"A veces nos toca tener las manos más tiempo en el ordenador que en la guitarra"
Luis Medina | Guitarrista
El cordobés, considerado uno de los guitarristas más frescos de su generación, estrena 'Movimiento', un álbum autoproducido donde ha querido "dejar que la música fluya"
Sevilla/A sus 30 años, Luis Medina llega contagiado de un ímpetu sin pretensiones. Primero porque no le pesa reconocer que se siente más cómodo en su papel de guitarrista de acompañamiento, donde se mueve libremente desde hace años. Y después porque con Movimiento, la ópera prima que acaba de lanzar al mercado, no pretende demostrar nada sino “reflejar lo que pasa por mi cabeza”, cuenta al otro lado del teléfono.
Así, el cordobés, premiado consecutivamente en el Festival Internacional del Cante de las Minas en 2017 y 2018 y considerado como una de las sonantas jondas más frescas y creativas de su generación, se aleja de la imagen tormentosa del guitarrista para ofrecer un álbum luminoso en el que “he querido que la música fluya, por encima incluso de mi guitarra”. Ocho temas, la mayoría con letra propia, donde destacan la soleá El Rinconcillo (dedicada a Paco de Lucía) o el single por abandolaos Plaza grande y en el que cuenta, además, con colaboraciones de artistas como Sergio de Lope, Jesús Corbacho o Antonio Molina El Choro.
-Se atreve a sacar su primer disco en plena pandemia, ¿por qué ahora?
-Porque el disco nace precisamente de ese parón obligado. Pensé que teníamos que intentar sacar algo bueno de todo lo que está pasando y normalmente los guitarristas, sobre todo los que acompañamos a otros artistas, no tenemos tiempo para poner en orden nuestras ideas. En mi caso tenía muchas composiciones guardadas en el cajón y ganas de desarrollar lo que tenía dentro. Así que ha sido una oportunidad.
-¿De ahí lo de Movimiento?
-Le puse movimiento porque percibo que muchas veces ansiamos vivir en un lugar apacible y tranquilo, donde lo tengamos todo controlado. Pero yo entiendo la vida y la música como algo cambiante, como un reflejo de tus vivencias. No como un lago, sino como un río en el que, como digo en el libreto, constantemente te fluyen otras corrientes.
-Por cierto que el álbum es una autoproducción en la que ha tenido que ponerse en marcha en todos los sentidos, ¿cómo lleva esa gestión?
-En estos momentos es muy difícil tener una discográfica detrás que se encargue de todo así que tenemos que aprender también de luces, producción, distribución... Por desgracia a veces tenemos las manos más tiempo en el ordenador que en la guitarra, pero bueno no queda otra. Lo importante es poder contar lo que quieres y ojalá pronto podamos presentarlo ante el público que estamos deseando.
-Escuchando el repertorio se percibe que la guitarra es el hilo conductor pero que el motor es la música, ¿ha sido esto buscado?
-Por supuesto, tenía claro que no quería hacer un disco para guitarristas. El objetivo no era demostrar lo que puedo ofrecer técnicamente, sino hacer un álbum sincero que me permitiera mostrar quién soy. En este sentido, excepto las bulerías que son populares y la vidalita, que es una adaptación del poema La aurora de Nueva York de Lorca, las letras son mías. Precisamente porque quería sacar lo que me pasa por la cabeza y que la música, el flamenco, fuera marcando el ritmo, sin que tenga que haber un protagonista.
-¿Cree entonces que los guitarristas tocan demasiado para sí mismos?
-No sé si es eso. En mi caso es que parto de una profunda afición al cante. De hecho compongo pensando antes en una letra concreta que en cómo la voy a tocar. Además, he intentado que el disco tenga una filosofía y he preferido dejar fuera temas de guitarra solista aunque significara renunciar a mi lucimiento personal.
-En esta línea, le he oído decir que le ha influido más Camarón que Paco de Lucía...
-Claro que Paco es el gran maestro de cualquier guitarrista, pero cuando quiero que algo me motive o me emocione me pongo cante porque me pega mucho más. Me parece que es un lenguaje mucho más directo y natural que el de los guitarristas porque no tiene intermediarios. Es lo que más me inspira.
-Usted se estrena en lo discográfico después de recibir los premios más importantes y rodar mucho por los escenarios, ¿cuándo se deja de ser una joven promesa?
-La verdad es que los que empezamos a jóvenes en esto a veces tenemos la sensación de que no dejaremos de ser nunca una promesa (Risas). De todas formas, no me preocupa porque es el tiempo el que te pone en un sitio o en otro. Además, lo único que he pretendido con el disco es buscar mi verdad y hacer un trabajo del que sentirme orgulloso, no demostrar quién soy o dejo de ser.
-En su formación ha combinado el aprendizaje al lado de los grandes maestros, con el Conservatorio Superior de Música de Córdoba, las noches en las peñas y tocar para bailaores y cantaores, ¿qué ayuda más a ser guitarrista flamenco?
-Lo que más ayuda es tener afición. Por supuesto, el conservatorio te aporta unos conocimientos musicales que siempre suman y relacionarte con otros músicos también te ayuda a crecer, pero la base es que te guste mucho el flamenco, el cante y el baile.
-Y como espectador, ¿qué es lo que más le llega de un guitarrista?
-Que la guitarra suene flamenca, porque hay excelentes músicos a los que les falta esa sensibilidad. Para mí lo principal es que lo que haga llegue y hay quien necesita más y quién con dos cosas te parte. Se trata de contar algo distinto y hacerlo de una manera especial...
-Como cordobés, ¿cuánto diría que le debe la guitarra a Córdoba y viceversa?
-En Córdoba hay un gran respeto por la guitarra. Se percibe no sólo por el conservatorio sino también por nombres de maestros no siempre reconocidos como Juan Muñoz El Tomate, que fue quien me enseñó a mí y a muchos de los grandes nombres de la guitarra de esta ciudad como Vicente Amigo -sin duda el guitarrista más completo que tenemos hoy día-, Manuel Silveria o Patrocinio Hijo. Creo que todo eso hace que haya un vínculo muy especial.
-En su caso, ¿mantiene con la guitarra una relación distendida o tormentosa?
-Con el tiempo me cabreo menos con ella, pero va por épocas porque cuando compones te exige muchísimo, que le dediques el día el tiempo. En cualquier caso, trato de disfrutar del instrumento porque, al final, nos dedicamos a esto porque nos gusta. Muchos guitarristas acaban frustrados por la guitarra y es una pena. Creo que hay que buscar un equilibrio, porque requiere mucho sacrificio, pero tienes que buscar tu manera y estar a gusto... si no, acabas loco.
-En este sentido, ¿qué le sigue dando la guitarra?
-Lo que decía, la felicidad.
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