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El lenguaje más onírico de Atalaya

La compañía sevillana que dirige Ricardo Iniesta estrena mañana en el Centro Dramático Nacional 'Así que pasen cinco años', una nueva versión de la pieza que presentara en 1986

1. La escalera, presente en los tres actos, es el elemento más misterioso y simbólico de la pieza de Lorca. 2. Elena Aliaga en el papel de Niño Muerto. 3. El Director del montaje y de la Compañía Atalaya, Ricardo Iniesta. Foto cedida por la Fundación Festival Internacional de Teatro Clásico © Guillermo Casillas.
Rosalía Gómez Sevilla

31 de marzo 2016 - 05:00

Mañana verá la luz una nueva versión de Así que pasen cinco años de Federico García Lorca. Un título que supone casi una vuelta a los orígenes de la compañía sevillana que la representa.

Con esta pieza, en efecto, estrenada en 1986, Atalaya hizo su entrada oficial en la historia del teatro, recorriendo con magníficas críticas más de 30 provincias españolas y pasando, en palabras de su director, Ricardo Iniesta, "de no ser nadie en el teatro sevillano a ser alguien en la escena española".

Ahora, treinta años después, ha sido el Director del Centro Dramático Nacional Ernesto Caballero el que, frente al deseo de Iniesta de reponer El público, que ya llevara a escena Atalaya en 2002 (y esta última temporada Alex Rigola con el Teatro de la Abadía/Teatro Nacional de Cataluña) le propuso volver a este no menos enigmático texto, considerado irrepresentable, que Miguel Narros llevó por vez primera a la escena en 1978.

La pieza que se estrena mañana en el CDN de Madrid es, sin embargo, un montaje completamente nuevo, si bien el texto sigue siendo el mismo, con sus misteriosos simbolismos y su típica distribución de la materia dramática en "estampas" oníricas, casi surreales. También el director es el mismo, trabajador infatigable como su maestro Eugenio Barba, aunque los treinta años transcurridos han enriquecido largamente su experiencia vital y profesional. La creación del laboratorio TNT en 1995 (con una nueva y espléndida sede inaugurada en 2008), al que se invita a los mejores maestros de las diferentes culturas escénicas de todo el mundo, y del que salen, año tras año, nuevos actores, ha hecho que Atalaya se distinga en el panorama teatral español por su incesante trabajo de investigación corporal y vocal. Un trabajo del que ha surgido una veintena de piezas tan emblemáticas como Hamletmáquina de Heiner Müller, Divinas Palabras de Valle Inclán, Ricardo III de Shakespeare o Madre Coraje de Brecht (ocho veces nominada a los Premios Max), paseadas ya por 400 ciudades españolas y 35 países de todos los continentes.

"Quieras o no, todo lo aprendido en estos años se trasluce en el nuevo montaje. La que se va a ver mañana es una versión mucho menos inocente, más inquietante que la anterior, deudora de nuestro trabajo con otros textos, especialmente con el de El público. Además, junto al amor y a la muerte, siempre presentes en la poética de Lorca, aquí se tratan dos temas que siguen estando de máxima actualidad: el tiempo y ese individualismo tan ligado al 'mundo feliz' -ahora virtual- que fomenta la sociedad de consumo, completamente ajeno a la realidad social", afirma Iniesta, que no deja de resaltar algunas coincidencias temporales, como la del asesinato del autor, justamente cinco años después de editarse esta obra.

En esta ocasión, son nueve los actores que dan vida a los 22 personajes sin nombre propio -en los que se incluyen animales como el Gato Muerto y objetos como la Máscara o el Maniquí- que pueblan este oscuro sueño lorquiano. Entre ellos, solo hay uno de hace 30 años: Carmen Gallardo, que en 1986 obtuvo el Premio Revelación de la temporada en su rol de Niño Muerto y ahora se reparte los papeles de Criada y de Máscara.

La escenografía, firmada en la primera versión por Juan Ruesga y asumida, como es habitual en los últimos tiempos, por el propio Iniesta, está inspirada en una foto de una antigua escenografía de Meyerhold y en las célebres escaleras imposibles o infinitas de Escher. La música, por su parte, obra de Luis Navarro, contiene algunas canciones populares, si bien este montaje no permite el trabajo de coros que caracteriza al grupo. El vestuario, como en el '86', lo firma Carmen Giles.

Para el grupo Atalaya, el último ha sido un año extraordinario. En mayo cerró la programación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico con La Celestina mientras que en julio estrenaba en el Teatre Lliure de Barcelona su última producción Marat Sade, de Peter Weiss y, más tarde, abría la temporada en los Teatros del Canal con Madre Coraje. Además, la compañía mantiene desde 2003 una serie de proyectos con la Comunidad Europea que constituyen parte de su financiación. "Todo esto", dice el director, "me ha dado fuerzas para no seguir el ejemplo de la Zaranda y dejar Andalucía. Somos el único grupo estable y tenemos a 20 personas en nómina 12 meses al año con la tercera parte de las ayudas que teníamos antes. Es imposible salir delante de este modo y las instituciones llevan mucho tiempo sin atender las necesidades del sector teatral. De todas formas, tengo mucha confianza en la nueva sensibilidad que me han mostrado últimamente los nuevos equipos, tanto del Ayuntamiento como de la Junta de Andalucía".

Así que pasen cinco años, primera coproducción de una compañía privada andaluza con el Centro Dramático Nacional, se podrá ver desde mañana hasta el día 15 de mayo en el Teatro Valle-Inclán.

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