Triana: la banda que no entiende de generaciones
Luis Clemente | Escritor y periodista
El periodista sevillano Luis Clemente presenta la tercera edición del libro 'Triana. La historia', obra en la que relata los avatares de Triana desde que se forma hasta que desaparece
La leyenda del tiempo, el tiempo de la leyenda
"Nunca fue mi intención que en el libro apareciese Sevilla favorecida, pero es que no he tenido más remedio"
Se ha presentado en La Carbonería la tercera edición del libro Triana. La historia, que Luis Clemente escribió hace veintisiete años, y que muy remozado, con otro aspecto, nueva tapa dura, índice onomástico e incluso un extenso y maravilloso prólogo del propio autor, se reedita ahora coincidiendo con el cincuenta aniversario de la salida del primer single de Triana en noviembre de 1974.
El anfitrión del acto, Pisco Lira, hizo una breve presentación de los dos componentes de la mesa, ahondando sobre todo en el moderador, Fran G. Matute, al que calificó de arqueólogo, que ha venido insistiendo en los últimos años en recuperar la historia de la vanguardia contracultural nacida en nuestra ciudad, con libros tan interesantes como Esta vez venimos a golpear, del que se encuentra preparando ya una segunda parte. Al autor del libro por el que nos reuníamos allí no lo presentó porque dijo no sentir necesidad de ello, ya que todos los presentes lo conocíamos bien. Y no le faltaba razón, porque Luis Clemente es el mejor periodista y autor sevillano contándonos la historia de la música y los músicos sobre los que escribe, entre otras cosas porque él mismo la ha vivido en primera persona.
Más que una presentación al uso, el acto enseguida pasó a ser una conversación muy informal entre Matute y Clemente, que comenzó contándonos la génesis del libro. “Cuando preparaba el libro Historia del rock sevillano veía unos primeros años en esta ciudad tan extensos y curiosos que mi idea fue la de profundizar en ellos, una historia de la música sevillana de los años 50 y 60, una especie de Esta vez venimos a golpear, centrado en la música, pero desde los orígenes. Pero las bandas no habían dejado nada grabado y al preparar el artículo sobre Triana en el de la historia del rock me encontré con que de ellos había muy poca información; había muchos artículos, pero poco profundos, así que me animé a hacer en su lugar el libro sobre Triana. Afortunadamente; no ya porque haya sido el libro más vendido de los doce que he escrito, sino también por la satisfacción personal que me ha dado vendérselo personalmente a tantos seguidores de la banda y ver que son de otro cantar; los hay muchos y muy diferentes, les han aplicado nombres como trianistas y trianómanos, pero todos tienen en común que Triana ha sido el grupo de su vida. No solo gente de nuestra generación, que hayan podido verlos en directo muchas veces, como es mi caso, que creo que Triana es el grupo que más veces he visto en los 70… pero porque actuaban muchísimo”. Ya que terminó confesando entre risas que en directo le gustaba más Imán.
Matute incidió en la trascendencia de este libro. “Es importante para los que nos dedicamos al periodismo y la investigación cultural musical porque es una forma de acercarse a un fenómeno del que siempre es complicado escribir, como la música. No es fácil contar la vida de un grupo de los 60 y 70, de los que suele haber muchas opiniones; no es fácil tampoco a veces tener cronologías claras de los conciertos que han dado, siempre se repiten las mismas anécdotas, los discos tampoco eran muy representativos de lo que hacían en directo, no había fuentes. Hay que hacer un gran trabajo rastreando en las revistas musicales de aquel tiempo, que tampoco es que abundasen, e ir construyendo la vida del grupo entre el recuerdo y las crónicas que se escribían”. Matute reivindicó la forma en que Clemente se aproximó a la historia de Triana en este libro, que es una historia oral en un momento en el que no existían las historias orales musicales. Puso como ejemplo un libro mítico como Por favor, mátame, sobre la historia del punk contada por todos los que intervinieron en ella, no solo los nombres principales, sino los segundones, los de tercer orden, montada a base de entrevistas de una forma que se puede leer como si fuese una novela de terror. Este podía haber sido un modelo para el libro de Triana si no fuera porque Clemente lo escribió antes. “Dogo me prestó una biografía de Edie Sedgwick, una musa de Warhol, construida de esa forma oral”, nos contó Clemente. “Era la primera vez que leía algo así, una biografía hecha de retazos que daba un resultado muy vivo y llamativo. Esa fue la espoleta para hacer el libro sobre Triana, que no quería que fuese una hagiografía, que tiene incluso su mártir; reconstruí la historia a base de recortes de prensa, pero como no había hemerotecas, lo hice gracias a mi afición desde pequeño a coleccionar revistas, y transcribí diecinueve entrevistas largas, otras muchas cortas, poniendo cada trozo de ellas en su parte correspondiente. Fue una labor de encaje, de dar pespuntes, entremezclar las voces con los archivos periodísticos antiguos, y además yo también tenía que entremeterme de alguna manera, pero hablando sin cargar las tintas demasiado, porque sobre Triana ya pueden leerse cosas que son de una devoción absoluta. Yo me mantuve distante a ellos, que se encargan de subrayar su importancia. También hay voces en contra, Pepe Valera, Máximo Moreno y Emilio Souto, que dejan ver que no todo fue un camino de rosas”.
