LaGore: "Si te sale el quejío, que es lo tuyo desde pequeña, adelante, siéntete orgullosa y experimenta"
LaGore | Cantante y productora musical
Un concierto de LaGore es una de las experiencias más viscerales que pueden tenerse ahora mismo ante un escenario. Acaba de editar un 'single' que une con maestría el flamenco con el 'breakbeat'
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Lidia Navarro (Utrera. 1987) se define a sí misma en sus redes sociales como cantante y compositora independiente, de música electrónica, industrial, de flamenco, de fusión, que gracias a los singles que ha lanzado este año 2024: Malasangre y, sobre todo, Ya no quiero tu amor, unidos a unos impresionantes conciertos, ha llamado la atención del público y los medios de comunicación sobre su nombre artístico, LaGore. Verla en directo junto a su grupo es una de las experiencias más viscerales que pueden tenerse ahora mismo ante un escenario; su música evoca una reacción dentro de la parte primaria de nuestros cerebros con sus ritmos desgarradores, su volumen chirriante y su gran componente escénico e impacto visual. Una fiesta reivindicativa del poder que tiene el breakbeat cuando se asocia a ritmos andaluces sin necesidad de tirar del manido componente nacionalista.
-¿Qué fue primero en su vida, el flamenco o el breakbeat?
-El flamenco, sin duda. Yo crecí con el flamenco en casa. Cuando no estaba durmiendo siempre estaba escuchando vinilos de antologías, cassettes, a mi padre y mi madre canturreando; me viene de familia, aunque ellos no eran profesionales.
-¿A qué público de esos dos géneros le ha llegado mejor la mezcla?
-No lo sé con seguridad. Para mí ha sido como un experimento; me gusta el breakbeat pero también la rumba, me gusta el techno pero también el flamenco; y el experimento está llegando a todo el mundo por igual, porque estoy recibiendo cariño por ambas partes. Si tuviera que decidir, creo que los más interesados son los electrónicos y que habrá elitistas que no acepten esa fusión, que piensen que eso no es flamenco; pero si a mi música le quitas la parte electrónica y le pones una guitarra sola, es flamenco, se lo puedo garantizar.
-Aunque la gente la esté descubriendo y, sobre todo, aceptando de forma más masiva en estos últimos meses, usted comenzó su carrera hace unos diez años y lanzó su primer EP en 2015. Desde entonces ha ido editando singles, hasta un total de trece, que era precisamente el título de aquel EP. Cuénteme su evolución en todo este tiempo.
-Aquel EP estaba más enfocado al dark pop. Incluso llegué a cantar en español en Bulgaria esas canciones que había creado. Todo muy underground. Después paré un poco mi creación en ese género y cuando llegó la pandemia me dieron un vuelco el corazón y el cerebro y me dije que quería investigar, ir a mis raíces. Si te sale el quejío, que es lo tuyo desde pequeña, adelante, siéntete orgullosa y experimenta. Me quería divertir creando y cantando algo nuevo, una mezcla, así que abandoné el electro pop y me encaucé en esta fusión.
-Y desde entonces va encadenando singles, uno a uno. ¿Eso es lo que pide el mercado?
-Sí; es muy complicado vender tu obra en formato físico. Así saqué solo el primer EP y lo vendí todo, no me quedé ni siquiera uno para mí, fue un triunfo entonces, pero después he apostado por sacar singles y, si puede ser, videoclips. Solo si los fans y seguidores actuales demandasen un trabajo más personalizado en formato físico me plantearía hacerlo, la verdad.
El quejío flamenco lo noto más como un dolor, como algo desgarrador"
-¿Volvería a rehacer algo de lo que lleva ya hecho?
-Siempre he sido libre de cantar lo que quería, pero antes estaba más enclaustrada dentro de ese género que llamo dark pop; ahora, si se me plantea hacer drum & bass y meterle unos tangos, pues lo voy a hacer. Hace poco he participado en una colaboración de tech house y le metimos un poquito de quejío flamenco. Me estoy abriendo a más posibilidades, hacer trap lo mismo que hacer una versión de Enrique Morente; me siento más libre.
-¿Las siguientes canciones van a seguir este camino de los últimos singles? ¿Qué tiene previsto en el futuro próximo?
