El mejor pintor del espíritu barroco

2022, IV Centenario de Valdés Leal

Enrique Valdivieso ha incorporado 65 obras más a su catálogo de Valdés Leal, obra cuya segunda edición verá la luz en breve, 31 años después de su publicación

Valdivieso dirigiéndose al coro del Hospital de la Caridad.
Valdivieso dirigiéndose al coro del Hospital de la Caridad. / Juan Carlos Vázquez
Charo Ramos

13 de abril 2019 - 06:01

Juan de Valdés Leal (Sevilla, 1622-1690) mantuvo una intensa actividad en su ciudad natal pero nunca logró los ingresos ni los privilegios de que disfrutó su contemporáneo Murillo, con quien compartió muchas cosas, entre ellas la fundación de la Academia sevillana de Pintura. "Murillo pintaba poco y ganaba mucho; Valdés pintaba mucho y ganaba poco", resume Enrique Valdivieso sobre una rivalidad artística que ha generado una amplia literatura no sólo científica y que, en todo caso, "estaba motivada por unos inevitables celos económicos".

En 2022 se cumplirá el cuarto centenario del nacimiento de Valdés Leal y la efeméride podría servir para valorar en su justa medida a una de las personalidades artísticas que mejor personifica, según Valdivieso, el Barroco español.

De todos los conjuntos que pintó Valdés Leal con su personalidad enérgica, tensa y dramática, el del Hospital de la Caridad ocupa un lugar de absoluto privilegio que ahora reivindica la restauración de La Exaltación de la Cruz.

Valdivieso está pletórico porque en breve verá la luz, 31 años después, la segunda edición de su monografía ya clásica sobre Juan de Valdés Leal. "Lo publiqué en 1988 y desde entonces han aparecido unas 65 obras más, la mayoría en el mercado del arte y en colecciones privadas y museos del extranjero que no lo tenían identificado como tal y me han consultado", resume.

Para el catedrático emérito de la Universidad de Sevilla, "Valdés Leal tiene el sambenito de estar a la sombra de Murillo y ser menos apreciado. Según esa difamación que ha perdurado en el tiempo, Murillo sería el genio y él, el segundón o el maldito. Hay una literatura antigua que los enfrentó a ambos y otra, amplificada por los románticos, como Enrique Romero de Torres, hermano del pintor, según la cual Valdés Leal es el pintor de los muertos y toda calavera que aparecía en Sevilla debía atribuírsele a él", critica el experto, que defiende que la obra de Valdés es muy variada y que la dureza de las vanitas que pintó en la Caridad tienen más que ver con el encargo de Miguel de Mañara que con su personalidad truculenta.

Esa riqueza de intereses del pintor la muestra, por ejemplo, en la que Valdivieso considera su mejor Inmaculada, que se conserva en la National Gallery de Londres y a cuyos pies hay una madre mayor vestida de luto y un hijo clérigo. "Las pinturas de Valdés Leal normalmente parten de una realidad enérgicamente expresada, se quedan aquí abajo, en la tierra, frente a las de Murillo, que plantean una realidad idealizada. Por eso Murillo, con su gusto por la pintura amable, nunca entró de verdad en el espíritu del barroco y Valdés Leal sí. No hay más que ver la Piedad con el Cristo muerto en su regazo que expone el Museo Metropolitano de Nueva York, es la obra más dramática y patética del barroco español porque la Virgen está llena de dolor físico y espiritual y el Cristo está descoyuntado, roto, sangrante".

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