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El mecenazgo de Justino de Neve

Las obras que Murillo pintó gracias al patrocinio de su amigo y canónigo de la Catedral sevillana vuelven a la ciudad en una exposición que, organizada por Focus, el Prado y la Dulwich Gallery, se abre al público mañana l 'Murillo y Justino de Neve. El arte de la amistad'. Desde mañana, 9 de octubre, hasta el 20 de enero de 2013. Hospital de los Venerables.

El mecenazgo de Justino de Neve
Charo Ramos / Sevilla

08 de octubre 2012 - 05:00

Llega a Sevilla la exposición más importante y ambiciosa de los últimos años: Murillo y Justino de Neve. El arte de la amistad. Ya cuelgan de los muros del Hospital de los Venerables las pinturas de Murillo con las que el Museo del Prado, la Fundación Focus y la Dulwich Picture Gallery han querido recordar una de las asociaciones más estimulantes del arte barroco: la que ligó al pintor sevillano más famoso de su tiempo con Justino de Neve, canónigo de la Catedral y su principal mecenas. La Inmaculada Concepción de los Venerables (que tras diversos expolios y avatares históricos pertenece ahora a los fondos del Prado) se muestra al fin con su marco original (conservado in situ en el Hospital), por primera vez desde 1813, cuando el lienzo fue rapiñado por los franceses al mando del codicioso mariscal Soult.

A partir de mañana -cuando la cita abra sus puertas al público, después de la inauguración oficial, que será hoy- y hasta el 20 de enero, el visitante podrá sumergirse en esta embriagadora recreación de la cultura sevillana del siglo XVII. "El arte de la amistad es una exposición pequeña en número pero exquisita porque cada pieza es una obra maestra", explicaba a este medio su comisario y director adjunto del Prado, Gabriele Finaldi, cuando la muestra abrió sus puertas en la pinacoteca madrileña en junio pasado. Tras su paso por el sevillano barrio de Santa Cruz, la exposición cerrará su itinerario en la Dulwich Gallery de Londres, de donde procede una de las piezas más hermosas del catálogo: la alegoría La Primavera, esa muchacha alegre y sensual que recoge en su chal unas rosas recién cortadas.

El recorrido expositivo incluye en torno a una quincena de obras realizadas por Murillo en Sevilla para la colección personal de don Justino o que pintó bajo su protección para instituciones como la iglesia de Santa María la Blanca, como sucede con el renombrado luneto El sueño del patricio Juan, que actualmente pertenece a los fondos del Prado tras haber sido robado de Sevilla en 1810 para su exposición en París.

Y es que, por desgracia, todas estas piezas, salvo una (El bautismo de Cristo, que permanece en la Catedral hispalense), son hoy propiedad de otros museos e instituciones, la mayoría extranjeras. Por ello la muestra sólo ha sido posible gracias a los préstamos del Louvre, la National Gallery de Londres, el Prado, de pinacotecas de Edimburgo, Houston y Budapest, así como de coleccionistas privados, británicos sobre todo, porque Londres fue (como ha subrayado el director del Prado, Miguel Zugaza) una ciudad decisiva en la apreciación internacional de Murillo.

El placer de contemplar obras devocionales, alegorías y retratos pintados por Murillo en su etapa de deslumbrante madurez supone a la vez una dolorosa reflexión sobre el patrimonio que Sevilla ha perdido en los dos últimos siglos. Y también algo más. El hecho de que el Museo de Bellas Artes, el gran custodio de los fondos de Murillo, no esté vinculado a esta magna exposición evidencia la falta de apoyo económico de la Consejería de Cultura a la pinacoteca, que contrasta con el interés que la misma institución dedicó este año a la muestra de Giacometti en Málaga o las inversiones previstas para celebrar en 2013 la primera década del Museo Picasso.

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