-Vendrán algunos temas un poco más technos. Ahora estoy con uno que no sé como describirlo, es una cosa extraña con funk brasileiro… pero no quiero apartarme de la electrónica, de que haya samples, loops; también tengo en el horno otras piezas con breakbeat. Uso librerías que adquiero y las voy modificando, editando sus sonidos, personalizándolos, mezclándolos, añadiendo efectos, para que sean más propios de mí. Voy a intentar que mi esencia no se pierda, porque como a la gente le está gustando lo que he hecho hasta ahora, voy a procurar mantener la línea. Voy a aceptar opiniones de mis compañeros músicos y estoy abierta a la posibilidad de meter algún otro músico que quiera colaborar también en el proyecto.
-¿Qué define mejor la emoción de un sentimiento personal, el quejío de una voz flamenca o el chirrido de un sintetizador?
-¡Vaya pregunta interesante! Me acaba usted de dividir en dos -se lo piensa-. Las dos cosas me emocionan. Hace poco escuché un tema de Morente en un festival de jazz que hacía una especie de coro de hombres cantando en círculo y fue una fusión espectacular; se me pusieron los vellos de punta. Hasta lloré. Además, lo que cantaban era un martinete, que me emociona muchísimo. Pero veo a Liam, de Prodigy, por ejemplo, con un sintetizador, empezando a modular y retocando potenciómetros para ajustar algunos de sus parámetros y me quedo colgada también. Son sentimientos diferentes, pero igual de intensos. El quejío flamenco lo noto más como un dolor, como algo desgarrador, pero yo siento las dos cosas y no sé con cuál quedarme.
-¿Qué define mejor la liberación explosiva de un sentimiento personal, el zapateado flamenco o el drum & bass?
-Me lo está poniendo difícil. Es que tengo el corazón dividido entre la electrónica y el flamenco puro. Me lleva a un tablao y a muerte con ellos, pero luego me lleva a una rave y me desvivo con los subgraves. Me vuelvo loca con las dos cosas y me dejo llevar por el compás tanto como por la electrónica. Entiendo que haya gente que no lo sienta así, que escuche electrónica y diga que eso es lo mismo de siempre, pero es magnífico tener en tus dedos el poder de modificar un sonido. Antes, cuando no había sintetizadores, yo hacía unos ruidos en mi casa que mi madre pensaba que su niña estaba loca. Cogía el jack de la guitarra y para hacer el bajo iba tocando el cable pelado e iba grabando los pulsos, luego los unía a un bombo y una caja. Imagínese cuando tuve un sintetizador. No me imagino a los primeros que hacían conciertos de electrónica a pelo; con un sintetizador analógico, grandísimo, modulando los parámetros con un solo sonido, sin ritmo. Tener en tus manos ese poder de modificar el sonido, aunque sea una octava, o añadir un efecto… eso no lo puedo explicar.
-¿No le resulta difícil encontrar el compás de un zapateado o del bordón de una guitarra flamenca en los graves de los sintetizadores o de las cajas de ritmo?
-Lo que me cuesta trabajo es encajar las frecuencias, porque son sonidos diferentes. Encajar una guitarra eléctrica de metal con una guitarra flamenca es complicado, porque tienes que empujar al fondo la primera para que la segunda esté presente. Si quieres un zapateado, para que se oiga tienes que echar abajo el breakbeat que estés haciendo en esas estrofas. Tienes siempre que jugar con la importancia de los elementos de la mezcla para conseguir algo homogéneo, compacto o, al menos, agradable de escuchar. Es verdad que a veces, si quieres hacer una bulería, es complicado meter un sintetizador que viene programado a 4/4 y pasarlo a 6/4, pero investigando he encontrado la manera y a lo mejor sorprendo en la próxima canción.
-Lo que usted hace se desmarca del rock andaluz, del rock con raíces ¿Hay alguna etiqueta que lo defina bien?
-Me han dicho que hago flamenco punk, otras veces que flamenco gótico; pero yo creo que el gótico es una cosa y el flamenco otra y no se deben mezclar. Si le soy sincera, no sé dónde incluir mi estilo; puede ser flamenco punk por el acto que tiene de rebeldía, pero yo lo veo más como flamenco dark. Que es diferente del dark flamenco, que son las peteneras, las soleares, que me encantan. -Entre risas- Recuerdo cuando iba por ahí y decía que me encantaban las peteneras y me decía el flamenco: no me hagas cantar peteneras que da mu mala suerte.
