"No tengo manías, lo mejor para cuidar la voz es cuidarse la cabeza"
nATALIA lABOURDETTE. SOPRANO
Madrileña de formación berlinesa, la ganadora del certamen Nuevas Voces de los Amigos de la Ópera de Sevilla puede ser la revolución del 'Falstaff' que el Maestranza estrena esta noche
Sevilla/A sus 25 años, Natalia Labourdette, ganadora del certamen Nuevas Voces Ciudad de Sevilla, afronta su primera actuación en un teatro de primera categoría en la producción del Falstaff de Verdi que el Teatro de la Maestranza pone hoy en escena así como los días 19, 22 y 24.
-¿Cómo fueron sus inicios con la música y con el canto?
-A los 5 años, en el colegio, había un niño que en los recreos y tras la comida se iba a tocar el violín y yo entonces le pedí a mis padres un violín. Me apuntaron a las clases de música en las actividades extraescolares del colegio. Luego cambié al canto y a los 12 años entré en el conservatorio. Mi familia dice que siempre he cantado desde pequeña, música moderna, claro.
-Hay en internet un vídeo suyo en el que se acompaña al piano en una canción de Alicia Keys.
-¡Sí, ese video lo quisiera retirar! Aunque es muy simpático, yo era una adolescente. En el conservatorio me apunté al coro por recomendación de un profesor y me gustó mucho. Estuve varios años en él y luego ya me derivé hacia la especialidad de canto en vez del violín. En Madrid hice hasta el grado profesional y para el superior me fui a Berlín. Yo no había estudiado alemán hasta ese momento, pero me atraía mucho la música alemana y quería dominar el idioma para darle sentido lo que se canta. Y luego allí me enseñaron algo muy importante, que es a diferenciar los estilos; aquí se canta todo con menos atención a las diferencias estilísticas, un Haendel o un Puccini, mientras que en Alemania eso se cuida mucho.
-¿El irse tan joven a otro país le ayudó a madurar?
-Creo que madurar es aprender a vivir contigo misma, aprovechar los ratos que se está con una misma. No uso demasiado las redes sociales, prefiero estar con las personas, disfrutar de la conversación. Por eso la experiencia de Berlín ha sido fundamental para mí: aprender otro idioma, hacerme con costumbres diferentes a las españolas, otras amistades, otro sistema de estudio...
-¿Y cómo fueron sus inicios en actuaciones de cara al público?
-No supuso ningún problema para mí, porque siempre me gustó actuar ante el público, es algo que me estimula, esa sensación de saber que hay personas que han venido a verte a ti, la experiencia del aquí y ahora, de lo irrepetible. Mi primera actuación en una ópera fue en el 2016, como Óscar en Un ballo in maschera en el International Opera Studio de Gijón, en el Teatro Jovellanos. Fue el momento en que tomé conciencia de que aquello ya no era cantar en funciones de fin de curso o en conjuntos, sino de que yo estaba sola frente al público, que si se me olvidaba una entrada todo el mundo lo iba a notar, de que aquí había un señor con una batuta que era el que mandaba, y que hay que mirarlo. Fue una experiencia estupenda, no entendí mucho la producción escénica, pero disfruté mucho la experiencia. Por lo demás, no he tenido hasta el momento ningún problema con los directores de escena, me gusta explorar hasta dónde puedo llegar con soltura.
-¿Qué óperas ha cantado en escena hasta el momento?
-Además de ese Viaggio a Reims, la ya citada Un ballo in maschera en Gijón, un título que repetí con Leo Nucci y la dirección de Donato Renzetti en Piacenza. Allí canté también la Rosina de El barbero de Sevilla. Y ahora la Nannetta de Falstaff aquí en Sevilla. Y luego nada de momento. Me sorprende mucho, sin embargo, que me llamen mucho para conciertos de lied. Yo creía hasta ahora que no se me daba especialmente bien, pero parece que gusto en ese repertorio. Y eso me satisface, porque me gusta mucho cantar ese repertorio en el que tienes que buscar más a fondo el sentido de cada frase. En una reciente masterclass con Wolfgang Rieger éste me dijo que un lied es como un árbol, que tienes que agitarlo para que caigan las manzanas. A diferencia de una ópera, en una canción desde el minuto uno tienes que darlo todo, porque en tres minutos debes contar una historia tú sola. Ahora canto cada vez más este repertorio, que trabajé mucho en Alemania. Hasta ahora no he tenido un acompañante-repertorista fijo, pero a raíz de mi actuación hace poco en el Life Victoria de Barcelona he conocido a una pianista con la que he conectado enseguida y voy a seguir trabajando en adelante con ella.
-Para los cantantes jóvenes parece inevitable tener que recurrir a los concursos para darse a conocer. ¿Cuál ha sido su experiencia en este terreno?
-Pues un poco de todo. El que más puertas me está abriendo es el de Sevilla, el Certamen Nuevas Voces de los Amigos de la Ópera de Sevilla. De momento me ha permitido debutar en el Teatro de la Maestranza en un personaje como Nannetta, que siento que es un papel que me va como anillo al dedo. En otros concursos te escuchan personas importantes, conoces a gente con responsabilidades en los teatros. Es lo ideal para artistas jóvenes que no tienen aún a nadie que les respalde. El agente con el que trabajo ahora contactó conmigo a raíz del Concurso Permanente de Juventudes Musicales en el 2015.
-¿Es muy maniática con sus costumbres sobre el canto?
-Para nada, no tengo ninguna manía al respecto. Creo que lo mejor para cuidar la voz es cuidarse la cabeza. A los cantantes, a diferencia de los instrumentistas, las emociones nos afectan físicamente de manera muy intensa.
-¿Cómo definiría su voz?
-Me han dicho un poco de todo, hasta me han dado una beca de la Asociación Wagneriana de Berlín y tuve que cantar Wagner, aunque elegí el pastorcillo de Tannhäuser. Pero yo diría que soy una soprano lírico-ligera. Aunque últimamente, con un cambio en la técnica de emisión, estoy descubriendo un registro sobreagudo que no tenía hasta ahora y que noto que sale con facilidad. Yo, de momento, me veo más en el repertorio belcantista y en las sopranos más ligeras de Verdi. Y en el repertorio español, de canciones y de zarzuela, que me atrae muchísimo.
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