Maleso contra las cuerdas

Maleso | músico

El cantautor jerezano acaba de lanzar ‘La vida de mi historia’, un álbum conceptual en forma de ‘suite’ para cuarteto de cuerdas y voz

El universo en un cuarteto

El cantautor Martín León Soto (Jerez, 1965), conocido como Maleso.
El cantautor Martín León Soto (Jerez, 1965), conocido como Maleso.

A Maleso solo lo conocen por su nombre real, Martín León Soto -Jerez, 1965-, su familia y sus amigos más antiguos, aquellos que se engancharon a su música cuando, ya establecido en Sevilla, cogió el bajo en la formación de Tiernos Mancebos. Corría el año 1984 y desde entonces hasta ahora no ha parado de grabar discos: uno con esa banda, dos con Las Balas, otros dos con Surpop y ¿doce, trece, catorce? con el nombre con que los firma desde hace quince años. “Los conté el otro día y ya se me ha vuelto a ir de la cabeza”, confiesa Maleso, pensativo. “Depende de cómo contemos los Eps, que el año pasado saqué tres y juntos pueden formar un disco. Los tiempos ahora son muy raros, sacas un single y lo pierdes por ahí. A mí me cuesta trabajo llevar la cuenta de todo esto, porque yo sigo pensando en LPs”. Con tal cantidad de material siempre ha sido difícil, si no imposible, dar una descripción definitiva de su música; Maleso nunca se ha dejado encasillar. “Es complicado, la verdad; yo mismo no sé muy bien cómo llamarme. Lo que tengo puesto en mis perfiles es cantautor pop, pero me han gustado muchas músicas diferentes y he tenido la suerte de poder ir desarrollando una habilidad suficiente para manejarme en unas cuantas de ellas. Empecé en el mundo del pop rock en los 80 y con el tiempo me han ido gustando el jazz, el musical de Broadway, la canción de autor desde siempre y mucho, el country también es un género que me influye. Desde el 2009 estoy sacando discos como Maleso y tengo la suerte de hacer en ellos la música que me va apeteciendo, porque no tengo intención de gustarle a nadie en particular; los primeros discos eran más pop, después saqué uno exclusivamente de country, algunos más de canción de autor, en otro de los últimos volví al pop rock, con dos guitarras, bajo y batería; el año pasado uno con solamente Manu Sánchez acompañándome al piano, después otro solamente a guitarra y voz, con canciones de ambiente muy íntimo, y ya, por fin, me he metido en este proyecto que llevaba rondándome la cabeza desde el 93, cuando Elvis Costello sacó uno así con el Brodsky Quartet. Desde que lo escuché entonces me dije que algún día yo quería hacer algo como eso”.

Y ese día acaba de llegar. Ya podemos disfrutar todos de la escucha de La vida de mi historia, una pieza conceptual en forma de suite para cuarteto de cuerdas y voz que, a mí personalmente, se me antoja un riesgo en vista de que el proyecto de Costello que lo inspira fue ignorado en gran medida por los fanáticos del rock y despreciado por los críticos clásicos. “Pero, aun así, ha sido una obra de mucho recorrido posterior”, lo defiende Maleso. “Efectivamente, el disco se pegó una vuelta de campana tremenda y Costello se dispuso a pelearse con todo el mundo: con los clásicos y con sus seguidores de siempre, pero a mí me pareció un ejercicio brutal y por eso quise hacer algo parecido, porque te saca a un sitio extrañísimo, en el que no has estado nunca, en el que todo es diferente. Para un músico de rock meterse en esos ambientes es rarísimo”. Por eso, si en nuestra ciudad alguien podía sacar adelante un proyecto tan inconformista sin parecer un diletante engreído, ese es Maleso. “Tampoco pretendo que mi música tenga una utilidad particular más allá de darme el gusto de hacerla y el que quiera que la escuche, pero no voy a salvar el mundo, ni voy a renovar la música rock ni voy a cambiar nada. Entiendo que Elvis Costello lo hizo, básicamente, porque podía; tenía los contactos, las ganas, la energía, contó con la colaboración del Brodsky Quartet y tuvo bastante ayuda. En este caso lo he hecho yo todo; de hecho, ni siquiera pensaba grabarlo con un cuarteto de verdad, sino hacerlo con unas cuerdas secuenciadas, por ver cómo quedaba. Después de ver el resultado me animé a que lo tocaran en persona y di el paso definitivo”.

