Un tal Don García
Mapa de Músicas | Manuel García. 250 años.
El 21 de enero se cumplen los 250 años del nacimiento en Sevilla de Manuel García, uno de los más singulares protagonistas del mundo operístico de su época
Se llamaba Manuel del Pópulo Vicente Rodríguez Aguilar, pero tenía un abuelo García y tal vez por él (o vaya usted a saber por qué razón, siempre fue un fingidor) desde adolescente adoptó el alias artístico de Manuel García, y así lo conocemos. Había nacido un 21 de enero de 1775 en el barrio sevillano del Arenal, no muy lejos de donde hoy se levanta el Teatro de la Maestranza, cuya sala de cámara lleva su nombre, aunque de los poco más de 57 años de su vida apenas pasó dieciséis en su ciudad natal. Formado como niño de coro en la Colegial del Salvador y habiendo ganado fama en la ciudad de excepcionales dotes canoras, con esa edad se marchó a la cosmopolita Cádiz y nunca volvió a Sevilla.
En Cádiz se hizo seguramente tonadillero y se casó en secreto con Manuela Morales. En 1798 la pareja se establece en Madrid donde enseguida los dos empiezan a trabajar, desde muy abajo, en la compañía de Francisco Ramos. Allí Manuel compone y presenta sus primeras obras, dos tonadillas. Pero el joven sevillano, aparte de embaucador, intrigante y audaz, tiene talento, y además es consciente de ello, así que con frecuencia cuestiona la autoridad y eso le cuesta semanas de cárcel. Pasa entonces algún tiempo en Málaga, pero vuelve a Madrid justo a tiempo para estrenar Las bodas de Fígaro de Mozart en España. Además de seguir componiendo piezas teatrales, Manuel es ya una figura del canto y por el camino ha intimado con otra cantante, Joaquina Briones (en realidad se apellidaba Sitches), tanto, que en 1805 tendrá un hijo con ella (Manuel Patricio, que será un tenor también famoso y un importantísimo maestro de canto) y con ella se casará sin que su anterior matrimonio estuviera disuelto. Cómo maniobró desde la capital para manipular los registros gaditanos que le permitieran ocultar su bigamia es algo que no se sabe con certeza, pero que lo hizo es tan seguro como que Madrid se le había quedado ya pequeño.
En el verano de 1807 la pareja se planta en París. Allí García se hace pronto famoso y cuando en 1809 presenta El poeta calculista, una pequeña ópera para un solo cantante que había estrenado en Madrid cuatro años atrás, los franceses enloquecen con un número, el polo “Yo que soy contrabandista”, que estaría dando vueltas por Europa durante décadas y que muchos grandes compositores (entre ellos, Liszt y Schumann) utilizarían en algunas de sus composiciones. Don García, como era conocido en París, no deja de crecer, pero sentía que el repertorio belcantista italiano le quedaba grande. Quiere aprender, y se va a las fuentes, a Italia, primero, a Milán y a Turín, donde estaba ya en el otoño de 1811 y luego a Nápoles, donde en 1812 firma un contrato con el célebre Domenico Barbaja y estrena sus primeras óperas italianas. Allí conoció a Rossini, lo que le permitió pasar a la historia al estrenar en Roma en 1816 el rol de Almaviva de El barbero de Sevilla.
Ese mismo año la familia vuelve a París. Para entonces, la segunda hija de la pareja, María, ha cumplido ocho años, y aún nadie sabe que será una de las grandes divas de la historia de la ópera: la Malibrán, que morirá en plena juventud, lo que acrecentará su mito. Pero en París las condiciones laborales se complican y Manuel se marcha a Londres, donde se presenta en marzo de 1818 con El barbero de Sevilla, Las bodas de Fígaro y Don Giovanni. Vuelve a París en 1819 y al año siguiente nace su tercer hijo con Joaquina, otra niña, Paulina, que será, como su hermana, una gran estrella de la ópera, en este caso longeva; la conocemos por su apellido de casada: la Viardot. Poco después, en febrero de 1821, García conoce su mayor éxito como compositor: para la Academie Royale de Musique, el gran templo de la tragedia lírica francesa, escribe una obra, La mort du Tasse, que tiene una acogida extraordinaria.
En 1824 volvió a Londres y tal vez allí urdió el proyecto más atrevido de su vida: hacer una gira por América. La familia, convertida en compañía, parte de Liverpool en 1825 y se presenta en Nueva York (donde coincide con Lorenzo Da Ponte), Filadelfia y México. El asalto de unos bandidos cuando viajan buscando el puerto de Veracruz los dejó en la ruina, pero salvaron la vida, quiere la leyenda que gracias al ingenio y el buen cantar del sevillano. Vuelto a París, canta una vez más su Almaviva en septiembre de 1829, pero su instrumento está tan deteriorado que la decadencia resulta imposible de ocultar. García se refugiará en la enseñanza, abrirá una academia y para sus alumnos compondrá hasta cinco óperas de salón. Muere el 10 de junio de 1832 por una afección de las vías respiratorias (seguramente, un cáncer).
En el 250 aniversario de su nacimiento, García ya no es un desconocido en su ciudad natal. En las últimas dos décadas, el Teatro de la Maestranza ha presentado varias de sus óperas grandes (Don Chisciotte, La mort du Tasse) y tres de sus óperas de salón, que el próximo 4 de marzo serán cuatro, ya que ese día se ofrecerá I tre gobbi. Muchas de sus canciones son también habituales de los conciertos: en el mismo mes de marzo el tenor jerezano Ismael Jordi ha incluido varias en su recital maestrante. Además, hay citas con García previstas en el Femás’25, que se presenta justo mañana, y en el nuevo Festival organizado por el Ayuntamiento, Sevilla Ciudad de Ópera, de presentación también inminente.
Más difícil es escuchar a García en plataformas. De los tres álbumes que le dedicó el sello institucional de la Junta de Andalucía (Almaviva) sólo se encuentra el bastante irregular de Mark Tucker cantando El poeta calculista, aunque al menos un particular ha subido a youtube el Don Chisciotte grabado por Juan de Udaeta. Sí se localiza fácil el buen registro de Teresa Berganza con los Caprichos líricos españoles, pero no hay ni rastro de la que tendría que ser la estrella de las grabaciones de García, el disco llamado a ser un antes y un después en la vida fonográfica del sevillano: el registro de Il Califfo di Bagdad que en 2007 hizo un gran conjunto francés de instrumentos de época, Les Talens Lyriques, con Christophe Rousset al frente, para el sello Archiv. Pero aquello pasó sin pena ni gloria. Por suerte, tanto Contrabandista, un disco de Javier Camarena, como María, de Cecilia Bartoli, que incluyen obras suyas, ambos en Decca, están bien situados. Y nos quedan la Fundación March, que tanto en su propio canal como en youtube, tienen las óperas de cámara hechas en su sala, y el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, que tiene en youtube vídeos de la interpretación de sus cuatro misas.
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