Del feminismo como una vida plena
Cine
Laura Hojman combina en su documental 'A las mujeres de España. María Lejárraga' el retrato de una escritora silenciada y la reivindicación de sus compañeras "brillantes y valientes"
Desde su estreno en 1911 en Madrid, Canción de cuna se convirtió en uno de los fenómenos más sensacionales del teatro español: la historia de una niña abandonada a las puertas de un convento que crece educada por unas monjas conoció versiones en Broadway, Buenos Aires, París o Londres, y fue objeto también de cinco adaptaciones al cine, desde la de Mitchell Leisen de 1933 hasta la que realizó José Luis Garci en 1994. Transcurrido más de un siglo desde su escritura, flota ahora una pregunta en el aire: si aquella obra hubiese tenido las mismas oportunidades si no la hubiese firmado un hombre, Gregorio Martínez Sierra, y lo hubiese hecho su verdadera creadora. Esa es una de las muchas incógnitas que rodean la figura apasionante y contradictoria de María de la O Lejárraga (San Millán de la Cogolla, 1874 – Buenos Aires, 1974), impulsora de proyectos feministas como el Lyceum Club, activista por el sufragio femenino, diputada de la SegundaRepública o autora de unas Cartas a las mujeres de España en las que animaba a sus coetáneas a vivir por sí mismas, la misma escritora que dio un paso atrás y cedió el crédito de su trabajo a su esposo.
Tras sus documentales Tierras solares, en el que abordaba la semblanza de Rubén Darío, y Antonio Machado. Los días azules, acercamiento al poeta de Campos de Castilla pero también a la generación que creyó en el poder de la cultura para cambiar un país y sufrió el exilio, Laura Hojman (Sevilla, 1981) parte de nuevo de un personaje real en A las mujeres de España. María Lejárraga, un filme que se estrena el día 21 en Sevilla y el 24 en Córdoba y en el que su directora dirige el foco hacia "una de las mujeres más relevantes de la historia contemporánea española" y su silueta hasta ahora borrosa, y reivindica de paso a todas esas "mujeres brillantes y valientes que quisieron construir un futuro mejor y cuyos sueños de progreso fueron malogrados al estallar la Guerra Civil".
"No me gusta ceñirme al formato de biografía al uso", explica Hojman a este periódico, "me interesa tomar unos personajes y contar a través de ellos historias que los trasciendan, sobre nuestra memoria, nuestro país. Lejárraga me permitía explorar a esa generación de mujeres que fueron motor de cambio social, que lucharon por derechos y libertades y de las que se desconoce prácticamente todo. Ellas representan un país que fue, que existió, pero del que no se nos ha hablado. Quería que eso estuviera presente ya desde el título: está película no va sólo sobre María Lejárraga, también sobre nuestras mujeres". Kiti Mánver ejerce de narradora en un recorrido en el que la actriz Cristina Domínguez presta su rostro a Lejárraga y los testimonios de especialistas como Antonina Rodrigo, Rosa Montero, Isabel Lizarraga, Remedios Zafra o Vanessa Montfort –que ha escrito una obra de teatro, Firmado Lejárraga, y una novela, La mujer sin nombre, sobre ella– contribuyen a dar relieve a ese personaje difuminado en el relato oficial.
Hojman considera "uno de los mayores ejemplos de esa historia hurtada a nuestra memoria colectiva" que un texto pionero como Cartas a las mujeres de España, publicado más de una década antes que Una habitación propia de Virginia Woolf, no tenga hoy la resonancia que merecería. "Es un ensayo sobre feminismo absolutamente revolucionario, y creo que lo sigue siendo ahora. Por ejemplo, ella les dice a las mujeres que no se lo jueguen todo a la carta del amor, y a mí me parece que ese mensaje resulta todavía necesario. Les aconseja que estudien, que tengan amigos, aficiones, que se desarrollen de otros modos, y que vivan. Algo muy emocionante del pensamiento de Lejárraga es que resulta profundamente vitalista: ella sostiene que el feminismo no es otra cosa que poder vivir la vida en plenitud, lo que es un concepto precioso".
Hojman, que vuelve a filmar con la delicadeza y el sentido de la estética que caracterizan su obra, también se plantea "la gran pregunta que se hace todo el mundo", cómo podía una mujer tan inteligente, tan válida, desaparecer tras el nombre de su marido. "Ella no fue un caso único, otras creadoras optan también por una marca matrimonial o eligen un seudónimo masculino. Se comprende porque el mundo cultural estaba dominado por los hombres y no era fácil enfrentarse a esa mirada sesgada que se le da a lo firmado por autoras. Muchas creadoras no querían que sus obras cargaran con la losa de producto femenino", asegura la cineasta, que pronto matiza que esos prejuicios no se limitan al pasado. "Todavía se dan, ahí tenemos la etiqueta de literatura para mujeres, películas para mujeres... Hicimos un preestreno en la sala Berlanga de Madrid, y fue emocionante, pero hubo lleno y en total sólo fueron tres hombres. Por desgracia, sigue pensándose que si dirige una mujer le habla sólo a las mujeres, una miopía que no comparto", lamenta la realizadora.
Entre otros detalles, Hojman narra la amistad cómplice que Lejárraga tuvo con Juan Ramón Jiménez y con Manuel de Falla. "Me encantó recrear esa parte, porque la correspondencia con Juan Ramón es divertidísima, y creo que revela quién era Lejárraga, alguien que le hace más ligera la vida con sus bromas a una persona propensa a la melancolía", apunta la directora. Y con Falla, a quien le escribió el libreto de El amor brujo, la relación también fue conmovedora. "Y no es que fuera sólo la libretista de un compositor como Falla, o de Turina, es que, como se cuenta en la película, ¡ella le ayudaba en la parte instrumental! Ahora se le empieza a dar importancia a su participación en un clásico como El amor brujo, pero la verdad es que María estuvo muy presente en ámbitos muy relevantes: en la literatura, en la música, en lo social".
En este último aspecto, Hojman resalta el papel "determinante" de Lejárraga "en la consecución del voto femenino" y su apuesta por proyectos como la Asociación Femenina de Educación Cívica o el Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo. "Se puede atribuir que sea una figura desconocida en lo literario porque firmó con el nombre de su marido, pero, ojo, es que en el ámbito político actuaba con su nombre, y ahí también nos hemos olvidado de ella", observa con pesadumbre Hojman. Películas como la suya vienen a combatir esa desmemoria.
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