presencia de los judíos en África. Nadie ha visto ni una hoja de ello y cuando lo he dado a conocer ha sido una bomba a nivel internacional y he traducido 50 de estos documentos. Hay mucho deseo y miedo a la vez de ver estos fondos porque es también la biblioteca imperial de Malí. También se habla de las relaciones entre África y Europa a lo largo de los siglos.
-Si se conociera su contenido, ¿podría cambiar de alguna manera la Historia?
-Podría, no. No soy el más indicado para hablar de mi biblioteca y mi familia, pero desde la Unesco dicen que el descubrimiento del Fondo Kati es el más importante descubrimiento bibliográfico en África de los últimos 50 años, y que se puede comparar al descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto.
-Usted los conoce bien...
-Desgraciadamente es mi vida. A diario tengo estos manuscritos en mi mano para clasificarlos. Yo vivo con estos documentos.
-¿Están digitalizados?
-Esa es una buena pregunta. Hemos tenido un proyecto con la Junta de Andalucía para la digitalización de la biblioteca pero no se ha hecho aún. Hay un gran miedo a que se pierdan, por ejemplo cuando fuimos invadidos por los islamistas. Si estuvieran digitalizados no tendríamos tanto miedo. Mucha gente ha llamado preocupándose por el estado de los fondos. Hubo una reacción de los Estados. Lo digo y lo subrayo, y no se lo he dicho a nadie antes: ha sido gracias al apoyo Josep Santacreu [consejero delegado de DKV], Antonio Vila [delegado de DKV en Cádiz-Jerez] y [el abogado jerezano] Jesús Rodríguez por lo que he podido salvar este patrimonio. Desde entonces ha habido otros muchos interesados, y como estoy exiliado de Malí ha habido países interesados en acogerme a mí y al fondo.
-¿Se mostrarán estos fondos en Jerez algún día?
-[Risas] La verdad es que me haría mucha ilusión, pero todavía estamos en negociaciones. El Fondo Kati está tratando con varias ciudades a nivel internacional de como Francia, de Italia, de España... Estoy tratando con varias ciudades, entre ellas Jerez. Es un interés que agradezco muchísimo, y el apoyo moral de su alcaldesa, María José García-Pelayo.
-¿Ya se han expuesto antes?
-Sería la primera vez que se exponen desde la invasión de Tombuctú. Hubo una pequeña muestra en 2005 en Sevilla y otra en 2010 cuando España tuvo la presidencia de la UE, como una actividad cultural a nivel internacional en Malí. Pero no podemos darle mucha publicidad ya que ahora este patrimonio necesita más seguridad.
-En el próximo mes de octubre usted ofrecerá una conferencia sobre estos fondos dentro de los actos del 750 aniversario de la entrada de Jerez en la Corona de Castilla y se proyectará un documental. ¿Se sabrá entonces si viajarán los fondos a Jerez?
-En septiembre estaré en Italia para lanzar el segundo manifiesto de protección del Fondo Kati, que será firmado también por grandes intelectuales, y entre los abogados con los que tratamos está Jesús Rodríguez. Y es que vamos a pedir una convención internacional para la protección de los fondos en caso de guerra. Se lanzará de forma simultánea, en Italia, en Francia y en España, y en este último caso vamos a elegir Jerez para hacerlo. Es una manera de agradecerle a la ciudad todo lo que está haciendo por mí y por el fondo.
-La protección ante todo...
-Hay leyes internacionales de 1921 y 1954 para proteger los archivos y bibliotecas. Pero fíjese que han quemado bibliotecas en Afganistán, Bagdad, Sarajevo y Tombuctú, pero nadie me puede decir un solo caso en que se haya perseguido a los que han quemado esas bibliotecas. Se ha perseguido el genocidio y el homicidio, pero no el memoricidio, porque destruir los archivos de un pueblo es destruir su memoria. Esto es lo que decimos en nuestro manifiesto. Y lo haremos público con la firma de muchos premios Nobel. Todos ellos están con el Fondo Kati. Y lo digo: vamos a luchar y vamos a ganar. Llevamos 546 años de exilio en Tombuctú luchando, así que una lucha para una convención internacional será una lucha más.
-¿Hasta cuándo recaerá sobre usted la responsabilidad de conservar y proteger los fondos?
-No es un peso sobre mi espalda, es sobre toda mi vida. Creo que dentro de poco legaré esta responsabilidad a una mujer, tal como se hizo en 1952. Así que puede que se repita la historia. Ya estoy formando a la próxima generación. Llevo desde los 25 años en esto, pero he estado a la sombra de mi padre antes de tomar esta responsabilidad tan grande. No he tenido ni infancia, ni juventud. Ya era un anciano, casi, a los 20 años. Tengo ganas de tener una vida propia.
-¿Y a qué se dedicará ahora, a vivir esa juventud?
-[Risas] ¡Esto que me dice usted es tan bonito que lo tiene que escribir! [ríe otra vez] Francamente, me quiero retirar a una choza a orillas del río. Y llevar, no una vida de juventud, sino juventud de alma. Una vida más retirada, sosegada, para poder dedicarme a mi obra poética y filosófica. A nivel internacional se conoce mi obra de historiador y de poeta, soy uno de los pocos autores editados junto a Paul Auster, Saramago y Valente en Francia, algo que no se conoce en España. En Estados Unidos me conocen como el historiador de los judíos en Tombuctú. Siempre se me conoce por otra cosa, y yo quiero conocerme a mí mismo.
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