El lenguaje del paisaje y la arquitectura
Exposición
Daniel Bilbao expone en la sala Birimbao, hasta el 21 e febrero, sus últimas creaciones: 'El espacio habitado. Ortografías y nocturnos'
Antítesis de la luz y de la sombra, sobriedades, edificios que sugieren discursos, sorprendentes ideas en torno a la geometría y las formas en las que habitamos. Son estos algunos de los rasgos que definen la exposición titulada El espacio habitado. Ortografías y nocturnos, de Daniel Bilbao (Sevilla, 1966), doctor en Bellas Artes y decano de su facultad. La muestra se inauguró el pasado viernes 13 de enero y se podrá visitar hasta el próximo 21 de febrero, en la galería de arte contemporáneo Birimbao (Calle Alcázares, 5).
Comisariada por el también pintor Gerardo Delgado, los cuadros aquí reunidos ofrecen multitud de lecturas a medida que profundizamos en ellos. La exposición se constituye desde un extraordinario planteamiento en lo conceptual y también en sus recursos, en su técnica. Por otra parte, mucho hay en esta muestra acerca de la investigación que Daniel Bilbao lleva años elaborando: la relación de la naturaleza -sus formas salvajes e indómitas- con el paisaje urbano -intervenido este, claro está, por la mano del hombre, con su propósito de racionalizar los espacios-. “Esta exposición viene motivada de una investigación larga en relación de la intervención del hombre en nuestro entorno”, detalla Bilbao.
De esta injerencia del pensamiento racional en el paisaje deriva una interesante reflexión que el artista declara, y que observamos en su pintura: las líneas, las que vemos a diario en nuestros espacios, no existen como tales, sino que son un “elemento artificial”. Son estas un producto de la superposición de formas -de objetos, de paredes, de fachadas-. “Nosotros dibujamos una línea, pero nadie ha visto una línea, pues esta es un contraste entre un elemento y otro”, aclara el artista. “La línea es una idea filosófica, que le sirve al hombre para ordenar”, añade Bilbao. En su obra está presente, de este modo, la “lucha” entre la fuerza del hombre y la fuerza de la naturaleza. Representada la primera en edificios, desde una perspectiva siempre frontal, y simbolizada la segunda desde lo horizontal de un bosque, de un cielo y del agua. El concepto de lo calculado, de lo matemático, de lo artificioso, en el edificio, y la idea del espacio natural en ese cielo y en esas aguas, en esa vegetación que se intuye en la obra.
Pero Daniel Bilbao, además de estas propuestas llenas de significado e interpretación, también nos ofrece otras reflexiones. Por ejemplo, si nos fijamos en los edificios pintados en los cuadros, vemos luces encendidas en la oscuridad de la noche. Lo que nos sugiere que allí hay vidas, personas habitando esta casa ubicada entre árboles y lagos. La intención del pintor, con este recurso, es jugar con la mente de quien observa; es decir, no vemos a la persona, pero desde una imagen -la de una luz encendida en medio de la oscuridad- podemos percibir que estamos viendo a una persona. “Llevo investigando desde hace muchos años el espacio habitado -de ahí el nombre de la exposición- a través de la luz, y concluyo que nosotros intuimos que un lugar está habitado porque tiene una luz encendida, aunque la persona no está explícitamente representada”, describe Bilbao.
El espacio habitado. Ortografías y nocturnos contiene un discurso expositivo que discurre de la figuración hacia la abstracción. De lo descriptivo a la evocación de una noción mediante formas geométricas. Daniel Bilbao manifiesta que estos cuadros van “desde elementos que son estructurales, líneas rectas, manchas que representan materia orgánica… hasta elementos abstractos, como un amarillo que sugiere la luz de una ventana o de un cuarto habitado”. Todo ello desde una técnica, en su mayoría, “mixta u óleo”, además de “dibujos en tinta blanca sobre papel kraft o sobre punta de plata”, esta última “una técnica antiquísima, del Renacimiento”, informa Bilbao.
“A medida que se avanza en esta exposición me voy quedando con lo ortográfico, con la estructura de lo que vimos en un principio”, confiesa el artista en los últimos tramos de la muestra. Es en este punto donde nos centramos en la pura geometría, en las arquitecturas racionalistas -otro de los temas de Daniel Bilbao-. El pintor nos cuenta la influencia que en él ha ejercido este estilo arquitectónico. De hecho, uno de los cuadros que podemos observar se trata, en palabras de Bilbao, de “un proyecto de Mies van der Rohe que nunca llegó a construirse, y con el que hago una especie de retrato de ese edificio; un retrato, claro, muy frontal, produciendo un efecto ortogonal, sin apenas fugas, que denota abstracción”.
En la exposición de Daniel Bilbao se suceden los paralelismos. De la ordenación a lo caótico. De lo urbano a la naturaleza. Del lenguaje figurativo al lenguaje abstracto. De lo concreto y material a la entelequia. Se trata de un espacio habitado en el que no nos cruzamos con aquellos que lo habitan, aunque lo descubrimos a través de una imagen o de una pincelada. Así es lo asombroso de la creación. En este caso de la creación pictórica del artista e investigador Daniel Bilbao.
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