La labor de la Fundación Cristina Heeren en riesgo por la nueva ley de extranjería

La mitad del alumnado de esta institución dedicada a la enseñanza del flamenco procede de países extracomunitarios, quienes no podrán obtener un visado de larga duración si no cursan una titulación oficial

Alumnos de flamenco en la Fundación Cristina Heeren
Alumnos de flamenco en la Fundación Cristina Heeren / FUNDACIÓN CRISTINA HEEREN

Un cambio en la Ley sobre Derechos y Libertades de los Extranjeros en España pone en jaque la continuidad de la labor educativa de la Fundación Cristina Heeren, que desde 1996 imparte clases de toque, cante y baile flamenco a alumnos de todo el mundo sin ánimo de lucro. Hasta ahora, los alumnos de fuera del Espacio Schengen podían acceder a un visado de larga duración al matricularse en su centro, pero un decreto ley, que entra en vigor el 20 de mayo, exige que dicha formación ofrezca un título oficial, requisito que impediría regularizar su situación en nuestro país a aproximadamente la mitad de su alumnado. Esto implica un serio riesgo para la viabilidad de la Fundación, dado el previsible descenso de matriculaciones, además de la pérdida de talento que acecha a la música flamenca en consecuencia.

Al menos 35 de los 75 estudiantes matriculados en el presente curso proceden de países de fuera de la UE, principalmente de Asia y América Latina, quienes verían interrumpida una formación ya iniciada si no obtienen su visado por otros medios. Es el caso del bailaor mexicano Mario Ruiz, de diecinueve años, que comenzó sus estudios en la Fundación el pasado curso. "El cambio de legislación me genera ansiedad, miedo y tristeza, al igual que al resto de mis compañeros. Al final nuestro sueño se puede ver detenido por una cuestión legal". Ruiz, que comenzó a bailar en su país a los tres años, ganó la última edición del concurso que la Fundación organiza anualmente, y asegura que su intención es seguir formándose por todos los medios: "Vería la manera de hacerlo, al final nuestro sueño es actuar en España". No obstante, reconoce que el nuevo marco legal le atemoriza: "Al final como extranjero lo último que quieres es problemas con la justicia".

Según explica Mar Díaz, abogada y responsable legal de la Fundación Cristina Heeren, la presencia de alumnos internacionales como Mario es doblemente importante: además de para la difusión internacional del flamenco, financian con sus inscripciones el sistema de becas con que la Fundación subvenciona los estudios de alumnos sin recursos, la mayoría de los cuales son andaluces, en un programa de mecenazgo en el que también participan entidades privadas como Grupo ACCIONA. El retorno de conocimiento que los alumnos egresados de la Cristina Heeren hacen en sus países de origen es uno de los motores de la difusión del flamenco en el mundo. Tal y como explica este joven artista "llevar un poco de lo que aprendo y de lo que me nutro a México" es uno de sus objetivos.

Los cursos que ofrece la Fundación suman hasta 975 horas lectivas anuales divididas en tres niveles -básico, intermedio y avanzado-, lo que equivaldría a una Formación Profesional, con la que sin embargo no está equiparada. Así, quienes estudian flamenco en su sede la Calle Pureza ven cómo su titulación queda fuera de la educación reglada, una adversidad que la Fundación ha intentado solventar históricamente. Una reivindicación que ahora, apremiada por el cambio en la legislación, retoma con más fuerza, solicitando reuniones con la Consejería de Cultura, Empleo y Educación; así como a través del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE).

En ese sentido, Díaz lamenta que la Ley del Flamenco, surgida de la Consejería de Cultura en 2023, no contemple la creación de centros de formación profesional reglada en flamenco. Igualmente, Díaz denuncia la ambiguedad de la nueva norma: "Este nuevo Decreto exige [para la expedición del visado de larga duración] ser un centro autorizado y registrado en España, y expedir un título “reconocido”, pero la administración ni siquiera nos han aclarado qué interpretación debe darse la nueva norma".

En consecuencia, la Fundación reclama a las autoridades pertinentes la protección de la labor docente en un arte declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, con un marco legal que ampare a las academias privadas, donde se imparte la mayor parte de la formación en flamenco: “es muy llamativo que un alumno extranjero pueda obtener su visado para formarse como técnico deportivo en nuestro país y no en flamenco”, reflexiona Mar Díaz.

Cuando la mecenas norteamericana que da nombre a la institución creó esta escuela, pretendía cubrir las carencias que el sistema educativo público ofrecía en aquel momento para quienes quisieran profesionalizarse en el arte jondo. Un modelo docente protagonizado por veteranos del arte flamenco como el cantaor José de la Tomasa o el bailaor Javier Barón posibilitó la trasmisión de un legado artístico que tradicionalmente se ha mantenido al margen de las instituciones públicas de enseñanza. Un modelo que ha alcanzado prestigio internacional, ya que es el único centro privado del mundo especializado en la formación de profesionales del flamenco, y en cuyas aulas han estudiado más de 7000 alumnos. Una iniciativa que ha sido ampliamente reconocida por las instituciones, que entre otras distinciones otorgaron la Medalla de la Ciudad de Sevilla a su fundadora.

La nómina de profesionales flamencos surgidos de sus aulas constata la solvencia de la escuela. Algunas de las primeras figuras de la actualidad estudiaron en Cristina Heeren, como es el caso de Rocío Márquez, María José Pérez, Argentina, Jeromo Segura, Jesús Corbacho, India Martínez o Manuel Lombo al cante; guitarristas como Pedro Barragán, Manuel de la Luz, Tino Van Der Sman o Jesús Rodríguez; además de bailores como El Choro, Lucía Álvarez ‘La Piñona’, Alberto Sellés o Florencia Oz. Muchos de estos exalumnos contribuyen ahora a la continuidad del centro enseñando cante, toque o baile en las mismas clases donde se formaron.

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