Por siempre madres
Amadora | Crítica de teatro
La ficha
** ‘Amadora’. Idea original: Miren Iza (Tulsa). Texto y dirección: María Velasco. Dramaturgia: Miren Iza y María Velasco. Intérpretes: Socorro Anadón, Celia Bermejo y Carmen Mayordomo. Música: Miren Iza con Clara Collantes (guitarra), Miguel González (batería), Eduardo Gianello (teclados-sintes). Escenografía: Jose Novoa. Iluminación: Pilar Valdelvira. Sonido: Ángel Luján Méndez. Coreografía: Josefina Gorostiza. Lugar: Teatro Central (chácena). Fecha: Viernes, 17 de enero. Aforo: Lleno.
Amadora es un encuentro entre el texto de la dramaturga y directora de escena María Velasco y las canciones de la cantante Miren Iza, Tulsa. Un binomio que ha llegado hasta el escenario, en el que los textos y las canciones se van alternando con una afinidad tal que, en muchas ocasiones, parece que la puesta en escena es una ilustración de las canciones de Tulsa mientras que, en otras, parece que dichas canciones no son más que las síntesis musicadas de las palabras y los sentimientos que las actrices representan en la pieza.
María Velasco, ganadora de numerosos premios como autora teatral, a pesar de su juventud, se centra aquí en la figura de la madre, una categoría que marca para siempre a la mujer, y especialmente a las madres de la pasada generación, cuidadoras hasta las últimas consecuencias.
En la voz y el cuerpo de tres actrices maduras y de gran experiencia, el tema se va ramificando de tal modo que la confusión y los lugares comunes resultan inevitables. Por una parte, vemos a la mujer que se olvida de sí misma para ser servidora y “madre de” (con su descuido físico, su difícil relación con el sexo, su recurso a los ansiolíticos…) y, por otro, ya avanzada la obra, aparece el problema del envejecimiento, con sus dolores físicos y, en el caso de las mujeres, su invisibilidad social y, en muchas ocasiones, también familiar. Un tema doloroso que merecería una mayor profundización.
En escena, las tres actrices son Amadora, diferentes Amadoras, y en ocasiones también sus hijas. Unas Amadoras que se mueven entre un sofá y unos cuantos electrodomésticos sin un registro ni una propuesta teatral demasiado clara y que van adobando las escenas con sencillas coreografías mientras que Miren (Tulsa), con su bonita voz y su banda escande esas escenas con su música, empezando por los temas No quiero hacer historia y Santamártir y terminando con La estrella, no sin antes ejercer de actriz, para preguntarle a su madre Amadora -y a todos nosotros, sentados en la chácena del teatro, no sabemos muy bien por qué-, cómo hubiera sido la vida de estas mujeres en el enloquecido mundo actual.
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