Escena, esa rara avis en el Femás

Il primo uomo. Manuel Ruiz | Crítica

Un momento de 'Il primo uomo' en el teatro Alameda
Un momento de 'Il primo uomo' en el Teatro Alameda / Lolo Vasco (FeMÀS)

La ficha

IL PRIMO UOMO

***

XLII Festival de Música Antigua de Sevilla (FeMÀS). Manuel Ruiz, contratenor. Íliber Ensemble (Gevorg Vardanyan, concertino). Director musical: Darío Tamayo. Director de escena: Antonio Ruz. Vestuario: Pablo Árbol. Iluminación: Olga García. Maquillaje y peluquería: Ara García.

Programa: Il primo uomo

Arcangelo Corelli (1653-1713): Sarabanda de la Sonata para violín y continuo en fa mayor Op.5 nº10 [1700]

Georg Friedrich Haendel (1685-1759): Sinfonia (Presto) de Rinaldo HWV 7b [1711/1731] / “Cara sposa, amante cara, dove sei?”, aria de Rinaldo HWV 7b [1711/1731] / “Son contenta di morire”, aria de Radamisto HWV 12 [1720]

Alessandro Scarlatti (1660-1725): “Adam prole tu chiedi, e prole avrai… L’innocenza paccando perdesti”, accompagnato y aria de Cain overo il primo omicidio IAS 40 [1707]

Georg Friedrich Haendel: Concerto grosso en sol mayor Op.6 nº1 HWV 319 / “Degg’io dunque, oh Dio, lasciarti”, aria de Radamisto HWV 12 [1720]

Antonio Vivaldi (1678-1741): “Vedrò con mio diletto”, aria de Giustino RV 717 [1724]

Alessandro Scarlatti (1660-1725): Sinfonia (Grave e piano) de Cain overo il primo omicidio IAS 40 [1707]

Georg Friedrich Haendel: “Empio, dirò, tu sei”, aria de Giulio Cesare in Egitto HWV 17 [1724]

Girolamo Kapsberger (c.1580-1651): Passacaglia en re menor

Alessandro Scarlatti: “Dorme, o fulmine di guerra”, aria de La Giuditta (Nutrice) [1693]

Georg Friedrich Haendel: Largo del Concerto grosso en fa mayor Op.3 nº4a HWV 315 [1716] / “Lascia la spina”, aria de Il trionfo del Tempo e del Disinganno HWV 46a [1707]

Lugar: Teatro Alameda. Fecha: Domingo 30 de marzo. Aforo: Casi lleno.

En sus 42 años de historia pocos espectáculos escénicos ha presentado el Festival de Música Antigua de Sevilla. Pero este año ha habido uno, el que el contratenor cordobés Manuel Ruiz ha enfocado hacia la figura del castrato, aunque en realidad las arias que cantó sólo tienen en común el haber sido escritas para voces femeninas, pues no todas fueron destinadas a un castrato.

Con una sobria y funcional escenografía, un vestuario de Pablo Árbol que buscaba cierta sofistificación extravagante (sin lograrlo del todo) y movimientos y gestualidad básicos, concebidos por Antonio Ruz, Manuel Ruiz fue de menos a más en su desempeño vocal, empezando con un “Cara sposa” de registros y color desiguales y terminando con un “Lascia la spina” mucho más homogénea y redonda. La voz del cordobés está desde luego bien trabajada técnicamente, aunque sufre en la región grave, que por momentos se hace inaudible, y, sobre todo, en la articulación de los pasajes más ágiles (“Empio dirò tu sei”). Acaso por ello abundaron las arias lentas, en las que parece sentirse mucho más seguro. La proyección es canónica para las voces de su cuerda y la forma de decir correcta, aunque expresivamente resulta todo un tanto plano, da igual que cante la angustia de la Zenobia de Radamisto que se prepara a morir que el gozo y el anhelo del emperador Anastasio por ver a su amada en “Vedro con mio diletto”: los afectos no traspasan la barrera del esfuerzo técnico indudable. Mejor me pareció su expresión en los oratorios de Scarlatti: lo mismo cuando encarnó la voz de Dios en Caín que, sobre todo, como la nodriza de Judith, uno de los momentos más bellos de la velada, también porque el conjunto instrumental pareció especialmente inspirado.

Y es que los granadinos de Íliber Ensemble estuvieron bastante irregulares de la mano de un Darío Tamayo que trató de asegurar todo lo posible en materia de agógica y dinámicas, en general planas. Además el grupo arrancó con empaste precario y con el concertino Vardanyan tocando una zarabanda de Corelli irreconocible. Como Ruiz, el conjunto también fue creciendo y dejó algunos momentos de cierta intensidad (movimientos rápidos de Haendel). En general funcionó mucho mejor la sección del continuo que los violines –con desajustes y problemas de afinación variados–, muy especialmente el incisivo violonchelo de Héctor Hervás y un Aníbal Soriano que con la tiorba y la guitarra tuvo una presencia muy notable en la sonoridad del grupo y dejó en solitario una elegante Passacaglia de Kapsberger.

stats