Manuel Ruiz, contratenor: "Este discurso actual de los diferentes modelos de masculinidad es muy antiguo"

Femás

El contratenor andaluz, licenciado en Historia del Arte, presenta en el Teatro Alameda 'Il primo uomo', espectáculo que representa el "legado" de los 'castrati' desde "una visión contemporánea"

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El contratenor Manuel Ruiz.
El contratenor Manuel Ruiz. / Juan Carlos Vázquez

La tesitura –única- de la voz de los castrati, ese tono que suena a Europa dieciochesca, vuelve a los escenarios con Il primo uomo, espectáculo cuyo protagonista es el contratenor andaluz Manuel Ruiz. Se trata de una propuesta en la que el discurso contemporáneo –la nueva masculinidad- sirve para representar el «legado» de los castrati, un fenómeno de la música universal que cuenta con luces –el tópico de este siglo- y con sombras. Los castrati fascinaron con sus registros anómalos –y su carácter andrógino-, pero tras ese deleite del público hubo una práctica que hoy día nos resulta atroz. Conversamos con Ruiz sobre Il primo uomo y también sobre la curiosa historia de los castrati. El contratenor cordobés –licenciado en Historia de Arte- nos habla de esto y de aquello en los días previos a la función, programada para este domingo en el Teatro Alameda, en el contexto del Festival de Música Antigua de Sevilla (Femás).

Pregunta.-He leído que los castrati tienen un origen anterior al de su auge en el XVIII.

Respuesta.-Claro. Toda la praxis de los castrati empezó tiempo antes. Hasta que llegó a depurarse la cuestión. Como todo. Esta historia empieza en los ospedale [hospicios] napolitanos. Allí iban niños y niñas de familias sin recursos. Los castrati empezaron en un principio en coros infantiles. Con la intención de preservar esas voces se castraron a muchísimos niños. Fue aberrante.

P.-Fue una cosa atroz.

R.-Una barbaridad. Hubo además muchísima mortalidad. Y es más: muchos niños castrados no pudieron hacer carrera, pues no había calidad vocal para ello y por tanto no se hacía dinero, que era lo que querían las familias de estos niños. Por otra parte, sí es cierto que se dieron casos de éxito. Los maestros de música se fijaron en estos casos, y empiezan a componer para ellos, para estas voces específicas. Hay muchísima historia de la música compuesta para esas voces concretas. El maestro le componía música al alumno y, a su vez, este maestro aumentaba su prestigio como compositor, lo que le hacía ganar mucho dinero.

Manuel Ruiz.
Manuel Ruiz. / Juan Carlos Vázquez

P.-¿En Bizancio ya hubo casos de castrati?

R.-Sí. Esto se recoge en el libro Historia de los castrati. En Bizancio se dieron casos. Incluso antes, con los persas. No obstante, lo que sucede aquí es la castración. El hecho de castrar al varón. Pero no con una finalidad musical. Por ejemplo, los persas castigaban a los esclavos con la castración. Poco a poco se refina esta cuestión, es decir, el hecho de cortar el proceso hormonal, que la laringe no descienda, para evitar que la voz mude.

P.-Los castrati tienen relación con la historia de España, ¿no?

R.-Todo vino principalmente a través de Isabel de Farnesio, quien se trajo a Farinelli. Este castrato vivía en Londres. Era un momento en el que se encontraba en un altibajo importante de su carrera. Isabel de Farnesio entonces le propuso venir a la corte, aunque Farinelli en un principio tuvo sus dudas, pues en España no había tradición operística. En la corte se hacía mucha música de cámara, no tanto producciones. Farinelli vivió en España unos veintitantos años –veintiséis o veintiocho años-. Por ahí viene la importancia de los castrati en España. Farinelli trajo mucha música de Italia a España.

Farinelli tuvo muchísimas amantes. Muchísimas. Entre ellas, Isabel de Farnesio"

P.-En España se llama capón al castrato.

R.-Y se utilizaba como término peyorativo. Pensemos que la sociedad española ridiculizaba al castrado. Imagínate un hombre que no responde a la imagen de virilidad que en aquel entonces se le exigía a un varón. También lo llamaban capones por la forma de su cuerpo, similar a la del animal. Cuando estos niños eran castrados se les interrumpía su nivel de testosterona y producían más feromonas. Hay una descompensación biológica que afecta a la forma del cuerpo. Los castrados engordaban más del cuello, y tenían forma de botijo.

P.-¿A qué edad eran castrados estos niños?

R.-Eso no está claro. Depende de cada niño. Pero entre siete y nueve años. Justo antes del desarrollo.

P.-¿Es cierto que los castrati despertaban curiosidad sexual?

R.-Sí. Por ejemplo, Farinelli tuvo muchísimas amantes. Muchísimas. Entre ellas, Isabel de Farnesio.

Los persas castigaban a los esclavos con la castración"

P.-Y todo este recorrido histórico de los castrati… ¿cómo se interpreta desde una “visión contemporánea”?

R.-La primera incursión contemporánea en Il primo uomo es la incorporación del contratenor. Los contratenores, aunque no tenemos nada que ver, por tesitura vocal podemos abordar el repertorio de los castrati. Por otra parte, encuentro que este discurso actual de los diferentes modelos de masculinidad es muy antiguo. Pienso que ese discurso ya estaba en la época de los castrati. Daba igual si Farinelli era un castrado y hacía de mujer o de hombre en la obra…

P.-¿Y por qué Il primo uomo se define como “una experiencia sensorial”?

R.-Es una experiencia sensorial porque proponemos mostrar la triple faceta que podían desarrollar los castrati en una ópera: roles masculinos, femeninos y neutros. El castrado –o el cantante- tenía que hacer una introspección emocional para transmitir esa psicología del personaje que estaba interpretando. Todo ello implica un cambio de estado anímico, un cambio de afectos. De ahí la experiencia sensorial.

P.-¿Por qué Händel o Vivaldi en el repertorio de este espectáculo?

R.-Por mi tipología vocal. Es el repertorio en el que mi voz funciona. Estos autores le van muy bien a mi voz.

P.-¿Qué aporta al mundo de hoy esta cultura operística que estamos hablando?

R.-Es lo que te decía: creo que es una cosa muy actual. Cuando empezamos hace un año a dilucidar qué repertorio elegiríamos, nos dimos cuenta de que el Julio César de Händel ya pasa por todos los estados anímicos. Aparece el César el triunfante, el César derrotado, el César triste. Eso es una visión muy actual. Hoy día los héroes tienen esta imagen humanizada, y no tan idealizada. Algo que pasaba en el barroco es un discurso contemporáneo. Todo esto de los modelos de masculinidad, qué tenemos que ser, a qué tenemos que obedecer… Un castrato, durante dos horas, era una mujer, y después del escenario sospechamos que tenían una alcoba fluida con mujeres.

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