Triana ha sido el más claro trasvase generacional y cultural en Andalucía que haya pasado de padres a hijos"
Esta nueva reedición del libro ha sido necesaria porque, según Matute, “era inencontrable y en los mercados de segunda mano cotizaba ya a cantidades indecentes”. Qué mejor momento para sacarla que este aniversario, que no se le ha escapado tampoco al actual poseedor de los derechos de Triana, el sello Warner, que ha sacado una caja conmemorativa, con cuatro discos y fotos inéditas casi en su totalidad, cedidas por Máximo Moreno, autor de la portada del mítico disco de El Patio. “Jesús, Tele y Eduardo creían que habían hecho una maravilla con este disco y se encontraron con que en los tres primeros meses solo habían vendido setenta copias, era inverosímil”, recuerda Clemente. “Lo pasaron mal viviendo en Madrid en los años 72 y 73, preparándolo, y hay que tener en cuenta que una vez que sacaron el disco la compañía no les hizo mucho caso por lo que tenían claro que lo suyo tenía que ser el directo y siguieron para adelante llenos de fe, subiendo a través de los conciertos, aunque con un equipo muy limitado que dio pie al dilema de que sus actuaciones sonaban mal, pero les ayudaban a vender sus discos. Ellos tenían algo que no poseían otros, una magia en directo casi mística: Eduardo solía decir que había actuaciones en las que él se elevaba, como si se saliera del cuerpo”.
Matute también quiso destacar que el libro no solo cuenta los avatares de Triana desde que se forma hasta que desaparece, sino que dedica muchas páginas al preludio del grupo, “lo que ayuda mucho a entender cómo se fueron dando las circunstancias para que tres músicos que en principio no tenían mucho que ver, porque dos venían de un mundo más comercial y el otro era el que tenía más conexiones con el underground, con el rock más atrevido y experimental, terminasen cuajando y haciendo una música que no se parecía en nada a la que habían hecho antes”. “Creo que el auténtico manager de Triana era Eduardo, que venía de Los Payos y tenía conocimiento de la industria musical”, comienza Clemente su explicación. “La fuerza residía en las primeras composiciones de Jesús de la Rosa, que pasó por Nuevos Tiempos, el grupo más avanzado de su época en Sevilla junto a Gong; Los Soñadores eran más comerciales. Esa fuerza residía en la autenticidad de cantar en español, que él reconocía que se la dio Camarón, algo que comenzó a hacer cuando estuvo en Los Bravos aunque ya había grabado una canción en nuestro idioma en Nuevos Tiempos. Tele venia de acompañar a Los Payos con Eduardo, que era el que tenía más experiencia y la entrada en Triana de Tele fue una imposición de Eduardo. Jesús, el alma, quería a Antonio Moreno el Tacita, uno de los cinco sevillanos grandes a la batería por bulerías junto a Pepe Saavedra, Willy Rodríguez de Trujillo, Antonio Smash y el más vendedor, Tele. Es curioso que Tacita grabó dos discos fundamentales y en los dos sale equivocado o velado en los créditos: La Leyenda del tiempo y el primero de Veneno”.
Y a partir de ahí la charla se fue diluyendo entre los participantes al acto, muchos de ellos figuras del rock sevillano de aquellos años, como el propio Tacita, que fueron citando a otros músicos merecedores de formar parte de la galería de ilustres colaboradores de Triana. “Antonio García de Diego fue el que le dio el color al sonido de Triana; movía el volumen al mismo tiempo que la púa y había que escuchar como contestaba con su guitarra a la voz de Jesús”, opinaba Tacita, y Clemente lo apoyaba. “Con Triana fue la primera vez que se metió en ritmos flamencos. Si se hiciera una encuesta sobre cuál es el mejor solo del rock español, uno de los más mencionados sería el suyo en la canción Una historia”. Gualberto aportó los nombres de Enrique el Cabeza y el Manglis con las guitarras, y de Manolo Rosa, con la majestuosidad de su bajo. “Ellos eran la parte psicodélica de Triana; le daban un fondo que no podía darle nadie más. Pero eran músicos a sueldo. Imagínense que George Harrison hubiese sido un músico a sueldo y la historia de los Beatles no hubiese hablado de él; pues a estos les pasó eso mismo”. “El componente psicodélico se diluyó en los últimos discos de Triana, que perdieron la conexión con lo que hacían en Nuevos Tiempos”, opinaba Matute, aunque Clemente recordó que la canción Diálogo sí tenía ese sonido barroco del grupo primigenio. Por Nuevos Tiempos pasó Pepe el Saxo y los dejó para entrar en Gong, antes de nacer Smash. El saxofonista rememoró esos momentos en que se prendían mechas que no llegaban a explotar. También se recordó la enorme importancia de José de la Tomasa, quien tuvo mucho que ver con que Jesús cantase de forma aflamencada y en el momento cumbre Triana lo puso de telonero. Y la de Teddy Bautista, que gracias a las ganancias que aportaban al sello Ariola los discos de Peret y Camilo Sesto pudo grabar Ciclos en los estudios Kirios con los instrumentos más avanzados de España. Clemente legitimó su nombre: “A través de su amistad con Eduardo influyó mucho en Triana; no solo les prestó sus instrumentos, sino que les diseñaba el sonido y preparaba el Mellotron para que lo tocase Jesús. Bautista produjo el primer single, aunque los productores de los discos realmente siempre fueron los propios Triana”.
Esas palabras de Clemente precedieron a las últimas, en las que remarcó que todos estos interesantes datos estaban muy bien reflejados en el libro, que estará disponible para su adquisición en las librerías al precio de 30 euros, aunque los que lo compren en las presentaciones y en venta directa a través de la página web del autor: clementegavilan@hotmail.com, podrán hacerlo por solo 25 euros, envío incluido. “Triana ha sido el más claro trasvase generacional y cultural en Andalucía que haya pasado de padres a hijos”, terminó diciendo. “Y pasará también a nietos”, apostilló, señalando con su dedo hacia mí.
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