No ser un héroe
Libros de 2019 | Especial Navidad
Tomar distancia del pasado y querer salvar el pellejo sin rubor alguno son asuntos que aborda esta novela del polaco Kornel Filipowicz, un hallazgo de la editorial Las Afueras
La ficha
'Memorias de un antihéroe'. Kornel Filipowicz. Traducción de Teresa Benítez. Prólogo de Adam Zagajewski. Las Afueras. Barcelona, 2019. 128 páginas. 15,95 euros
Dice Adam Zagajewski en el prólogo que nos gustan los libros que se basan en el principio de figura con fondo. "El escritor nos muestra la vida de sus personajes, y se trata tan solo de adivinar aquello que los limita y los amenaza".
En Memorias de un antihéroe, de Kornel Filipowicz (1913-1990), nos topamos con este principio: figura y fondo. ¿La figura? Un tipo desconcertante, que no sabemos si admirar o repudiar. ¿El fondo? La Polonia ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Para los alemanes será siempre un polaco. Pero para los polacos será un volkdeutsch (colaboracionista). Este oficinista servil se limita a salvar el pellejo. La ocupación alemana es un trauma para el país (en la vida real Filipowicz la padeció con creces). Pero el antihéroe de ficción evita posicionarse. Elude también el optimismo de sus coetáneos, quienes presienten el fin de la guerra y la derrota nazi. Para él el optimismo de los polacos es propio de "mentes primitivas".
Oportunista nato, arribista pero de perfil bajo, el personaje podría causarnos irritación. Pero la habilidad de Filipowicz, con su estilo económico y elusivo, nos invita a repensar si todo en él es causa de repudio o no. ¿Qué habríamos hecho nosotros en idénticas circunstancias? Como hemos dicho Filipowicz sufrió, como toda su generación, las horribles secuelas de la guerra (no era judío, pero padeció cárcel y confinamiento). No obstante, en esta novela practica lo que hoy llamaríamos equidistancia, el "efecto del distanciamiento" (Zagajewski). El escritor toma distancia del pasado, por doloroso que éste haya sido, y lo redibuja sobre un lienzo sin marco: figura con fondo. Este tipo, si se piensa bien, podría haber sido cualquiera de nosotros. De ahí el desconcierto, incluso el estupor. Querer salvar el pellejo sin rubor alguno podría no obedecer a una absoluta falta de escrúpulos.
A Kornel Filipowicz, casado con la pintora Maria Jarema y posterior pareja de la premio Nobel Wislawa Szymborska, lo ha descubierto aquí la editorial Las Afueras (anterior a este libro se publicó Un romance de provincias). Un hallazgo.
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