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Un viaje en falso

Maya | crítica seff

Aarshi Banerjee y Roman Kolinka, los actores protagonistas de ‘Maya’.
Alfonso Crespo

11 de noviembre 2018 - 06:00

La ficha

** 'Maya'. Sección Oficial. Drama, Francia, 2018, 107 min. Dirección: Mia Hansen-Love. Intérpretes: Aarshi Banerjee,_Roman Kolinka, Suzan Anbeh, Alex Descas, Anjali Khurana, Judith Chemla.

Renoir, Rossellini, la India... ¡oh, la la! Ojalá al menos se hubiera llegado a Benoit Jacquot (L’Intouchable, 2006), que sabe filmar la vida en fuga y lo que se cuece dentro del tarro, bien del lado de Marguerite Duras, bien del de Jacques Lacan. Aquí no hay casi nada, lo que no es poca cosa, salvo que de la atractiva insignificancia no surge ni un solo brote. Resulta misterioso, no obstante, que alguien que ofrece tan poco no tenga un as guardado en la manga; ese sería el “enigma Maya”.

Un off sugerente (el protagonista viene de ser secuestrado en Siria), una notable falta de interés por los diálogos –desastrosos hasta lo sublime–, nulo misterio fotogénico en la joven protagonista... todo listo para el salto en el trampolín hacia el viaje iniciático, un dejarse llevar por el cine debajo del cine; pero nada. Sólo unos cinco segundos –que son muy Benoit Jacquot, por otro lado– en los que se revela una bonita transición sin solución de continuidad desde un arrabal parisino de población hindú a la India elle-même. Hansen-Love incluso lucha por boicotear ese pasaje –cambia al protagonista de lugar en el coche, le hace crecer la barba unos días–, pero ni ella puede aligerar el momento de su rara belleza, ni rebajar las implicaciones del tránsito.

No es que antes, ya en sus mejores filmes, Tout est pardonné y Le père de mes enfants, no se hubiera la cineasta ausentado de sus obligaciones, pero quizás aquí resulte más doloroso por desperdiciar el suplemento sensorial de la India, y debido a que a ese destino se llega interesadamente rápido, orillando la seriedad del tema del terrorismo islamista y convirtiendo en peleles al resto de personajes parisinos, incluido el bueno de Alex Descas. ¿Todo para qué? ¿Para devolver al cine su capacidad de registro y anudamiento entre cercanías y lejanías? ¿Puede que un poco de pensamiento? No. Hansen-Love quiere, o eso parece, dar una lección “en teoría”, quedar cerca de una chica joven pero ya madura, tal vez sabia (el yoga, los indios...). El pequeño problema es que se olvida de filmarlo.

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