-¿Sabe distinguir bien los palos del flamenco?
-Algo tengo todavía de cuando lo practicaba de pequeña, pero es cierto que debería darle una vueltecita. Le puedo identificar una petenera, una media granaína y una granaína, una soleá, una bulería por soleá, unas malagueñas, -cantiñea- porque Antonio Chacón no ha muertooo, y cosas así: unas verdiales, fandangos naturales, fandangos de Huelva; madre mía, es que hay un montón: tango, tientos, colombiana… conozco un montón de palos, sí; pero si te meten unos tangos de La Repompa por bulerías, ya es difícil saber cuál es una cosa y cuál es la otra.
-¿En esa etiqueta suya podríamos meter a Carmen Xia, a Salvar Doñana, a Califato ¾, o eso pertenece a otro negociado musical? ¿A quién meteríamos con usted?
-Todos los que dice podríamos coincidir perfectamente en un festival, pero sí es verdad que cada uno hace lo suyo, con su personalidad y su esencia. Eso es bonito, más vale tener variedad y que, además, venga del sur mejor a que venga de fuera. Podíamos incluir también a La Plazuela, pero no se me ocurre ninguno más ahora mismo. Fuel Fandango también hace fusión, pero lo suyo es totalmente diferente. Yo intento encontrar mi sitio, hacerme un hueco, pero es complicado meternos ahora mismo por vereas.
-¿Cree que esos de los que hablamos recogen mejor la fusión de las raíces andaluzas con la música de otros estilos de lo que lo hacían bandas como Triana, Smash, Imán, Guadalquivir, Alameda…?
-Es que son géneros diferentes. Y ahora se está metiendo más cante jondo. Pero no le quito encanto a todo el rock andaluz que hemos mamado de antes, que tiene sus méritos y ya es algo de culto. Ahora estamos en otra época, estamos todos investigando, buscando nuestros sitios en el mundillo y bueno, hay que valorar tanto lo que se hacía antes como lo que se está haciendo ahora, porque así es como se hace nueva música, investigando, creando, así es como nace todo.
El reguetón tiene tanto éxito por las bases percusivas; eso es muy primitivo, conecta con una parte de nosotros"
-Le acompaña una banda con guitarra, batería y bases, con la que tocó por primera vez en el Lilith Fest hace unos tres meses. ¿Por qué sintió la necesidad de formar una banda?
-Porque sin duda creo que es mejor ir acompañada a los sitios. Además, tengo más apoyo para hacer los temas. Necesito músicos que me acompañen para hacer esas cosas, esas creaciones, y esa espontaneidad que puede salir, que es algo que se está trabajando también. Y aparte, es verdad que una banda siempre llama más la atención en directo que una persona sola lanzando pistas. Es mejor llevar a compañeros en el escenario y disfrutar del camino como con una familia, si no, es complicado luchar.
-¿Quiénes son esos compañeros y de dónde han salido?
-Pues a la batería está Manu Cañero Cortés, al que precisamente hoy mismo le he compuesto un tema, algo que solamente sabe usted. Ha estado en muchos grupos de nu metal, de rock, y viene de familia flamenca y de familia gitana, así que quién mejor que él. Ángela Durán es mi alma gemela, mi amiga del alma; se movía en mi entorno y le dije que se viniera conmigo de DJ y con los sintetizadores, que lo íbamos a pasar bien. Y Javi Muñoz a la guitarra de siete cuerdas, que hace también arreglos en directo. Lo tenía en otros grupos en los que he estado y he visto su eficacia y su constancia. Ahora mismo los cuatro formamos piña y estamos bien, pero no descarto que en el futuro se pueda agrandar el grupo.
-¿Su música se dirige más a nuestra parte primitiva con esos ritmos demoledores, o a la más cultivada, con sus letras metafóricas sobre esos sentimientos personales de los que hablábamos antes?
