"La nueva década en la que entro va a ser la mejor"

Manuel Imán | músico

Manuel Imán celebrará su 70 cumpleaños el próximo domingo en Assejazz, con un concierto en el que se rodeará de grandes músicos sevillanos muy integrados en el jazz

"La génesis del Rock Andaluz está en unos acordes de Manuel Molina"

"Queremos que nuestra sede se convierta en un referente cultural en la ciudad"

Manuel Imán / Juan Carlos Vázquez

El pasado martes Manuel Rodríguez Gómez cumplió 70 años. Felicidades y que cumpla muchos más, sería lo que nos limitaríamos a decirle a este señor en condiciones normales. Pero estas no lo son. Porque el cumpleañero es uno de los más carismáticos músicos sevillanos, que lleva desde un poco antes de cumplir los quince, allá por 1969, más o menos cuando los Beatles dieron su último concierto y Led Zeppelin sacaron su primer disco, haciendo salir de su guitarra punzantes solos y cadenas de notas sostenidas, largas y suaves, llenas de cadencia, que siempre han exigido una gran precisión interpretativa para hacer fácil lo que en el fondo tiene una dificultad innegable. A Manuel no lo conoce prácticamente nadie por sus apellidos verdaderos, sino por el que comenzaron a aplicarle cuando formó parte de Imán Califato Independiente, una de las bandas más versátiles y de más rico sonido de todas las que han surgido en Andalucía. El próximo domingo, en la sede de Assejazz, a las ocho de la tarde, Manuel Imán va a celebrar su septuagésimo cumpleaños con un concierto en el que le acompañarán otros grandes músicos, colaboradores y amigos. Las entradas pueden adquirirse al precio de 30 euros en la web de entradium.com; para los socios de Assejazz, serán 25 euros.

-Siete décadas lleva usted ya tras de sí. ¿Cuál ha sido la mejor?

-No sabría cómo compararlas, porque cada una ha tenido sus encantos. Así que elijo la década en la que comencé en la música, la de los 70. Entonces estaba con Hans -un alemán del que nadie recuerda el apellido pero sí lo bien que tocaba el violín- y Alberto Toribio cuando en el festival de Mariana Pineda conocí a Marcos Mantero y formamos Chicle, Caramelo y Pipa, que éramos Marcos, Alberto y yo como núcleo de la banda, aunque por ella pasó también Hans y mucha gente más: Johnny, un neozelandés que tocaba la guitarra; Catheline, una flautista californiana muy buena; Toni Rodriguez de Trujillo también toco el cello con nosotros; Quique Morón, las percusiones. Esa fue la parte previa al grupo Goma, que se disolvió y en el 76 empezó Imán. Aquella fue una década muy interesante por los tiempos de la transición y el contexto histórico y musical. Pero, en realidad, yo voy a apostar porque la nueva década en la que entro va a ser la mejor.

-La siguiente pregunta no tengo ni que hacérsela, ¿verdad?

-(Risas) Tampoco sabría decirle cuál de las décadas ha sido la peor. Tendría que pensármelo mucho. Me ha puesto usted a cavilar con la pregunta. (Se lo piensa unos momentos) En todas las décadas ha habido momentos buenos y malos, pero lo importante es la dirección en la que uno quiere ir. Más importante que perderte de vez en cuando es tener una buena brújula (y se ve que esta no apuntaba en la dirección de la respuesta a mi pregunta).

-¿Musicalmente ha ido navegando por estas décadas a su aire o movido por las circunstancias de cada tiempo?

-Las dos cosas; porque hablando de décadas, también estuve en La Década Prodigiosa, y eso sí que fue movido por las circunstancias, ya que fui padre muy joven. Cuando se disolvió Imán estuve trabajando como músico de sesión y conocí a Jorge Álvarez -productor y cazatalentos que creó, entre otros grupos, a Mecano y Olé Olé-, a través del cual grabé un disco con otros músicos en un grupo al que luego había que ponerle imagen. Así fue como comenzó a funcionar La Década Prodigiosa, un grupo formado por músicos de estudio, que comenzó a salir mucho en la tele. Yo, claro, estaba en las antípodas de ese tipo de historias, pero aquello comenzó a funcionar muy bien y yo tenía dos hijos pequeñitos a los que sacar adelante.

Hay ciertas partes de mí que evidentemente siguen siendo underground"

-¿Se siente referente de músicos sevillanos posteriores?

-Eso me han dicho muchos músicos; otra cosa es que sea público y notorio, porque hay una parte de mí que sigue siendo underground. Pero me consta que muchos músicos de nuevas generaciones me tienen como referencia. Recuerdo que cuando conocí a mi amiga Pepa Herrera, me dijo que tenía un hermano de doce años que era fan mío. Se estaba refiriendo al Pájaro. Cuando eres pequeño y empiezas en la música te fijas en los que tienes al lado, que hacen la música que a ti te gusta y que consideras que la hacen bien.

