La utopía funcionó a medias

Leticia Moreno & Friends | Crítica

Moreno, Constantini y Ruiz en un momento del concierto en el Espacio Turina
Moreno, Constantini y Ruiz en un momento del concierto en el Espacio Turina / Lolo Vasco (FeMÀS)

La ficha

LETICIA MORENO & FRIENDS

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XLII Festival de Música Antigua de Sevilla (FeMÀS). Leticia Moreno & Friends: Leticia Moreno, violín; Claudio Constantini, bandoneón; Edicson Ruiz, contrabajo; Matan Porat, piano.

Programa: Bach in the jungle

Johann Sebastian Bach (1685-1750): Sonata para violín y clave obligado nº4 en do menor BWV 1017 [c.1717-23; arreglo para violín y bandoneón]

Heitor Villa-Lobos (1887-1959): Bachiana brasileira nº5 W 389 [1938-1945]

Anónimo (siglo XVIII): Sonata chiquitana nº 4 [Archivo Musical de Chiquitos]

Johann Sebastian Bach : Chacona de la Partita para violín solo nº2 en re menor BWV 1004 [c.1720]

Astor Piazzolla (1921-1992): Verano porteño [1965] / Otoño porteño [1969] / Invierno porteño [1970] / Primavera porteña [1970]

Lugar: Espacio Turina. Fecha: Viernes, 28 de marzo. Aforo: Tres cuartos de entrada.

En Sevilla se conocía ya el Bach insólito y asombroso de Claudio Constantini con el bandoneón, y aunque en el arranque de la Sonata para clave obligado y violín nº4 me costase un poco reconocerlo en ese Largo elegíaco de inicio, pronto estaba ahí la claridad de voces, el fraseo exquisito y la delicadeza de la línea, pero la obra naufragó porque Leticia Moreno parecía estar en una obra distinta: sin un solo acento, sin articular una frase, condujo a un Bach desalmado, monótono, aburrido... (Confieso que jamás pensé que llegaría a escribir Bach y aburrido en la misma frase). La primera mitad del concierto terminó con una de las Sonatas chiquitanas conservadas en Bolivia, una partitura fresca y sencilla, arruinada también por el excesivo vibrato de la violinista madrileña, que la engoló permanentemente, y por la poca implicación del resto del cuarteto, que se había reunido ya para una interpretación mucho más convincente de la Bachiana brasileira nº5 de Villa-Lobos, bien captado el espíritu entre académico y folk de la obra.

La segunda parte fue otra radicalmente distinta. Primero, Moreno hizo una interpretación notable de la Chacona de la Partita nº2 de Bach. Ahora sí, articulando, con golpes de arco incisivos, jugando con la agógica y con las dinámicas, con una correcta afinación, limitando notablemente el vibrato y sabiendo contrastar la suave sección central con el drama de las extremas. Bach volvía a ser Bach.

Y luego vino lo mejor de la velada: las Cuatro estaciones porteñas de Piazzolla, que el argentino escribiera originalmente para su quinteto, que añadía a la formación que había sobre la escena una guitarra eléctrica como parte de la sección rítmica. Y en Piazzolla por fin el cuarteto mostró todo su poderío, combinando la dulzura (maravilloso bandoneón de Constantini, con filados inimaginables) con los acentos y las líneas angulosas, los efectos de todo tipo (glissandi y rascados tras el puente de Moreno, poderosos pizzicati a lo Bartók de Ruiz...) con la flexibilidad del fraseo, los contrastes de todo tipo, la variedad del color y una sección rítmica (Porat, Ruiz) impulsándolo todo siempre hacia delante.

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