-Al final, si voy a mis raíces también estoy hablando de algo primitivo, porque en el flamenco, los quejíos antiguos, lo más primitivo, es lo que más llega. El cante jondo de un martinete en una fragua, con un yunque, es demoledor, ¿a quién no le puede gustar eso?, no descarto que pueda meterlo en directo. Eso va unido con los ritmos, que nos mueven a todos. ¿Por qué tiene tanto éxito el reguetón? Por las bases percusivas, que nos llaman mucho; eso es muy primitivo, conecta con una parte de nosotros. Lo que pasa es que cuando uno está muy encerrado en lo que suele escuchar no le da cabida a esos ritmos más primitivos, pero yo le aseguro que he entrado en trance con una base de blues, de breakbeat o de bulería; el ritmo se te mete y conecta con tu yo más primario. Pero hay que poner algo más, no limitarse a letras chorras como el reguetón; hay que contar alguna historia, decir cosas bonitas. Por eso yo utilizo las metáforas.
Los punkies ya han crecido y se han dado cuenta de que la actitud va por delante de la estética"
-La parte instrumental de sus canciones ya sabemos de donde proviene, pero ¿cuáles son sus referentes líricos y literarios para las letras?
-He leído mucho a García Lorca. Incluso tengo un premio de la UNED por una adaptación de sus versos de Bodas de sangre a tangos flamencos que canté con el guitarrista Fran Amaranto. Leí mucho también a Garcilaso; mucha poesía urbana, pero sobre todo me tiro a las letras antiguas del cante. Respeto ese modelo, aunque pueda incorporar cosas nuevas; pero de vez en cuando meto algo de lo que se suele escuchar o cantar en el flamenco. Aparte de la poesía, siempre me ha gustado mucho el gótico y me ha servido de inspiración para escribir; me gustan mucho las novelas de Frankenstein, Drácula, El fantasma de Canterville y, por supuesto, las leyendas de Bécquer. Puedo imaginarme a Maese Pérez, el organista, con algo de flamenco; eso lo llenaría todo, como un compás por bulerías de Jerez. Me encantaría hacerlo.
-¿Qué hay de autobiográfico en sus canciones? Como dice en su último single: de las rosas, las espinas siempre me las llevo yo; no sé si la canción será autobiográfica, pero ¿le pasa eso también en la vida artística además de en la personal de la que habla en la canción?
-No le voy a mentir. Creo que todo el que canta, o todos los músicos que crean, meten algo de su vida. Y si no de su vida, de las emociones que ha tenido. Si uno no lo ha vivido, es un poquito más difícil hablar de algo que no ha sentido en sus carnes. Yo voy sacando canciones de todo lo malo que he vivido, tanto como de lo bueno y de lo regular o de las experiencias. Todo va unido.
-¿Hay alguna canción en particular de otros artistas que desearía haber escrito usted?
-Pues mire, me gustó mucho Omega, el disco que hizo Lagartija Nick con Morente. Me habría encantado participar en ese disco. No le digo grabarlo yo, porque ellos son muy grandes y me cuesta compararme con ellos, pero sí participar en él. Y no solo eso, sino ver a Morente en directo, que nunca tuve la oportunidad. O a Camarón, otro grande, a pesar de que a los dos los criticaban tanto y les decían que no fuesen por ahí, sino por lo más puro.
-Dentro de su estética entre flamenca y electrónica y el componente teatral de su puesta en escena lo que realmente se refleja es una actitud muy punk. ¿No es eso demasiado de la vieja escuela para los tiempos que corren?
- Sí, claro; muy punky la actitud, pero es que el punk no está muerto, sigue ahí. He bebido de Siouxsie, Bauhaus, Joy Division, los Pixies; de Eskorbuto, por ejemplo, Parálisis Permanente, Ana Curra, esa parte siniestra siempre me ha encantado. Y el postpunk también. Por eso su actitud siempre la he sacado a relucir. No lo he vivido, pero lo he escuchado, he tratado mucho su estética, me he movido en ese ambiente, en esos conciertos. Cuando en Utrera estaba la asociación Plátano Sónico hizo un montón de conciertos de punk y de rock y yo iba cada semana a ellos. Soy parte de esas vivencias, tanto del flamenco, de lo primitivo que decíamos antes, como del punk, que ya le digo que creo que está más vivo que nunca, pero se manifiesta de otra manera. Ahora la gente está más abierta y aunque ya no te encuentres a los punks con crestas como las de antes, sin embargo, también escuchan flamenco. Eso es cultura musical y a lo mejor es que va con la edad; los punkies ya han crecido y se han dado cuenta de que la actitud va por delante de la estética, y quizás por eso no logramos reconocerlos. Pero existen.