-¿Hay una línea común en la música de los guitarristas sevillanos?

-Creo que hay de todo. Siempre se ha hablado de la escuela sevillana, parafraseando a otros movimientos artísticos, como la pintura; lo que sí es cierto es que en Sevilla hay un gran número de guitarristas muy buenos, que es algo que a lo mejor no ocurre de forma tan prolífica en otras ciudades. En toda España hay muy buenos músicos y muy buenos artistas, pero destacan sitios por aglomeración o talento y en Andalucía hay mucho talento. Y concretamente en Sevilla hay muy buenos guitarristas, es verdad.

-¿Pero se les nota que han mamado de la misma leche, o no?

-En cierto modo sí, porque además todos tenemos muchísimas influencias. Cuando yo era pequeño escuchaba la radio, y eso para mí eran influencias. Si además tienes la opción de ver con frecuencia a músicos que viven en tu ciudad, algo se te queda.

-¿Qué le queda a usted de aquel Manolito Underground que llevaba al instituto discos de King Crimson y Jimi Hendrix que ninguno de los demás alumnos entendía?

-Me queda el underground. Ese mote me lo puso alguien que no sabía que era eso, pero me escuchaba hablar del underground con mis amiguetes del núcleo pequeñito de los que nos gustaba la música y así se me quedó. No tengo compañía discográfica per se, no tengo un aparato detrás, casi todas las cosas me las tengo que autogestionar; hay ciertas partes de mí que evidentemente siguen siendo underground.

Manuel Imán / Juan Carlos Vázquez

-Al seminal disco de Goma le dio una dimensión distinta al volver a grabarlo con músicos y técnicas actuales. ¿A cuál más le haría eso, si dispusiese de los medios oportunos?

-Si tuviera las grabaciones multipistas, sobre todo del primer disco de Imán, volvería a mezclarlo, porque nosotros sonábamos mucho mejor en directo de como quedó el disco. Son cosas que vas aprendiendo con el tiempo y hasta los mismos técnicos e ingenieros de sonido de la época también estaban aprendiendo a conseguir ese sonido. El primer disco de Imán lo volvería a mezclar porque se le puede sacar mucho más partido. Pero es que han desaparecido muchos multipistas; de hecho, cuando Gonzalo García Pelayo me habló de hacer de nuevo el disco de Goma estuve haciendo gestiones en la Warner, que es quien tiene ahora los derechos del disco, que al principio eran de Movieplay, tratando de encontrar el multipistas, porque también sería muy bueno volver a mezclarlo para recuperar algunos detalles. Hablé con uno de los ejecutivos y me dijo que tenía varios palés sin abrir en Alcalá de Henares, pero que no tenían ni idea, ni sabían dónde estaba; en el limbo, si es que todavía existe. También es cierto que se tiraron muchos multipistas; si a lo mejor se quedaban en los estudios de grabación y no estaban en los almacenes de las compañías discográficas pues imagínese usted qué pasaría con ellos. Kirios era lo más parecido a Abbey Road que había en España; unos estudios donde grabó muchísima gente: el primer disco de Goma, el primero de Imán, Triana, orquestas sinfónicas, de todo. Estaba en San Martín de Valdeiglesias y en su lugar hay una urbanización multiapartamentos. Tras desaparecer se han encontrado multipistas en contenedores de basuras.

-Y de sus discos ajenos favoritos, ¿a cuál le vendría bien ese tratamiento?

-Básicamente muchos de los discos de la época, si ahora se volvieran a mezclar y a hacerles un tratamiento técnico de frecuencias, mejorarían muchísimo, sin duda; ahora la tecnología hace posible no solo eso, sino que con la inteligencia artificial puedes aislar instrumentos dentro de una canción; así se consiguió aislar la voz de John Lennon, restaurarla, algo imposible antes.

- Pero dicen que la inteligencia artificial quita alma a las canciones.

-Las herramientas dependen de cómo se usen; aunque la inteligencia artificial nunca va a suplir a la humana, por mucho que se diga. Con ella puedes grabar tus propias canciones; da un poco de miedo, porque la IA se va autoperfeccionando a través de la información que va recibiendo y puede llegar a parecer real en algún momento; pero, por ahora, los resultados de la música hecha con IA son bastante mediocres. Como cuando un autor compone una canción con muchos temas manidos, muchos arquetipos… el talento humano siempre marcará la diferencia.

-Aparte de sus bandas propias ha estado al lado de grandes artistas: Lole y Manuel, Paco de Lucía, Kiko Veneno, Martirio, Scarlet Rivera. ¿Qué ha aprendido de algunos de ellos que luego haya aplicado a su música?

-No es una cosa muy tangible, son detalles; de cada artista aprendes cosas. Son detalles de cómo se aproxima cada musico a determinadas cosas. Cuando hacemos músicas que son afines y tienen puntos en común todos aprendemos de todos.

