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La habitación de al lado | Crítica

Tilda Swinton y Julianne Moore en una imagen del filme de Almodóvar.

La ficha

*** 'La habitación de al lado'. Drama, España, 2024, 106 min. Dirección y guion: Pedro Almodóvar. Fotografía: Eduard Grau. Música: Alberto Iglesias. Intérpretes: Tilda Swinton, Julianne Moore, John Turturro, Alessandro Nivola, Juan Diego Botto, Raúl Arévalo, Victoria Luengo. 

En la cumbre del reconocimiento internacional a su carrera y con el León de Oro recién colocado en la estantería, el Almodóvar cineasta sólo compite ya contra sí mismo, a saber, contra ese otro Almodóvar empeñado en erigirse en portavoz de una cierta corriente ideológica y sermonear un poco al personal desde la atalaya que le proporciona su posición pública. 

Ya lo advertíamos en Madres paralelas a propósito del discurso oficial de la Memoria Histórica, y volvemos a verlo como molesta muletilla en esta Habitación de al lado que, como todo el mundo sabe, es su primer largo rodado en inglés con dos estrellas como Tilda Swinton y Julianne Moore a partir de la novela Cuál es tu tormento de Sigrid Nunez.

Y lo hacemos en esas secuencias forzadas y de mensaje explícito y verbalizado que irrumpen a pie cambiado entre los pliegues de un relato sobre la muerte (como destino y elección) que funciona por sí mismo entre los resortes del viejo melodrama femenino, la palabra motora de relatos, afectos y emociones y una elegante puesta en escena presidida por la fotografía de Eduard Grau y la luz y los colores que se filtran por las ventanas de esa gran casa de diseño que sirve como escenario casi único de confesiones y últimas voluntades.  

Son las secuencias con el escritor pesimista que interpreta John Turturro, la visita al frente de guerra, el recuerdo del incendio y, muy especialmente, esa otra que, de manera bastante anticlimática, sitúa al personaje de Moore frente a un policía inquisidor (Alessandro Nivola) que acabará diciendo una tras otra todas esas ideas (contrarias) que esta película no sabe combatir de mejor manera.

El Almodóvar tertuliano sabotea así al Almodóvar cineasta, narrador y modulador de digresiones y matices, emborronando muchos de los logros, pero sobre todo el clima íntimo, el paulatino aire fantasmal, el vuelo dulce de la muerte entendida como territorio y diálogo interpersonal que Swinton y Moore han conseguido fraguar desde dos perspectivas complementarias y en formato de cámara.

La habitación de al lado se resiente así de ese desequilibrio interno y esa falta de confianza en los propios materiales dramáticos para articular su posición ética, moral y política frente a la eutanasia. Con todo, Almodóvar es capaz de remontar una vez más de sus traspiés con un par de escenas finales que vuelven a convocar al espectro de la madre a través de la hija y una conclusión bajo la nieve que vira hacia el sepia de la gran memoria cinéfila que atesora la película, de Keaton a Bergman pasando por Sirk, Hitchcock y Huston.

Quien rema siempre a favor de la corriente interna del filme es Alberto Iglesias con su música, una música netamente almodovariana, aquí síntesis ascética, contenida y depurada de sus casi 30 años de colaboración, y que apunta siempre al corazón, el alma y el sentido de cada escena.    

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