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Una odisea bajo las bombas
jordi savall. violagambista, director de orquesta y musicólogo
SevillA/-¿Qué le sugiere la pintura de Murillo, cuál es su vínculo sentimental o intelectual con su obra?
-Me marcó ya de joven, yo tenía talento para dibujar y me gustaba imitar las reproducciones de cuadros suyos que había en casa. Cuando terminé la escuela -fui a un colegio religioso-, antes de irme me pidieron que pintara una Inmaculada, pero bien grande, y no sólo no fue buena idea sino que resultó traumático: me tiré cuatro días ahí con los pinceles y al final más o menos me salió correctamente, pero sufrí tanto que nunca más en mi vida he intentado pintar en serio. Lo que me gusta de su pintura, sobre todo, es la manera en que recrea los personajes de la vida cotidiana, es un poco como Caravaggio, otro de los pintores a los que más admiro. Ese toque tan bello de humanidad es lo que más me conmueve.
-Ha dicho alguna vez que la pintura siempre ha sido una inspiración importante para usted. ¿De qué modo opera esa influencia, siendo dos lenguajes tan diferentes la pintura y la música?
-Sí, son lenguajes casi opuestos, de hecho, pero tienen la misma función, que es emocionarnos. La pintura nos habla en silencio y es inmutable, mientras que la música la renace en cada interpretación y por ello vive en cierto modo en nuestra memoria. Pero como músico siempre he buscado lo que define a la música en cada país, en cada época..., y para ello siempre me ha interesado especialmente el color que debe tener. Yo veo el universo sonoro como algo lleno de colores, cuando imagino una pieza eso es lo que veo, y me marca ya un tono emocional. Además, hay un libro que para mí no ha dejado de ser de cabecera, De la espiritualidad en el arte, de Kandinsky, que aunque trata de pintura habla muchísimo de música también.
-¿Cuál fue el criterio para elaborar este programa?
-Va en la línea de otros proyectos discográficos míos como el de la dinastía Borgia. Abarca desde el nacimiento de Murillo hasta su muerte y de rebote aparecen diferentes acontecimientos que ocurrieron en la Europa y la España de la época. El programa se inicia con una canción de Juan Vásquez, De los álamos de Sevilla, que es una melodía popular de entonces que luego reutilizaría Falla, por lo que me parece un buen ejemplo del criterio que he seguido. Decía Canetti que la música es la Historia viviente de la humanidad, contiene la emoción de un tiempo, y yo pretendo que sintamos la atmósfera de aquel mundo como si estuviéramos allí. Es una forma muy linda de escuchar la Historia.
-¿Tendrá recorrido este programa más allá de Sevilla? ¿Existe la posibilidad de que acabe registrado en un disco?
-Sí, claro. Este programa lo llevaré al Festival de Música e Historia de la Abadía de Frontfroide y allí justamente grabaremos el concierto para editarlo en un disco. También lo haremos en 2019 en el Festival de Música Barroca de Londres. Lo vamos a hacer muchas veces, seguro, porque resume las más bellas páginas musicales, tanto vocales como instrumentales, de este Barroco español tan especial.
-Ya sabe que habrá una programación específicamente musical dentro del Año Murillo. Desde un punto de vista divulgativo, ¿dónde le parecería más interesante que se pusiera el acento?
-En esa época se produce un pasaje maravilloso del Renacimiento al Barroco y la música encuentra una nueva forma de expresión. Eso es lo más importante. En España no hubo compositores como Monteverdi, que buscó una nueva forma de cantar recitando, pero sí villancicos, madrigales, sonetos, romances, que son como pequeñas miniaturas de una expresividad prodigiosa. Algunas de estas piezas, por cierto, las recojo en el programa del concierto, como las Tres glosas a Inmaculada Concepción de Francisco Correa de Arauxo, que son antológicas y tienen un nivel increíble de paz y espiritualidad, justo en lo que consiste el gran arte del Barroco español.
-Usted, que es una referencia ineludible de la música antigua en España, ¿cómo ve el panorama?
-Evolucionando. Vivo. Hay muchos nuevos grupos en todas partes, apañándoselas para poder hacer cosas. Así es la vida: hay que luchar. Más aún, por desgracia, en nuestro país. Sevilla en este aspecto es una excepción, lo que están haciendo Fahmi [Alqhai, director del Femás y del apartado musical del Año Murillo y líder de la Accademia del Piacere] y la OBS es fabuloso, tendría que ser un ejemplo para muchas ciudades... Pero no hay un verdadero apoyo a la recuperación del patrimonio musical, algo en lo llevamos mucho retraso y ante lo que el Gobierno español exhibe una enorme ignorancia. O desidia, no sé qué es más grave. Lo digo siempre: la riqueza de un país no depende de su patrimonio, sino de su capacidad para valorarlo.
-¿Son más sensibles las políticas al respecto de la Generalitat?
-Son similares en el sentido de que no hay una política global. Quizás por mi prestigio ha habido una mayor sensibilidad hacia esta cuestión, pero tampoco hay demasiada conciencia de la importancia de este patrimonio. Yo tengo la suerte de contar desde hace 15 años con una pequeña ayuda, pero no sabemos qué pasará ahora con toda esta situación en Cataluña...
-Su sensibilidad catalanista es bien conocida. ¿Cómo está viviendo la situación en las últimas semanas y qué horizonte atisba?
-Fui a votar el 1 de octubre y me horrorizó la violencia. Siempre he defendido el derecho a que un pueblo pueda expresar lo que desea. Y siempre me he sentido primeramente valenciano-catalán, por las raíces de mi padre y de mi madre, con las que me siento muy en contacto; pero siempre me he sentido también español, como en casa ya esté en Santiago de Compostela, Toledo, Granada o Sevilla: es mi cultura también. Y no se podrá decir que no he defendido siempre con pasión la cultura hispánica. Pero en un mundo global, en el que cada vez se destruye más la esencia de las cosas, debería entenderse que en Cataluña deseemos conservar una lengua y una cultura, y de una forma visible, y que esto sea respetado y reconocido. Creo que si se hubiera hecho un referéndum como el del Escocia hubiese pasado lo mismo que allí [ganó el no a la independencia]. Porque es así. Pero esta dureza de impedir las cosas porque no son legales... Claro que el referéndum no era legal, hombre, pero eso no quiere decir que sea un delito, y mucho menos justifica que venga la Policía con las porras. Tampoco se han hecho las cosas bien desde Cataluña, ha habido excesos. En fin, esto da para una conversación muy larga, pero yo creo que todas las soluciones son posibles si somos todos capaces de respetar a quienes piensan de manera diferente y de reconocer, todos, los errores cometidos.
-A sus 76 años recién cumplidos, y casado de nuevo el pasado mayo, no parece estar pensando precisamente en una retirada...
-¡Por supuesto que no! Tengo para los próximos años proyectos tan importantes como la Integral de las Sinfonías de Beethoven, La Creación de Haydn, el Réquiem de Mozart, la Sinfonía fantástica de Berlioz... La vida es bella mientras uno pueda aprender. Yo trabajo todos los días la viola da gamba como si fuera un estudiante. Se lo digo de verdad, eh. Acabo de llegar de París y estoy deseando encontrar hoy una horita para tocar Bach y Marais. Si uno tiene salud, por qué dejar de hacer lo que más le gusta en la vida. Y poder empezar una vida con una persona que te ama, y a la que amas, eso a mi edad un regalo fabuloso, un milagro. Uno tiene que ser agradecido y mi mejor forma de serlo es hacer música, compartir esa belleza.
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