Ella tiene la maleta de Robert Capa
Cynthia Young, responsable del archivo del fotoperiodista en Nueva York, catalogó los numerosísimos inéditos aparecidos en México, unos fondos de "radical importancia" para el estudio del exilio español
Febrero de 1995. Benjamin Tarver, un cineasta y profesor mexicano, le escribe a un colega americano. "Tengo algunos negativos, creo que son de Robert Capa. ¿Os interesa verlos?". El destinatario de la carta se lo comenta a Cornell Capa, hermano de Robert y fundador del Centro Internacional de Fotografía de Nueva York (ICP). Doce años después, tras complicadas negociaciones, más de 4.000 imágenes y negativos se integraron gratuitamente en la colección del museo, que alberga el mayor archivo existente sobre el gran mito del fotoperiodismo del siglo XX.
Cinthya Young, la persona que conserva y cataloga todo ese material, inauguró la semana pasada en Sevilla el quinto foro de la Asociación Andaluza de Profesionales de la Información y la Documentación, que bajo el lema Las fuentes de la memoria se dedicó a los testimonios sobre la Guerra Civil. En un receso atendió a este periódico para hablar de la famosa maleta mexicana de Robert Capa. "No todas las fotografías son inéditas, muchas se publicaron en revistas de la época. Pero el hallazgo es interesante porque nos permite ver y comprender su proceso de trabajo, sus borradores, cómo probaba con los encuandres... Es como poder ver a Capa componiendo", dice.
De todos modos, la "aportación más radicalmente importante" no es ésa, sino cómo iluminan muchas de esas fotos -10 rollos, unas 300 imágenes- algunos de los aspectos más horribles del exilio español, una parte de la historia -apunta Young- que hasta la aparición de estas imágenes "no estaba bien documentada" desde el punto de vista fotográfico. "Antes teníamos 50 imágenes; ahora contamos con unas 350".
El multitudinario éxodo de Tarragona a Barcelona y después hacia los Pirineos, la construcción, la cotidianidad y los problemas higiénicos y de salud en los campos de refugiados habilitados en las localidades francesas de Argelès-sur-Mer y Barcarès, todo eso está retratado en este material, fechado entre entre mayo de 1936 y la primavera de 1939 y donse se documenta igualmente el Madrid bélico y las batallas de Teruel y del Segre.
Como exige el calado mítico del personaje, el periplo de la maleta mexicana tiene aliento novelesco e incluso encierra un misterio. "Los negativos estaban entre los efectos personales de Francisco Aguilar, un general que fue embajador de México de 1941 a 1942 en la Francia de Vichy. Aguilar le dio las cajas a la tía de Tarver, y éste las heredó cuando ella murió. Desconocemos cuándo y en qué circunstancias llegó ese material a manos de Aguilar, y si éste era consciente de lo valioso que era", explica Young.
Según la conservadora, el peso del tótem húngaro llevó a ciertos "malentendidos" cuando se supo de la aparición de tanto material inédito. La maleta contenía casi en igual medida negativos de Capa, de su pareja, Gerda Taro (fallecida en Madrid en julio 1937), y de David Seymour, alias Chim, en aquellos tiempos "mucho más famoso que Capa"; aparte de una pequeña "incorporación inesperada" de Fred Stein, del que se encontraron retratos de los dos primeros.
Taro, dice, "importantísima" para la formación y la sensibilidad estética de Capa, "murió y fue olvidada, justo cuando empezaba a ser conocida, a disfrutar de cierto reconocimiento". En cuanto a Chim, Young quedó "fascinada" con las imágenes descubiertas. "Era muy distinto a Capa. Sus fotografías no eran tan arriesgadas, él no iba al frente. Digamos que Chim es más intelectual como fotógrafo, la suya es una óptica más documental: registra edificios, carteles, oficiales, soldados... Es más parecido a un cronista de la situación política, y tendía también a tomar imágenes más costumbristas. Escenas del campo, de familias y mujeres del País Vasco, donde estuvo dos meses. Capa es más directo, más simple, más intimista: se fija siempre en la persona antes que en lo que hay alrededor de ella. Su mirada está siempre atenta a la gente, a su lucha, a sus sufrimientos, a los actos de solidaridad de las personas, generalmente en ámbitos cotidianos".
Y también está el arrojo, la épica. El reconfortante héroe romántico sólo doblegado por la muerte, el Capa para el que la foto no era lo suficientemente buena si él no estaba suficientemente cerca. Cuando se le pregunta por el intenso debate de los últimos años sobre su célebre foto del miliciano de Cerro Muriano, en el que hay voces que aseguran que la imagen fue una manipulación de la realidad, que estaba preparada, Young pone cara de bueno, por fin llegó. "Es muy, muy difícil tener una idea exacta sobre qué pasó en aquel lugar. Entre otras cosas porque todos los implicados están muertos. Tenemos negativos de fotos suyas tomadas el mismo día, pero no aclaran esta cuestión, con ellos no podemos saber con precisión qué es lo que de verdad pasó". "Me parece bien la controversia -continúa-, esa fotografía merece seguir siendo investigada, en archivos militares o en el mismo lugar de la batalla", dice la responsable del archivo de Capa en el ICP. También parece sugerir en algún momento que los símbolos son reacios a las autopsias: "Las especulaciones y la opiniones deben ser consideradas, el debate es siempre interesante. Pero la veracidad es otra cosa".
Young ha asesorado recientemente al cineasta Michael Mann, que prepara una película sobre el fotógrafo y Gerda Taro inspirada -según avanzó la editorial de la propia escritora- en la novela de Susana Fortes Esperando a Robert Capa. El director firmó en Enemigos públicos una especie de refundación del mito de John Dillinger, gangster fin de raza en su película. Ahora se ha interesado en otra vida exagerada, y habrá que ver de qué manera recrea el vértigo de la guerra española; por lo pronto, a la conservadora el proyecto le dio "muy buena impresión", y pensó que Mann era "la persona indicada" para llevarlo adelante.
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