Luis Gordillo, el artista que siempre estuvo ahí
Arte
Un documental y dos exposiciones en la Universidad y en el Espacio Santa Clara señalan la vigencia del autor.
Galería gráfica de 'Tri-fá-si-co'

Luis Gordillo (Sevilla, 1934) suele cantar con esa voz grave que tiene para romper el silencio que envuelve su casa durante las mañanas. En otras pausas, el artista se desdice del credo de la modernidad y busca en los clásicos, en los libros de pintura renacentista, la huella de lo eterno. De vuelta a su estudio, se entrega a una de sus obras, pero, temeroso de la zozobra que supone abandonarse a las emociones, endereza su rumbo con la seguridad que le otorga la razón. Son escenas de Luis Gordillo: manual de instrucciones, el documental que dirigen Sema D’Acosta y Antonio García Jiménez, una cinta que se proyectó el miércoles en el cine Cervantes y que retrata a un maestro ya nonagenario que sigue vacilando y sorprendiéndose ante el enigma de la creación artística.
“A Gordillo le gusta que le graben, sentirse observado, y me parecía triste no dejar constancia de eso”, señala D’Acosta a este periódico. “Quizás ese sea el principal motivo de este documental: tener un testimonio, una confesión general, un ensayo visual que recogiera las inquietudes de Luis, su intimidad, y que también le diera su sitio a Pilar [Linares], su mujer y una persona fundamental en su carrera”, dice el crítico y comisario sobre una película a la que ha puesto la música la sevillana afincada en Berlín Elena Mendoza, una producción que tiene previsto recorrer el circuito de festivales y que celebrará después de ARCO un preestreno en el Reina Sofía. Un retrato en el que su protagonista desprende el humor y el carisma que derrocha en persona. “Yo lo conocía bien”, añade D’Acosta, “pero me ha sorprendido la naturalidad con la que se enfrenta a la cámara. Podría haber sido actor”.
Un largometraje en el que Gordillo declara su profundo amor a su oficio y reconoce que, sin el sosiego que le brindó la vocación, él hubiese vivido “un infierno”. “Es un hombre que tiende a la depresión, al pesimismo, y que ha encontrado en la pintura un aliciente para levantarse todos los días”, señala D’Acosta, que logró durante la grabación un clima de complicidad. “Hay algo que me gusta mucho de Luis y es que habla de sus debilidades. Admite con humildad que ha hecho exposiciones en Alemania o en EE UU, pero que no ha conseguido el éxito internacional, aunque se define como una persona que ha sido feliz, que se siente querida”.
Son muchos los colegas de profesión, los críticos o los responsables de museos que expresan su admiración por el veterano. “Es que nos falta la perspectiva, pero lo que ha hecho Luis es extraordinario”, celebra D’Acosta. “Mientras gente como El Paso, Tàpies o Millares estaban de moda, Gordillo era como una figura de fondo. Guillermo Pérez Villalta y los esquizos lo tenían de referente y, ahora que triunfan Pedro G. Romero o Rogelio López Cuenca, Gordillo sigue ahí. Desde finales de los 60 hasta hoy ha estado, y no pierde vigencia, sabe entender muy bien lo que necesita cada época”, argumenta el especialista, que resalta entre sus virtudes su “curiosidad por los que vienen detrás: la gente joven lo busca a él, y él busca a los jóvenes. Otros artistas se quedan anticuados, pero su mundo visual conecta muy bien con el maremágnum de imágenes de Instagram”.
El reencuentro de Gordillo con su ciudad natal –reflejado en el documental, que dedica fragmentos a la creación de la fundación con se de en Sevilla– se prolonga en dos exposiciones inauguradas ayer. La Universidad de Sevilla programa en la Facultad de Filología, cerca del aula donde estudió Derecho de joven, y en el edificio donde su abuela materna fue cigarrera, la colección de grabados Mi querida hormiga. Y el Espacio Santa Clara acoge hasta el 5 de mayo Tri-fá-si-co, una muestra comisariada por D’Acosta en la que, al modo de la recordada Tríplex en que la obra de Gordillo dialogaba con Miki Leal y Rubén Guerrero, ahora son Juan Uslé y Secundino Hernández los que completan el cartel. “Los tres se relajan e intentan tener una obra muy impulsiva, intuitiva, se dejan llevar, pero en un momento determinado amarran eso con una especie de control, con una medida de estabilización”, explica D’Acosta. “Hemos invitado a dos de los pintores con más proyección internacional, una asignatura pendiente en la trayectoria de Luis. Pero yo confío en que eso se resuelva, y que pronto Gordillo será valorado en el extranjero como merece”.
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