Maleso con el cuarteto de cuerda y su director
Maleso con el cuarteto de cuerda y su director

Ese paso le llevó a los estudios Tempo, donde Shimo Cuadrado grabó un par de tomas en directo de cada canción, con la voz de Maleso, aislado en uno de los estudios, simultáneamente a la música del cuarteto, que estaba en otro de ellos, para preservar la claridad de tono de los violines de Rafael Muñoz-Torrero y José Manuel G. Belmonte, la viola de Blanca Arbea y el violoncello de Alejandro Martínez, dirigidos por José Manuel González, sin partes dobladas ni adicionales, apenas ecualización y un pequeño reverb para que coincida con la reverberación natural del estudio. El equilibrio logrado en el disco ha sido perfecto. “Los músicos lo han hecho posible”; Maleso les da el merecido crédito. “Yo creo que los instrumentos de cuerda son los más complicados de todos: la afinación, mantener el tempo, que dos o tres canciones van con swing. Ha sido un éxito tan absoluto que ahora me plantea el problema de que no voy a poder volver a trabajar con secuenciadores porque todo me suena a rayos. La grabación inicial que hice con el programa suena tan bien que estás a punto de decir que eso es de verdad, pero ahora la oigo y me suena horrible, ¿cómo podía haber pensado yo alguna vez en sacar eso así? Tocado por personas, como ahora, no hay color”. Maleso tiene el futuro condicionado desde ahora; menos mal que él nunca tiene una idea concreta de qué va a hacer en los próximos meses y sus planes solo se basan en las ganas que tenga de hacer algo.

En la portada del disco, obra del diseñador jerezano Fernando Pinteño, se representa libremente al pintor alemán Caspar David Friederich cuando en 1818 consiguió coronar la cumbre de uno de los picos rocosos de la Suiza Sajona para encontrase, en lugar del romántico mar de nubes que esperaba, con un océano de bloques de pisos, hormigón, ventanas y humo. En esa relación establecida con nuestro intérprete, la hoja de promoción dice que, tras haber coronado la cima de sus 50 años de carrera, Maleso se ha encontrado un inesperado paisaje muy diferente al que venía imaginando durante la subida. Con eso no se refiere exclusivamente a la música, sino a todo lo que había imaginado durante el camino. “Yo siempre me había imaginado profesionalmente que acabaría siendo profesor en algún instituto o colegio, pero las cosas son muy diferentes a cuando empezamos. Pensaba que mis hijos iban a vivir mejor que yo, que iban a tener más posibilidades, y yo apenas consigo igualar lo que han querido mis padres. Todo está evolucionando en una forma muy extraña; llegas arriba, te asomas a la cumbre y dices: he subido hasta aquí y lo que estoy viendo no me acaba de convencer”. Este pensamiento, algo sombrío, de Maleso, me hace pensar que este disco con la historia de su vida, o la vida de su historia, es más la crónica de una desilusión que la de una ilusión. “Hay un cierto reflejo de desilusión, pero el camino ha sido muy divertido. Al final vemos que la meta no era lo importante, sino el camino en sí, que ha sido muy gratificante. Aunque, claro, me da pena por la gente que es menos afortunada que yo. La situación que dejamos es para las generaciones que vienen. Yo también me imaginé cuando empecé en los 80 que iba a ser una estrella del rock y que iba a vivir de esto, que iba a tener una vida como la que veía en las películas y las biografías de los músicos. Al final no ha sido así, ni tiene pinta de que vaya a serlo nunca; pero las cosas que he hecho en lugar de eso también me han resultado gratificantes, sí”. El disco refleja esa evolución desde la infancia, con Para entrar a vivir, hasta el final, con Sobrevolaré Sevilla, una canción que le ha permitido librarse de la modestia que lo acompañaba desde que empezó. “Yo hago una cosita pequeña, pero es que esta ciudad a lo mejor no se merece cosas así. Sin ningún tipo de rencor, entiendo que yo hago lo que me sale de las narices y es normal que no les guste a todos, que no tenga un sentimiento masivo. Si quieres gustarle a todo el mundo tienes que hacer otras cosas y quizás ni aún así lo consigas. Encuentro que lo que yo hago no tiene el eco suficiente, pero estoy muy orgulloso del trabajo que he hecho y me parece bien tanto que le guste a la gente como que no, pero, reiterando lo del trabajo, le he echado siempre muchas horas y me he quemado las cejas con este asunto”.

No pretendo que mi música tenga una utilidad más allá del gusto de hacerla”

Desde luego, nadie puede negarle a Maleso ese trabajo, una fe que no se mitiga. En este disco que presenta aquí, además de cantante, él mismo es el autor de la letra, la música y todos los arreglos de esta. Me interesé por conocer si para ello tenía conocimientos de música clásica. “Mis estudios académicos se limitan al preparatorio de solfeo y a unas clases particulares que me dio Carlos Mondri -otro de los componentes de Tiernos Mancebos- durante un año y pico cuando intentaba presentarme al conservatorio. Después, con los años, al estar continuamente haciendo música de varios tipos fui aprendiendo más, sobre todo cuando estaba en Soul Mama, que al ser una banda de soul, llevaba vientos y había que darles escritas las partituras, por lo que aprendí a escribirlas. La verdad es que fui aprendiendo de un modo intuitivo y a base de golpes más que otra cosa. Otro momento importante fue cuando trabajé con López de Guereña, que sí es un músico con gran formación y mucha experiencia, que me echó a los leones con los arreglos de cuerda y no tuve más remedio que meterme ahí y ser capaz de sacarlo adelante”. Esa valentía le sirvió para resolver el eterno misterio de la relación entre la clave de fa y la clave de sol. “Hay una cosa peor todavía”, asegura entre risas; “la clave de do en cuarta, que es donde está escrita la viola; es la muerte a pellizcos y yo creo que ni los mismos músicos saben muy bien cómo va eso. El violoncello va en fa y los violines en sol. Por suerte, hoy en día, con los programas informáticos que tenemos uno va oyendo lo que va escribiendo y si estás metiendo la pata te das cuenta antes de llevárselo a algún músico”.