-¿A quién le gustaría más tener como padre, hermano, primo, vecino, a Peter Murphy o a Bambino?
-¡Ofú como me complica usted! Vaya berenjenales en que me mete. Es que Bambino es de mi tierra, es como mi segundo padre; no le digo que el primero, porque mi padre me mataría. Pero es que si le digo que prefiero a Murphy me van a matar igual. No podría elegir a uno de los dos. En realidad, no soy una persona a la que le guste elegir; cuando me preguntan qué comida me gusta más digo que por qué tengo que elegir, no soy una mujer de un solo gusto. Y en este caso me quedo también con los dos, soy muy dual.
-Hablando de dualidades, ¿es muy diferente LaGore, artista, de Lidia, vecina de Utrera?
-Creo que soy igual, intento ser yo misma; ¿para qué voy a montar un paripé? Es verdad que en los escenarios me tengo que envalentonar y echarme p’alante de una forma en la que a lo mejor no soy capaz en el día a día. Ahí ando a veces medio recluida, en un rinconcito, a veces no quiero que me vean. Pero la que canta es la misma que te puedes encontrar en la calle.
-¿Tiene mucha relación con otros músicos de Utrera?
-Los conozco personalmente y los veo de vez en cuando, también en los conciertos, aunque no mantengo una estrecha relación con ellos. Cuando iba a los conciertos de Beggar's House hasta les pedía autógrafos. Procuro estar al tanto de lo que se hace por aquí; no solo en cuanto al rock, también sigo a Maui, a Perrate. Tengo conciencia de todos los que somos, pero no nos relacionamos mucho. Supongo que estamos muy ocupados creando. Hay que estar metido en la cueva del estudio, si no…
-¿Cuándo podemos verla de nuevo en el escenario? ¿Y escuchar lanzamientos nuevos?
-Pues aquí en Sevilla, el 22 de febrero en la Sala X. Tengo cerradas también las fechas del 23 de mayo en el Alameda Fest, de Málaga, y el 6 de junio en La Industrial Copera, de Granada. Estoy trabajando en varios singles a la vez, para no aburrirme con la misma canción. ¿Sabe cuántas veces he escuchado Ya no quiero tu amor?, hasta la ponen mis vecinos en el patio a todo volumen. Ya me conocen hasta los niños, a los que les debo parecer una Monster High, y mi vecina dice que su hija se quiere poner el pelo rojo, como yo.
-Bueno, pero eso quiere decir que está teniendo mucho éxito. ¿Lleva la cuenta de las reproducciones en las plataformas de escucha?
-En YouTube la canción va por las 111.000 en dos meses que lleva subido el video. Yo pensaba que no iba a llegar a las 1.000, estoy realmente sorprendida. En Spotify va casi por las 25.000. Son menos porque la gente no sabía siquiera que estaba en Spotify y ahora van llegando de rebote. Esa cuenta la tengo abierta desde los tiempos del EP y está a nombre de Gore, pero es que si lo cambio a LaGore tengo que hacer tabula rasa, empezar de nuevo y perderlo todo, así que prefiero dejarlo y mantener a la gente que ya me está siguiendo y me escucha ahí.
-¿Cuál ha sido el mayor concierto que ha hecho, con más gente viéndola?
-No tengo buena memoria, pero creo que en el que más gente he visto, o no quería ver, porque cerraba los ojos, fue en el festival del Mostachón de Utrera. No sé cuánta gente cabe en el Teatro Municipal Enrique de la Cuadra, pero me imponía mucho que estuviera sentada, escuchándome. Cuando se apagan las luces del teatro no ves nada, pero sabes que están ahí, todos callados, escuchando. En un festival de flamenco puro, además. Canté unas medias granaínas y unas granaínas, unas colombianas, unos tangos y terminé con unos fandangos. Lo volvería a repetir porque muy bien no me salió, con los nervios, que muchas veces me traicionan.
-Pues en el Festival de Alameda va a tener todavía a más público.
-Eso, usted póngame nerviosa desde ya -y terminamos riendo y pidiendo la última ronda-.
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