Los seis lienzos de Murillo que el Prado presta a Sevilla
Año Murillo
Cuadros icónicos como ‘El Buen Pastor’ y ‘El martirio de San Andrés' conforman la contribución “excepcional” de la pinacoteca madrileña a la antológica del Bellas Artes
Será un préstamo "histórico". Y, desde luego, "excepcional". El Museo del Prado ha confirmado a Diario de Sevilla que su aportación al Año Murillo será digna de un proyecto de Estado pues no se producía una cesión de tal cantidad y calidad de obras del artista en años. Entre tres y cuatro fueron los préstamos murillescos que el Prado aprobó para las últimas exposiciones celebradas en la ciudad: Murillo y su estela en Sevilla –comisariada por Benito Navarrete en el convento de Santa Clara– y las anteriores Velázquez. Murillo. Sevilla y Murillo y Justino de Neve –organizadas por la Fundación Focus–. Esta vez, seis lienzos firmados por el artista y procedentes de la colección permanente del Prado viajarán en noviembre para formar parte de la antológica que prepara el Bellas Artes de Sevilla.
La más emblemática es El Buen Pastor (1660), una de las imágenes cuya eficacia devocional se ha mantenido intacta a través de los siglos. Su tipología hizo furor entre la sociedad sevillana y andaluza del siglo XVII.
Representativa de su pintura narrativa será La disipación del hijo pródigo (1660-1665). Se trata de uno de los cuatro únicos bocetos conocidos de una serie de seis lienzos pertenecientes a la National Gallery de Dublín e inspirados en la parábola del hijo pródigo. Por su carácter de boceto, Murillo se permitió una gran libertad y dio rienda suelta a su imaginación. Según ha documentado Javier Portús, jefe de Pintura española (hasta 1700) del Prado, "al trabajar aquí sin la presión del cuadro final este boceto contiene fragmentos que, por su agilidad y dinamismo, sólo pueden ser comparados con los dibujos de Murillo".
El martirio de San Andrés es una de las pocas escenas de contenido realmente dramático que realizó el artista. Fue pintada entre 1675 y 1682; esto es, en su última etapa, cuando Murillo cultivó un estilo que ha sido calificado como vaporoso, en el que las figuras pierden nitidez de contornos gracias a la utilización de una luz y un color que unifican todo. Sin duda, será una de las creaciones más celebradas en la antológica que prepara Valme Muñoz con Ignacio Cano.
Con la aportación de La Inmaculada del Escorial (1660 - 1665) se pondrá el foco en el compromiso que asumió Murillo para difundir la imagen de la Inmaculada Concepción. Este cuadro es uno de los más emotivos entre la veintena de Inmaculadas que pintó, al mezclar el tema de la Concepción con el de la Asunción para plasmar en toda su pureza la gloria de la Virgen.
También regresará San Jerónimo penitente (1650), un conmovedor óleo sobre lienzo que formó parte de la muestra El joven Murillo que organizó en 2009 el Bellas Artes sevillano comisariada por Benito Navarrete y el recordado Pérez Sánchez. En esta obra, que representa la figura del santo arrodillado, Murillo expresó la admiración que sentía por el pintor José de Ribera. Este lienzo es muy representativo del influjo naturalista en su producción a partir de 1650.
La sexta contribución del museo que dirige Miguel Falomir es otra obra religiosa muy conocida, La Anunciación, pintada hacia 1660. Son muy interesantes los elementos cotidianos que introdujo en esta composición, y que tendrán cabida en muchos otros de sus cuadros, como la mesa con un tapete, el libro abierto, el jarrón con azucenas y la canastilla con los útiles de costura destacada en primer término "como alusión patente a la dignidad del trabajo doméstico", según Javier Portús. El delicado diálogo entre ese ser sobrenatural, el ángel, y la mujer virginal que ha tenido que interrumpir su labor, enriquece la escena.
Y a la espera de que el Bellas Artes anuncie los préstamos internacionales de la que será la mayor reunión de obras de Murillo en su ciudad natal de los últimos tiempos, también está confirmado que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando prestará uno de los lienzos representativos de la producción social del artista, San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres (1645-46), que ya viajó a la pinacoteca sevillana en 2009 junto con otro cuadro de la Academia, El éxtasis de San Francisco de Asís, que ahora exhibe el Archivo de IndiasArchivo de Indias. Ambas son obras de juventud y formaron parte de la serie que realizó para el claustro chico de San Francisco, encargo que le dio a conocer en su ciudad natal y catapultó un respeto y admiración que resuenan ahora con fuerza al calor de su cuarto centenario.
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