El disco ha cautivado mi imaginación. Me parece mágico y lleno de fantasía. Maleso ha conseguido una música que no se guía tanto por el ritmo, sino por la armonía y la textura. “Sí, eso ha sido lo más difícil”, se muestra de acuerdo. “Uno está acostumbrado a que le marquen el ritmo, a tener detrás un batería que es el que soluciona la base rítmica, el que mantiene la estructura de todo. Esto en cambio es mucho más complicado, las cuerdas tienen un ataque diferente al de un piano, al de una guitarra, al de una batería; no es una nota que empiezan a tocar, sino que tiene una subida, un crescendo en cada nota que dan; el ritmo no está tan marcado y acostumbrarse a cantar sobre esa base es complicado. Tuve la suerte de poder ensayar con el cuarteto y hacer que todo cuadrara, pero la verdad es que fue mucho trabajo y hay que tener mucha fe en que los músicos van a caer a tiempo, teniendo en cuenta, además, que el ritmo lo llevan entre cuatro personas. No es como cuando cantas acompañado por un pianista, que él mantiene todo el ritmo y sabe donde está el uno del compás, el dos, el tres y el cuatro. De ellos, en cambio, uno está dando el uno mientras otro da el dos, otro el tres y otro el cuatro; como le digo, es una cuestión de fe. A la sección final de Sobrevolaré Sevilla los músicos la llamaban el campo de minas, porque decían que nunca sabían si la nota que daban estaría bien o iban a fallarla”.

Maleso
Maleso

Pese a lo complicado, las canciones son hermosas, inquietantes algunas de ellas y poco convencionales en su conjunto; presentadas de una manera absolutamente brillante y a contracorriente. Aunque Maleso no tenía la idea de hacerlas fluir en ese sentido contrario a lo establecido. “El proyecto surgió en junio del año pasado, después de decidir que iba a tomarme un descanso después del último disco que había sacado, pero me salió precisamente Sobrevolaré Sevilla y desde el principio decidí hacerla con cuarteto de cuerda, a ver cómo quedaba. Me pareció que quedó bien y compuse Para entrar a vivir arreglada ya de esa manera. Me empecé a animar y acabé de hacer algunas canciones más, recuperé otras más antiguas que nunca había conseguido encajar en ningún disco y, al final, ha salido un disco de canciones que no diría yo que fuesen a contracorriente, aunque algunas sí que las tenía grabadas con instrumentos habituales como guitarra, piano y también funcionaban bien así”. Las canciones también son, alternativamente, mordaces y tristes, evocando el humor sardónico y la belleza sombría de Kurt Weill y Bertolt Brecht, la poesía beat, la de Javier Krahe, creando su propio universo. En cuanto a letras, hay mucha similitud de fondo y de forma con su obra anterior, pero musicalmente, la relación con el rock es tenue y lleva al oyente a un viaje enriquecedor a través de Gershwin, George Martin, el ragtime, el barroco, el romanticismo. La historia de la vida de Maleso, pero también, en última instancia, la de la condición humana. “Soy un ser humano y supongo que mi vida será parecida a la de los demás aunque yo, como todo el mundo, me crea excepcional, único y diferente. Pero después de la infancia todos pasamos por desengaños en el amor y en la vida, por la decepción en el ansia de trascender, como intento contar en Dylan en We Are The World. Luego el público hace con la música lo que le parece, interpreta las canciones como les viene bien, algunos las hacen suyas y hasta los mismos autores reniegan del uso que se les está dando; pero eso es así”.

Un disco como este tiene unas posibilidades muy limitadas de ser llevado al directo, aún así, Maleso está intentándolo. “Estoy trabajando para conseguir un teatro o un recinto adecuado, porque esto no se puede llevar a bares y sitios similares. También estoy buscando financiación para poder hacerlo bien. Espero que ahora que ha salido tenga repercusión, porque creo que es atractivo tanto para el público de música clásica que quiera escuchar algo diferente, como para el que gusta del pop y la canción de autor”. Además, está previsto que vayan apareciendo algunos videos grabados durante la sesión en los estudios, con detalles añadidos, porque aunque la obra sea una suite, también pueden escucharse sus doce partes como canciones singulares. El primero de dichos videos es el que corresponde a Para entrar a vivir y está disponible en YouTube coincidiendo con la publicación de esta entrevista.

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