-¿Y qué ha visto que le haya hecho decir: yo eso no lo haría nunca?

-Sí, también, ha ocurrido, pero no voy a señalar a nadie. Es cuestión de tener clara las ideas cuando uno se mete en el estudio y la persona que esté ahí a cargo del artista también tiene claro que debe ayudar a todo el equipo a desarrollar esas ideas. Pero cuando se está lleno de dudas y de inseguridad en el estudio, y se cambia dos o tres veces de rumbo, eso crea una cierta desazón y desconcierto, que no es un buen camino para terminar un buen trabajo. Mis discos siempre los he tendido claros; a veces he acertado y otras me he equivocado, pero siempre tenía clara la dirección que quería seguir; no me meto en un estudio para elucubrar, eso lo hago en el estudio de mi casa, que es mi laboratorio de pruebas, de ensayo y error; una vez que se mete uno en un estudio con otros músicos hay que ir sobre seguro.

-¿Se arrepiente de algo que haya hecho, tanto en lo musical como en lo personal?

-Claro que tengo de qué arrepentirme, porque hay cosas que uno las hace en ese momento por inconsciencia o creyendo erróneamente que es lo correcto. Otra cosa que me puede doler es hacer daño a alguien sin querer, por error u otras circunstancias; de eso es de lo que uno más se puede arrepentir. Pero por otro lado sé que siempre he tratado de hacerlo todo lo mejor posible dentro de mi vida y a ese respecto no me siento mal. Hay también una cosa muy importante, que tengo la memoria de los mejores momentos, y eso es lo más valioso. Porque errores tenemos todos, pero contar los buenos momentos que ha tenido uno es el mayor valor que podamos tener en nuestra memoria, y de esos tengo muchos a lo largo de mi vida.

Siempre he tenido un invisible espíritu de crooner"

-¿Cómo va a ser el concierto del domingo? ¿Por qué en clave de jazz?

-Porque hacia mucho tiempo que tenía ganas de cantar, sobre todo. Y de meterme un poco más en el mundo del jazz. Siempre he tenido un invisible espíritu de crooner. Tenía esa ilusión. Y me toca cantar más a partir de ahora. Cantaré muchos estándares del jazz dándoles un toque personal y algún tema mío con toque de jazz; entre ellos uno inédito, que no es de ahora, sino que lo compuse junto a Katherine Miller, una letrista que estaba con nosotros en Chicle, Caramelo y Pipa.

-Cuénteme un poco cómo ha sido la selección del trío de acompañantes y de los invitados.

-A Álvaro Gandul, que estará al piano, lo conocí cuando formamos parte de Una Noche de Rock Desesperada -homenaje a Pepe Roca en su retirada de los escenarios en 2020- en la que él llevaba la coordinación del grupo eléctrico de guitarra, bajo y batería. Allí conocí también a Popo Posada y los dos colaboramos en un disco, por lo que surgió la idea de hacerlo con Álvaro, porque también podíamos grabar en su estudio. Los otros dos músicos del trío base están también muy integrados en el jazz: Dani Galiano, a la batería, y Rafa Torres, que empezó con el bajo tocando rockabilly; así que también habrá algún ritmo de esos, y también de blues, que está hermanado con el jazz, es claramente una de sus raíces. Los invitados serán Bernardo Parrilla, que es uno de los mejores saxofonistas del panorama del jazz; Gautama, con mucha fuerza en la música de fusión; él en el saxo alto y Bernardo en el tenor. Javi Delgado, presidente de Assejazz, tocará el contrabajo; Jesús Sancho, violinista de la orquesta sinfónica de Sevilla, también va a contribuir en algún tema; Marta Santamaría va a cantar Chega de Saudade, una canción emblemática, que se considera la primera piedra de la bossanova. Y finalmente, Paula Padilla, la cantante de O Sister!, que tiene una cantidad de registros maravillosos.

-El lugar de celebración también es una maravilla.

-El espacio de Assejazz es una joya que está funcionando muy bien. Magnifico por su acústica, por el ambiente que tiene. Un lugar al que se puede ir con la garantía de que vas a pasar muy buen rato. Además, es un mirlo blanco porque se puede aparcar muy bien. Lo malo es que es un sitio que no te pilla de paso, al que hay que ir expresamente, a no ser que vivas en Santa Clara (más risas).

-Celebró el 65 cumpleaños en el Lope de Vega haciendo un repaso prácticamente cronológico de toda su carrera. Ahora los 70 en clave de jazz en el templo andaluz de ese género. Deme la primicia más adelantada del periodismo musical diciéndome cómo va a celebrar su 75 cumpleaños.

-Largo me lo fía. Me gustaría hacerlo con salud y con grandes músicos en el escenario una vez más. Tengo cinco años para prepararme el repertorio y para ver si por fin se termina de arreglar el Lope de Vega, porque me encantaría volver a él, que es mi teatro favorito de Sevilla.

 

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