El magisterio del gato heroico
Sánchez Dragó presenta en Sevilla 'Soseki. Inmortal y trigre', el "más literario y personal" de sus libros, un "cuento moral" dedicado al animal que "se inmoló" arrojándose a un montacargas para salvar a su nieta
Instantes después de que el gato se precipitara en el abismo del montacargas, él sabía ya que no fue un accidente. "Se inmoló para salvar a mi nieta", asegura Fernando Sánchez Dragó, que horas antes se percató de que el animal se comportaba de manera extraña, como si estuviera despidiéndose. Tras esta muerte, hace alrededor de un año, el escritor colocó una puerta de seguridad en el montacargas para seguridad de su nieta y asumió que Soseki, así llamado en honor al novelista japonés Soseki Natsume, asumió ese sacrificio como su destino.
Dragó sintió que él fue "el brazo del destino que lo condujo a morir", y para aliviar la culpa y el dolor, un dolor que "nunca" en su vida había conocido con "tanta intensidad" y que le arrancó más lágrimas que la muerte de su madre por ser "inesperada", para expiar esos sentimientos y a modo de "réquiem" por un "héroe" escribió Soseki. Inmortal y trigre (Planeta), "el más literario y personal" de todos los suyos.
"Novela iniciática", "libro de aventuras", "cuento moral y filosófico", "relato épico y fantástico", Soseki... es la única obra donde el autor se ha desnudado "por completo" y que "no es de Sánchez ni de Dragó sino de Fernando". "Intenté que el lenguaje fuera accesible para los niños sin resultar pueril para los adultos, esa difícil sencillez", explica el autor, para quien una de las máximas aspiraciones literarias es "poblar los sueños de los niños".
"Consanguínea a Alicia en el País de las Maravillas y Peter Pan", la novela contiene en realidad tres, explica. Hay un escritor que le cuenta la historia de Soseki a su nieta, a la que trata de "transferir la sabiduría" de toda una vida; está la historia en sí de Soseki; y por último las peripecias del gato, que deambula por las Tierras Altas de Soria, una suerte de territorio mágico en donde entra en contacto con todo tipo de "seres mitológicos", desde "vírgenes de las ermitas" a "demonios y brujos que forman aquelarres".
Y de trasfondo, añade Dragó, la idea platónica según la cual "todos los seres vivos tenemos la oportunidad de construir un alma". No como "esos marmolillos", aclara, "que quieren sólo ser más o menos felices y se van a la taberna para jugar al tute, esos me temo que se extinguirán al morir". Los otros no, los que "crecen", los que saben ver "qué quiere la vida de ellos y no al revés", esos lograrán tener un alma, que es "imperecedera".
Al escritor los gatos le parecen los animales más literarios. "Tienen el cerebro cognoscitivamente más avanzado del planeta tras el humano. Pero algunos conceptos no son capaces de entenderlos; sumisión, por ejemplo", dice el autor, que -efectivamente- se considera "gatuno". Pero Soseki iba más lejos: era casi un milagro con bigotes. Cuenta su dueño que la alergia a los gatos que padecía su esposa se curó después de que el felino -que también "tecleaba durante horas" en su máquina de escribir- besara en un descuido su cara.
Periodista, presentador de televisión, polemista y personaje aparte de escritor "más japonés que español", Dragó lleva mal la popularidad "a lo Julio Iglesias". "En cuanto te das a conocer, la gente inmediatamente te adjudica máscaras y te sientes absolutamente falseado", se queja el escritor. "Y es mucho peor desde que se puso de moda el turismo", como cuando "unos españoles te ven en el Himalaya", que, claro, "es el lugar donde uno espera encontrar a Dragó". Y la verdad es que "Dragó está harto de ser Dragó". "Son 24 horas al día durante 73 años, y el personaje es intenso".
Pronto hará un año que no come jamón, al que renunció como protesta contra el "pensamiento único" en materia de aperitivos y entrantes, y anda contando los días para volver a probarlo. Pero ya ha emprendido otras dos batallas: contra la impuntualidad y contra los "besos estúpidos de mejillas al aire que ni se rozan". Más conocidas son sus diatribas contra España, país de "horarios disparatados" y de "campeones de la mala leche" que no es ajeno al contexto general, dominado por una "decadencia" imparable "desde el siglo VI antes de Cristo", denuncia Dragó, "y no es una boutade".
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